Un pedacito gastronómico de Asturias lleva en pie en Benalmádena desde 1999, año en el que doña Concepción, Conchita para los amigos, abrió el Rincón Asturiano. Un restaurante de corte tradicional que apostó por la cocina oriunda de la tierra que la vio nacer. Ahora, casi veinte años después, son sus hijos Manrique y Javier Bustos los que han tomado el releve generacional respetando la esencia de su madre.

Este restaurante tiene capacidad para unas cien personas entre la terraza, la zona de la barra -algo más informal- y el salón. Éste último espacio es versátil ya que suele tener música en directo.

Sus especialidades son los platos de la gastronomía asturiana, pero sin dejar atrás las de otras tierras que bañan el Cantábrico como son Galicia y País Vasco. Sin embargo, hay que reconocer que con el tiempo han ido abriéndose a otras zonas de España introduciendo productos como los ibéricos de Joselito o el cochinillo.

Si nos centramos en el valor añadido que posee este establecimiento encontramos la reina de la cocina asturiana, la fabada, en cuatro versiones distintas. Fabada asturiana clásica con su compango -chorizo, morcilla y lacón-; fabes con rabo de toro; con callos de ternera y las fabes-verdinas con almejas de carril y langostinos. Platos de cuchara bien equilibrados en sabor y no demasiado grasos.

Asturias también está presente en el pastel de cabracho casero en el que se nota la presencia de este pescado que tiene cuerpo per se. Receta lograda que se le aleja de los pasteles que parecen una simple mousse.

Las croquetas surtidas tienen una mención especial. Las recetas son las originales de Conchita. Se nota la mano. Las hay de jamón, de cabrales y de compango -chorizo, morcilla y lacón-. Estas últimas son las más sobresalientes. Es la recreación de una fabada hecha croqueta que, además, se compaña con el puré del caldo de las propias fabes. Una delicia.

Otro entrante que recoge el espíritu asturiano es su selección de quesos con Denominación de Origen (D.O) e Indicación Geográfica Protegida (I.G.P). Cabrales, Vidiago, Tierra de Pineo, Peral -vaca- y Peralzola -oveja- son presentados con almendras, nueces, confituras y miel. También en ensalada.

Respecto a los pescados encontramos una buena merluza de anzuelo a la sidra con almejas de carril. Un plato con identidad propia por el sabor característico de la sidra. El rollo de bonito de Cudillero con salsa de tomate y verduras o los erizos de mar, muy demandados en temporada, representan la gastronomía marinera asturiana.

En cuanto a las carnes y guisos propios del Principado destacan los chorizos a la sidra con patatinas al pimentón y los callos a la asturiana.

Los postres son también caseros y se agradece. Entre las propuestas se encuentran los frixuelos -crepes- rellenos de manzana confitada o de arroz con leche; la crema de arroz con leche y la tarta de manzana de masa muy fina y ligera con nueces caramelizadas y helado de vainilla.

LA GUINDA. La sidra y la amplia bodega. Poseen una amplia cava con 200 referencias de vinos. «Trabajamos con distintas denominaciones de origen de toda España con especial hincapié en Málaga, como Lunares, Cortijo Aguilares, Perezoso y Chinchilla, entre otros», afirma el propietario. También tienen D.O. de Cangas., Bodegas Urogallo, vino de una limitada producción. Y, por supuesto, la sidra, que ocupa un lugar especial. Tienen tres tipos: la natural, la espumosa y la de hielo. Ésta ultima opción es más que recomendable. Se trata de una sidra inspirada en las canadienses ice-ciders, que se elaboran a partir de la recolección de manzanas en estado de congelación. Ideal para un final perfecto.

EL DETALLE. Otras cocinas. Además de la asturiana, este establecimiento trabaja muy bien la cocina de Galicia y País Vasco, y, en especial, los pescados del Atlántico. Entre los platos habituales en carta se encuentran el bacalao al pil-pil con ajos confitados y manzana, la empanada gallega casera, el bacalao a la vizcaína o el pulpo a la gallega. Y si atendemos a las carnes, además de las opciones más universales como el cerdo ibérico, el cordero o incluso el cochinillo asado, es la vaca frisona de siete años la que marca el sello de identidad de este local.

A MEJORAR. Escanciando sidra. Sabemos que el malagueño no está acostumbrado a beber sidra, ni al servicio que ello requiere. Esto es, beber rápido y del tirón un culín tras ser servido, obligatoriamente, por el camarero escanciador. Y también es cierto que escanciar la sidra es complicada porque salpica y mancha. Máxime, cuando se trata del interior de la sala. Sin embargo, se echa en falta que se rescate, al menos en momentos especiales, el uso de los 'no me chisques', o escanciadores de pie, muy habituales en Asturias, que evitan salpicaduras y manchas. Así, ese viaje gastronómico asturiano sería más complejo en aromas y gusto.