En apenas tres años Soca se ha convertido en un local de obligada visita en el centro de la ciudad malagueña por su apuesta por la fusión de culturas gastronómicas. Hay que ser honestos y decir que este concepto de cocina es cuanto menos algo manido en algunos aspectos, sin embargo, ellos han sabido salirse de esa tónica despuntando con platos creativos y hermanando gastronomías que, a priori, podrían parecer antagónicas. Las propuestas japonesas se yuxtaponen a las mediterráneas pasando por países latinos como Perú o México. Se trata de una carta muy influenciada por sus propietarios, cuyos países de origen son Brasil, Uruguay y España.

Al frente de la cocina está Guillermo Torralbo, un joven cocinero formado bajo la batuta de Juan Mari Arzak. Puente Romano y Grupo Gorki fueron su casa hasta que aterrizó en Soca hace un año y medio. Siguiendo el concepto ya creado, la juventud de Guillermo ha aportado ideas frescas y renovadoras a la carta. Realiza dos cambios al año y sigue la estela del producto de temporada y de proximidad trabajando pescados de La Caleta como jureles, salmonetes y quisquillas. Él visita el mercado.

Si el comensal ojea la carta encuentra el concepto bien definido. Por un lado, se encuentra la parte japonesa con una extensa muestra de nigiris, makis y uramakis. Entre los nigiris aburi -flambeados- destacan el pez limón con trufa y el de solomillo con foie y Pedro Ximénez. Aunque el rey de su carta nipona es sin duda alguna el atún. Existen 15 platos diferentes como el maki en tempura y su tartar; el toro trufa a base de ventresca, espárrago en tempura, ajo chino, crema de trufa, cobertura de sésamo y su tartar o el sencillo nigiri de ventresca de atún y ponzu. Aunque el que destaca por encima de todos y no está en carta, sino que es una eterna sugerencia es el aclamado tiradito de atún con ventresca, trufa, mayonesa de trufa, cremoso de aguacate y salsa ponzu casera. Es una propuesta rica y muy ligera. El ponzu refresca en boca y te invita a seguir comiendo. Del plato no termina de funcionar la tempura que se sirve en forma de lluvia ya que se humedece al instante y no cumple su función de aportar crujiente. Habría que replantearlo.

Ya en la parte más mediterránea de la carta encontramos desde una ensaladilla rusa, unos fideos tostados con bacalao y salsa kimuchi, unas costillas ibéricas asadas a baja temperatura, unos huevos rotos con bacalao confitado y cremoso de boletus a unas muy logradas croquetas al pil pil con mayonesa de sriracha.

Cabe destacar que su fusión gastronómica pasa por tener muy presentes los sabores asiáticos incluso en el concepto más latino como es la acertada y jugosa arepa casera cocinada a diario rellena de costilla ibérica, cremoso de aguacate, kimuchi y maíz liofilizado. También encontramos el ceviche o el taco mexicano de camarones con papada ibérica, tomate thai y cremoso de aguacate. Ya en los postres es reseñable la tarta de queso azul hornada y convertida en crema, servida con galleta de jengibre, tofe de grand marnier en espuma y helado de frambuesa.