Vinos

El primogénito de Luisyana

Algazara 2018 es un vino Syrah 100% fruto del trabajo de Scott Myers, un neoyorquino afincado en Ronda desde 2017 y que se enamoró de la enología durante una estancia en la Baja California. El caldo, del que se han producido 2.500 botellas, procede de unos viñedos situados a 750 metros de altitud

Algazara, primer vino de la bodega rondeña Luisyana.

Algazara, primer vino de la bodega rondeña Luisyana. / La Opinión

Tras cinco años de existencia, Bodega Luisyana presenta en sociedad el primogénito de sus vinos, Algazara 2018. Algazara significa «ruido, griterío de una o de muchas personas juntas, que por lo común nace de la alegría». Algazara es un vino tinto lleno de frescura y complejidad elaborado con uva Syrah 100% en una parcela singular situada a 750 metros de altitud en un cultivo de secano en plena Serranía de Ronda. Con una producción muy pequeña de botellas que no alcanza los 2.500 ejemplares, Algazara 2018 tiene un 13% de alcohol y ha permanecido 12 meses en barrica francesa. Las temperaturas frías ralentizaron las fermentaciones de Algazara 2018 pero al final el vino llegó a las barricas francesas y tras un año y un par de años más en botella, Algazara 2018 se estrena.

La Bodega Luisyana es el empeño particular de dos hermanos, Scott y Leigh, de Luisiana, Estados Unidos, que aterrizaron hace unos años en Andalucía y decidieron montar una bodega en la Serranía de Ronda.

Scott vivía en Nueva York donde tenía un buen trabajo pero la ciudad le asfixiaba y tenía muy claro que quería vivir en un entorno natural. Se fue a Sudamérica y acabó en México. Aprendió español, se hizo voluntario, trabajó en varias cosas. En las comunidades donde vivía, sus amigos a menudo le invitaban a la comida familiar dominical, y pronto comprendió la importancia que daban a la familia y la agricultura, justamente los mismos valores esenciales que le inculcaron en su infancia en Luisiana.

Decidió profundizar en estas reflexiones y consiguió un trabajo en un pequeño viñedo y bodega en el Valle de Guadalupe, en Baja California. Allí aprendió el mágico proceso de producir algo tangible, bello y delicioso como es el vino.

En aquella época Scott visitó a su hermana Leigh, que vivía en Málaga, en la zona de Ronda, y fue allí donde Scott se dio cuenta de que era el lugar idóneo para llevar a cabo su proyecto de vida y poner en práctica todo lo aprendido en su periplo mexicano. No tardó en encontrar una finca y aquello fue como si todas las piezas del puzle -cada país, cada experiencia, cada lección aprendida- finalmente encajaran. Con esta filosofía siempre presente, sus vinos quieren rendir tributo a las historias y las culturas compartidas en ambos lugares.

«No soy muy intervencionista en los procesos de elaboración del vino»

Scott Myers

«Desde que llegué a Ronda la viña es mi prioridad. Queremos tener un fruto bueno y de calidad para poder elaborar los vinos que queremos hacer», comenta Scott Myers mientras trabaja en el podado de la vid estos días sobre el terreno. Myers califica su primer vino como «elegante, con frescura y con buena acidez». Destaca de él en nariz «la presencia de ciruela y de frambuesa y unos aromas tostados». Myers ensalza «la versatilidad» del vino (cree que no necesita ningún tipo de maridaje) y añade que fue un éxito en el reposado mezclar las barricas nuevas con las de segundo uso.

Respecto al futuro, a las próximas añadas que salgan de la bodega Luisyana, Scott tiene claro que no busca un estilo específico de vino que sea muy identificativo: «No soy muy partidario de intervenir mucho en el proceso, me gusta darle el protagonismo que se merece al producto, a la uva».

Entre sus proyectos para un futuro a corto plazo está involucrarse en algún vino joven, seguir con la elaboración de tintos Syrah, probar con un rosado y ver cómo responde su viñedo con la uva garnacha.