Aunque con menos diversidad de partida que en otras comunidades autónomas, donde se prevé un abigarrado retablo de nuevos actores y de siglas, el voto para Andalucía que se registra en la encuesta de Celeste-Tel no es, ni mucho menos, homogéneo ni de interpretación unívoca. El PSOE, sí, y su líder Pedro Sánchez, ganarían las elecciones, pero dejando en el camino todo un complejo entramado de opciones que tiene sus diferencias más acusadas en el cuadrante de debilidades y antipatías. Incluidas, las pasiones más furibundas, que para bien o para mal, parecen centrarse, en muchos casos, en Pablo Iglesias y su efervescente partido.

La aproximación al voto y al votante que realiza la compañía para La Opinión de Málaga refleja que el líder de los socialistas es, sin duda, el preferido de los andaluces. El 28,3 por ciento de los encuestados quiere al espigado secretario general madrileño en La Moncloa. Tras él, y pese al desgaste, se sitúa Rajoy, con el 24 por ciento de los consultados a favor, mientras que Ciudadanos y Podemos suscitan predilecciones muy distintas; Albert Rivera gusta como presidente casi al doble (15,5 por ciento) que a los de Pablo Iglesias (8,3).

Los resultados, que congenian con la intención de voto, dibujan un horizonte electoral que se vuelve mucho más espeso y repleto de interconexiones bajo el rasero minucioso de la lupa. La afinidad con Sánchez, lejos de ser deliberadamente entusiasta, parece nutrirse en un apego moderado, aunque estable, en los diferentes tipos de votante de la autonomía; todo lo contrario de lo que ocurre con Rajoy y con Iglesias, que deben sus apoyos fundamentalmente a la confianza y desconfianza que despiertan entre los menores de 30 años y los mayores de 65. En esas franjas, fuertemente polarizadas, ambos candidatos funcionan perfectamente a la inversa y sin solución de vértice: el líder de Podemos obtiene su mayor grado de confianza entre los más jóvenes y el menor entre los jubilados, cosa que se da escrupulosamente al contrario con el líder popular, que no parece gozar de demasiada credibilidad entre las nuevas generaciones.

En general, el bipartidismo conserva su tirón entre la veteranía. Los andaluces mayores de 65 quieren saber muy poco de las propuestas que por primera vez se asoman al panel político. Dos de cada tres votantes, en este caso, están con Pedro Sánchez y con Rajoy y, ni siquiera Ciudadanos, que no parte con una perspectiva de voto tan escorada, llega al 4,3 por ciento de las predilecciones. Como contrapunto, Alberto Garzón e Izquierda Unida, que no supera en ninguna edad el horizonte del 5 por ciento, se mantiene también en este punto con su valoración intacta, sin sobresaltos ni grandes giros.

De las partes de la encuesta que dejan entrever más claramente el perfil ideológico del votante, se infieren datos muy llamativos. Especialmente, en la respuesta y tabulación correspondiente a la consulta sobre el candidato al que jamás se votaría. En este caso, Podemos y PP-por ese orden- lideran las antipatías, dejando al PSOE y, sobre todo, a Ciudadanos, como verdaderos comodines. De acuerdo, con la encuesta, cualquiera de los simpatizantes de otras opciones podría prácticamente votar en el futuro -o, incluso, en estos comicios-a los socialistas y los de Rivera. Destaca, eso sí, que los votantes afines al PP muestran más rechazo por Iglesias que los de Podemos por Rajoy, aunque con una aversión de estos últimos compartida en menor escala hacia Ciudadanos. En la valoración directa de los líderes, ganan la partida Sánchez y Rivera, seguidos de Rajoy y Garzón. El candidato de Podemos, especialmente castigado por los más conservadores, es el que saca peor nota. La reválida, en siete días.