­Quizá que sonara Mi gran noche de Raphael cuando miles de banderas de Izquierda Unida ondeaban al son de la música no era casualidad. A falta de dos días para poner fin a la incertidumbre de quién gobernará los próximos cuatro años, la ilusión de lograr un cambio de rumbo es posible para muchos con un solo partido: Unidad Popular-IU.

Cuando algunos se empeñan en acallar la voz de la izquierda de raíces más profunda y demostrar que su modelo no encaja ante el nuevo paradigma de partidos, IU demostró anoche que está más viva que nunca. «Estamos a muy poco. Es la oportunidad para aprovechar y dar la sorpresa a todos. La lucha la hace el pueblo», clamaba el líder de la formación, Alberto Garzón.

La sala del Palacio de Ferias y Congreso se quedó pequeña ante la respuesta masiva de los malagueños. Hubo que improvisar una sala contigua para que todos pudieran seguir el acto, que duró una hora y media. La organización cifró en 4.000 personas los asistentes, un número quizá arriesgado pero que no dejó duda alguna.

Se quedó una tarde noche agradable y atípica para la época del año en la que muchos alzaron el puño y quisieron decir no a vivir arrodillados ante un sistema que creen que responde a los intereses de unos pocos. Garzón habló de los problemas de a pie; de los desahucios, la desigualdad que golpea a las mujeres, la necesidad de una educación y sanidad pública o de poner la economía al servicio del pueblo y no de los intereses financieros. Una situación que ha llevado no solo a rescatar a unos cuantos, sino a «colonizar» el pensamiento de que otra forma no es posible. «Sois mi mochila con la que construir un proyecto colectivo futuro».

Nombró las cifras de la vergüenza, las de las pensiones vitalicias y los sueldos con tres ceros por día. Recordó la corrupción de los partidos de siempre y la ambigüedad de los nuevos por rascar votos. «Si solo una pequeña parte de los indecisos nos votara, Unidad Popular sería más amplia para construir el sueño».

Las protestas de hace cuatro años en la calle también estuvieron presentes en un discurso cargado de emotividad, que apelaba al sentimiento de la lucha conjunta para poner fin a una etapa cargada de recortes dentro del bienestar social. «Si nos levantamos la oligarquía tendrá que arrodillarse», sentenció al hablar de su región, de Andalucía, tierra «en manos de opresores y de aquellos que solo roban».

La necesidad de un cambio en la Constitución también estuvo presente en su discurso, así como volver a recuperar el patrimonio en I+D extinguido en los últimos años o la memoria del pueblo. «No se puede construir un país sin memoria», resaltó.

No estuvo solo. Arropado por innumerables simpatizantes, también estuvieron presentes muchas caras conocidas de la formación, entre ellas, la número dos de su lista, Laura Requena, quien recordó la «tragicomedia» que viven en La Cónsula o el número uno por Málaga, Francisco Guzmán, entre otros. Faltó el coordinador regional Antonio Maíllo, de quien se acordó Garzón en su intervención y hubo un aplauso unánime para Antonio Romero, también presente en la cita. «Levantaos, salud y república», culminó el acto el candidato a la presidencia del Gobierno.