Fue de los primeros en la provincia en tener la placa del sello Sabor a Málaga. Y es que su compromiso con el recetario local y los productos de la zona es bien conocida por todos. El gazpachuelo, la porra, el pescaíto frito, la ensalada malagueña o el chivo lechal malagueño son un referente en su carta. Lo Güeno abrió sus puertas en 1967 y lo hizo en primer lugar con el local que continúa en calle Marín García y que se convirtió en un referente de la época. Un pequeño establecimiento que tiene una buena barra perfecta para tapear y departir. En la carta de tapas hay una por cada año de vida del local: 52. La variedad es tan amplia que reza por secciones. Bacalao, con un par de referencias; carnes con algunos clásicos que han pasado a ser platos de ambos restaurantes como es el caso del flamenquín y el rabo de toro; ensaladas; guisos; montaditos; pescados y especialidades, como los pajaritos o las migas con huevos de codorniz.

El salto vino con el restaurante de calle Strachan hoy convertido prácticamente en un asador. En total, Mariano Reche, el gerente, tiene más de 300 comensales a los que agasajar con su gastronomía.

Ambos locales comparten carta casi en su totalidad, «luego está la mano del cocinero», comenta en tono distendido Mariano. Es cierto. Cuando la base es casera ciertos aspectos son volátiles, imprecisos. De eso se trata.

Sus propuestas son extensas y abarcan un amplio público, aunque siempre de corte tradicional. «Sin perder de vista lo malagueño y la cocina tradicional vamos adaptándonos al mercado y a los gustos de los clientes. En función de la demanda le damos forma a algunas creaciones o ingredientes», explica la propiedad. Entre sus clásicos se encuentran los callos; el albondigón en salsa de almendras y el flamenquín. Es imposible quitarlos del menú. Son platos tan demandados que han pasado a formar parte de la idiosincrasia del local y también de la rutina del tapeo malagueño. A esos emblemáticos platos se les suman los riñones y los caracoles en salsa.

En el restaurante de calle Strachan encontramos unos entrantes que son servidos en tapas en el local de García Marín como las pencas de mar -puerros rellenos de salmón-, los sombreritos de queso de cabra con verduras y miel de caña o los carlitos -espárragos envueltos en jamón dulce y queso con salsa de queso azul-.

Para cambiar de tercio, se puede recurrir al cuchareo. Hay un plato del día que va variando, aunque en carta siempre están los judiones con almejas, la fabada, la sopa de marisco o el gazpachuelo.

En el apartado de pescados podemos irnos al atún rojo, el salmón o la dorada marcados a la brasa. Pescaíto frito variado, boquerones al limón, calamar a la plancha o langostinos al pil pil cierran otras opciones igualmente recomendables.

Para finalizar, entre las posibilidades de postres caseros que hay en carta se encuentran: el tocino de cielo y la tarta de queso con confitura de frutas rojas y arándanos negros.

El detalle

La generosa bodega que apuesta por Málaga. Tanto la parte gastronómica malagueña como la nacional pueden ser regadas por una bodega cuyas referencias abarcan diferentes denominaciones de origen. Una de las principales apuestas de Lo Güeno la de Málaga, con casi una veintena de caldos de distintos puntos de la provincia. Ellos hacen honor al sello que llevan por bandera desde diferentes frentes. Ribera, Rioja; Jerez; Extremadura o Rías Baixas son otras D.O. que el cliente tiene como opción junto a los champagnes y licores.

A mejorar

Sugerencias y otros detalles. Cuando en una carta se indican las sugerencias deben poner de relieve el producto global que se oferta y procurar equilibrar las calidades y respetar el concepto. Los raviolis de carne con salsa aurora de salvia se quedan cortos al lado de otras propuestas más castizas como las almejas salteadas, que si bien es cierto estaban ricas, la cantidad de ajos y de caldo, que bien merecían más de un barquito, no estaba proporcionado. Son detalles a tener en cuenta.