Lauren Rosillo, ingeniero agrícola y enólogo albaceteño, llegó en 2006 a La Axarquía y se enamoró de unas parcelas de viñas que había entre Salares y Sedella. Reconoció aquel lugar como suyo y emprendió su proyecto profesional más importante: Sedella Vinos. Doce años más tarde, los tres vinos que produce (Sedella, Laderas de Sedella y Vidueños de Sedella) cosechan éxitos internacionales y son aclamados por los más prestigiosos críticos de vinos.

¿Qué hace un albaceteño en La Axarquía? ¿cómo surge el proyecto de Sedella Vinos?

Soy ingeniero agrónomo y licenciado en enología, trabajo como enólogo para otras bodegas por toda España. No tenía ningún vínculo con Málaga ni con la Axarquía. Vine de vacaciones de Semana Santa en 2006, estuve alojado en Frigiliana y tomando algo en un bar alguien me dijo que se hacía vino tinto entre Salares y Sedella, en la parte alta de la comarca, fuimos a la zona, me informé un poco de lo que se hacía en cuestión de vinos y me enamoré de aquel lugar. En ese mismo año me compré 400 kilos de uva Romé y me las subí en el coche para elaborarlas en casa y ver qué salía porque me gustaban las hechuras de la uva. Me encantó el resultado y en noviembre de ese mismo año compré ese mismo viñedo, esa parcela y poco a poco, gracias a lo ganado con mi trabajo con otras bodegas, pude empezar a desarrollar mi proyecto de Sedella Vinos, que me lleva un gran esfuerzo porque yo vivo en un pueblo de Toledo y viajo por cuestiones profesionales por toda España. Afortunadamente tengo gente en el pueblo que me ayuda mucho y bien para llevarlo todo adelante.

Defíname, por favor los tres vinos que elabora (Sedella, Laderas de Sedella y Vidueños de Sedella)

Sedella es el original, el vino por el que yo estoy aquí. Nace de la uva de unas viñas plantadas en 1940, es decir tienen 78 años de vida y una cosa muy importante: tienen orientación norte, mirando a La Maroma, con pocas horas de sol. Está envejecido entre doce y catorce meses en barricas usadas de roble francés al que hay que añadir otro año en botella.

Poco después planté otra hectárea de terreno, mirando al sur, mirando al Mediterráneo con la misma proporción de variedades de uva que hay en las viñas viejas, de ahí nace Laderas de Sedella, un vino procedente de viña nueva, envejecido un año en ánforas de barro y de cemento. El último vino que he desarrollado, Vidueños de Sedella, es un blanco con fermentación con pieles, es un blanco hecho casi como un tinto, tiene alma de tinto. No es un blanco para beber en verano, que también, pero no responde a la filosofía de esos caldos. Es un blanco que puede acompañar en la mesa a pescados grasos y carnes blancas. Es un blanco de peso, de estructura y longevidad, capaz de estar muchos años en botella como los grandes blancos franceses.

¿Qué tipos de uva tienen cada uno de ellos?

Todos son viñedos viejos, incluso en el terreno joven que yo compré en segunda instancia planté varias variedades. Hay Romé, hay Garnacha. En los blancos hay, por supuesto, moscatel. Hay Vidueños, que son las cepas raras que por una cuestión doméstica aguantaban bien para colgar hasta Navidad y de las que se comía la uva en la época de vendimia y posvendimia porque aportaban acidez al vino del terreno. Con esta mezcla de uvas es con lo que estoy haciendo los vinos actuales.

¿Qué producción anual tiene y qué mercados toca?

Aproximadamente hacemos entre siete u ocho mil botellas entre los tres vinos, eso como producción media. Ha habido años de diez mil y otros años de cinco mil botellas. La mitad de la producción va al mercado nacional y la otra mitad va a exportación, sobre todo a EEUU, Reino Unido, Japón, Suecia, Suiza, Alemania y Polonia.

Usted ha definido su trabajo en la bodega como «la mezcla de las tres T» (terruño, técnica y trabajo), explíquese

Sin esas tres cosas es imposible sacar esto adelante. Es más, incluiría una cuarta, que no es una te y sí una pe, la pasión. La pasión por hacer las cosas bien, respetando la naturaleza y el entorno, generando trabajo y riqueza para la zona. El terruño es importante, conocemos la técnica también, y hay que echarle mucho trabajo y mucha pasión, que al final se ve reflejado en los vinos.

Cuénteme lo de las monedas de plata para evitar enfermedades de los caldos

Lo leí en un libro. Los romanos ya conservaban la leche y otros alimentos en verano con plata, recipientes de plata o monedas rotas de este metal, siempre que estuvieran metidas en vasijas de barro. La plata no es tóxica para el hombre y es uno de los antisépticos más fuertes en un medio ácido como es el vino.

Hábleme del edificio de la bodega

La bodega está al lado de los viñedos que yo compré en primera instancia, está en una loma que ejerce de torre de control de toda la Axarquía con unas vistas preciosas a La Maroma. Yo siempre quise que el edificio de la bodega estuviera integrado con el paisaje y que no desentonara de la arquitectura de la zona. La zona de crianza es muy hermética pero la zona social, la zona de catas, está llena de espacios abiertos al mar y a La Maroma.

El futuro, ¿cómo lo ve?

Mi idea es seguir creciendo poquito a poco. He incorporado alguna parcela nueva y el año que viene ya quiero trabajar con ella. No pretendo aumentar la producción, pero sí estabilizarla, que no me pase lo que me pasó en 2013, que hice 10.000 botellas y en 2014 y 2015 me quedé en la mitad. Quiero tener un colchón para cuando haya años menos buenos. Quiero seguir disfrutando de Sedella, no quiero hacer allí una fábrica de vino, quiero que la gente asocie Sedella a la calidad de sus vinos.