Moda
Viaje al corazón logístico de Mango: así funciona la nave de la que salen 180 millones de prendas al año
La cadena llega a 120 países de todo el mundo gracias a un centro logístico que equivale a 10 campos de futbol y en el que lleva invertidos 250 millones de euros

El área donde se almacenan las prendas que necesitan estar colgadas en el centro logístico de Mango en Lliçà d'Amunt . / Jordi Otix
Paula Clemente
Lleva menos de medio año en la casa, pero ya sabe que esto de definir a la nave de Liçà d’Amunt como el corazón de Mango tiene que justificarlo bien. La gran cadena catalana de moda hace años que repite que el corazón de Mango es la sede de Palau-solità i Plegamans. Allí diseñan, hacen patrones, prueban en modelos, tienen expuestas prendas y construidos interiores de tiendas para explorar formas de exponer el producto. Allí convocan anualmente a los medios de comunicación para explicar al mundo que crecen y crecen, y ganan y ganan. Allí reunieron a las 2.000 personas que trabajan en el complejo para hacer un primer homenaje casi improvisado a Isak Andic, unos días después de su muerte.
Así que Jochen Grosspietsch, director logístico de Mango, ya ha aprendido que el corazón de esta compañía, en el sentido más emocional de la palabra, es Palau. “Pero si lo ves desde la óptica de que el corazón es el órgano que bombea la sangre, eso es Lliçà, es el corazón fisiológico de Mango”, aterrizará el directivo. Lo cuenta en la entrada de esta nave de la que, efectivamente, salen 4 millones de prendas cada semana hacia tiendas, puntos de venta y clientes ‘online’. Son 180 millones de productos al año.

Almacén de Lliçà d'Amunt. / Jordi Otix
La forma más gráfica de describir lo que se esconde aquí dentro es recurriendo a Monstruos S. A. Solo que lo que en la película de Disney es un entramado de puertas que conectan el ficticio mundo de los monstruos con las habitaciones de los niños, aquí son 7 millones de vestidos, blusas y camisas colgadas y 20 millones de prendas dobladas en cajas. Una pasarela divide ambos lados porque la logística será distinta en función del tipo de ropa.

Prendas colgadas en el almacén de Mango. / Jordi Otix
A un lado reposa el surtido delicado y que no doblan hasta que va a ser mandado a tienda, para evitar arrugas imposibles de alisar. Si este ala fuera un armario serían más de cien columnas, cada con unas diez baldas de espacio doble y todo esto repetido a lo hondo varias veces. Al otro lado sucede lo mismo, pero con más de 30 estanterías en cada columna y un circuito inferior de cintas que trajinan cajas sin parar. En ambos lados, dos largas estructuras metálicas se van moviendo entre estanterías para ir recogiendo el producto necesario. De ahí, también, el traslado mental a Monstruópolis.

Cajas llenas de prendas moviéndose a otra zona de la nave. / Jordi Otix
Recorrido del producto
Pero, nada más lejos de la ficción. Esta nave de Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental) son 280.000 metros cuadrados de espacio sobre un suelo de 100.000 metros cuadrados (aproximadamente, 10 campos de futbol). Son 250 millones de euros invertidos desde que se pusiera en marcha hace unos 17 años. Son unos 1.000 trabajadores. Y es tecnología y procesos como para gestionar 85.000 prendas cada hora. “Es un almacén altamente automatizado, hay muchísimas máquinas”, explicará Jordi Torra, responsable de proyectos logísticos dentro de Mango.

Otra de las áreas del centro logístico. / Jordi Otix
La operativa funciona del siguiente modo. Mango idea unas 18.000 prendas al año en Catalunya y las fabrica en Bangladesh, China, Pakistán y Turquía. El resultado llega en camiones a Lliçà. Ya sea colgado o doblado, en ambos casos el paquete se descarga y pasa por una máquina que lee en cosa de segundos si dentro viene todo lo que indica la etiqueta de la caja. Si son prendas de fondo, irán a una zona más tranquila hasta que se las precise. Si se trata de producto necesario a más corto plazo, acabará en el área de ‘distribución rápida’. Si bien en la primera zona el material está perfectamente ordenado, aquí impera el caos. Y eso está hecho adrede.
Teoría del caos
Las prendas cuelgan de una estructura que recuerda a un circuito de Scalextric. Están en constante movimiento y si se las necesita, una discreta máquina que circula por el carril lo detectará y le dirá al vestido o camisa que una vez llegue al siguiente desvío, tendrá que apartarse del resto. Torra explica que es mucho más probable encontrarla antes si están todos los modelos y tallas mezclados que si están organizadas por familias. Pura teoría del caos. Todo acaba ordenado gracias a ir superando los distintos circuitos posteriores. Y filosofía similar se aplica en la parte del doblado.

Prendas organizadas en función del modelo. / Jordi Otix
Lo más nuevo es la zona dedicada a servir los encargos ‘online’. Es la tercera parte de esta nave, los últimos 90.000 metros cuadrados incorporados al lugar, estrenados el año pasado. Aquí la dinámica es algo distinta. “Las tiendas piden mucha cantidad de una prenda y muchas tallas, en cambio, el cliente ‘online’ pide como mucho dos tallas de una misma prenda para devolver la que no le valga”, justifica este responsable de proyectos logísticos. La empresa responde a esta necesidad haciendo pasar a las cajas por varias fases. En el primer cribado, una persona elige todas las unidades que necesite (para varios pedidos) de un mismo modelo. En el segundo, ya se prepara el paquete eligiendo las prendas de un pedido en concreto.
En total, suman 40 kilómetros de transbordadores de cintas moviendo cajas, una longitud que, convertida en carretera, llegaría a Barcelona, y convertido en sistema de venas y arterias, llega a 120 países del mundo. Hay dos salidas a tienda cada semana. “Es nuestro latir, esto nos da un pulso de dos veces por semana”, contará Grosspietsch de nuevo, que será, por cierto, quien conduzca la estrategia logística de Mango en la era post Andic. Por lo que cuenta, parece meridianamente claro que conservará su filosofía. ‘Sky is the limit’.
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