Ronda está de celebración, y es que la prestigiosa Guía Michelin ha otorgado la segunda estrella al Restaurante Bardal, reconociendo así de nuevo la trayectoria gastronómica y el sello propio del chef Benito Gómez, su cocina libre de imposiciones, y la pasión y el trabajo de todo un equipo profesional. Con este galardón, el proyecto culinario del chef sitúa y consolida en el mapa nacional e internacional la gastronomía de la Serranía de Ronda.

Ubicado entre el puente del desfiladero y la plaza de toros de Ronda, Bardal abrió sus puertas en 2016 como un restaurante andaluz, una casa de comidas donde saborear los productos de la comarca con cada plato, y en la que el disfrute y la naturalidad del buen comer son las máximas del restaurante. Tras lograr su primera estrella Michelin en la guía 2018, esta segunda distinción afianza a Bardal como un proyecto cultivado por la pasión de un equipo entregado que diariamente consigue ganar la satisfacción de sus comensales con cada olor y sabor del mejor producto fresco. Su cocina, muy enraizada a la materia prima local, defiende el entorno y la memoria de una forma sencilla y cercana, sin modas ni artificios.

"Es una gran satisfacción para la familia Bardal recibir este segundo galardón por parte de la Guía Michelin. Un premio que nos hace querer mejorar día a día para conseguir nuevos retos y continuar cocinando para evocar recuerdos en nuestros comensales, que conozcan el producto de la comarca y hacerles sentir como en casa", exclama emocionado el chef Benito Gómez.

La propuesta gastronómica de Bardal es un escaparate de lo que se encuentra en su despensa: materia prima variada y de calidad que seleccionan de los productores de la comarca, con lo que pretenden reflejar el respeto, la esencia y la autenticidad de nuestra tierra. Ingredientes clave en sus elaboraciones, sabrosas y sutiles, que no son lo que parecen, y cuyo significado real se descubre al probar, en el sabor.

Una cocina sensata, basada en el recetario tradicional y en la memoria culinaria de Benito que se transmite a través de dos menús degustación: Bardal y Gran Bardal, de 16 y 20 pases respectivamente. Los platos que integran ambas ofertas son temporales y varían conforme transcurren las diferentes estaciones del año, en función del mercado y la creatividad diaria entre fogones. Por ello es, que no hay un plato estrella, pero sí ingredientes con los que trabajan muy a menudo: pescados del Atlántico, conejo, caracol, chivo malagueño y elementos de la campiña andaluza, entre otros. Aunque sí es verdad que hay una elaboración longeva en carta: el buñuelo cremoso de anguila ahumada.

En la misma línea, la carta líquida diseñada entre el sumiller, Miguel Conde, y el jefe de sala, Marco Trujillo, refleja la vinculación del restaurante con el entorno. La bodega de Bardal se compone de joyas únicas procedentes de Ronda, Andalucía y otras viñas del mundo. Actualmente, disponen de 250 referencias de vinos nacionales e internacionales, entre las que destacan vinos generosos, bodegas artesanas, pequeños productores, vinos naturales, poco industriales y ecológicos.

Decorados por el estudio de interiorismo Casagrande, dos son los espacios del restaurante que preservan la intimidad de los comensales. En la planta alta, un rincón de tranquilidad donde se dan las cenas, la sala se viste con un toque industrial aportado a través del juego arquitectónico de tuberías de acero inoxidable y ladrillo visto sobre paredes y pilares. Por otro lado, la planta baja, para las comidas, regala al comensal un espacio luminoso, cálido y acogedor, con falsos techos de bóvedas y paredes de vidrio, y cuyos grandes ventanales permiten contemplar la grandeza del paisaje que tenemos enfrente, la Serranía de Ronda.

En definitiva, esta segunda estrella Michelin supone un reconocimiento más a la cocina y buen hacer del chef Benito Gómez. Un homenaje a la tierra y a los sentidos, que se puede disfrutar en una sala perfectamente coordinada por un equipo profesional que recibe y atiende cada día a todos aquellas que se aventuran en Bardal.