­¿Quién, si no nosotros? ¿Cuándo entonces, si no ahora? Torremolinos se llenó este jueves noche de dudas existenciales porque el futuro de este país, en eso coinciden todos los expertos, es más incierto que nunca. Existen preguntas que dejan un vacío incómodo si no encuentran una respuesta inmediata y para el PSOE esta sensación pasa, fundamentalmente, por saber quién puede revelar a Mariano Rajoy en La Moncloa, si no es el candidato socialista.

El cambio sólo puede pasar por Pedro Sánchez. Ese fue el principal mensaje que se lanzó ayer, además de una seria advertencia de un frente anti-PSOE que se estaría fraguando para apuntalar a Mariano Rajoy en el Gobierno. Fue la gran traca final para rematar por todo lo alto una campaña electoral que lleva extendiendo la causa socialista desde que se inició hace ya casi dos semanas por cada rincón de la provincia, pero que no ha conseguido en ningún momento situar a Sánchez por encima de Rajoy. En ninguna de las numerosas encuestas que se han ido publicando a lo largo de estos días, el candidato socialista ha aparecido en primera posición.

Frente a un auditorio abarrotado, en el Auditorio Municipal Príncipe de Asturias, con todo la simbología mística flotando en lo que había sido hasta ahora un fortín inexpugnable del PP, se congregó ayer una masa significativa de militantes y simpatizantes socialistas -3.000 según la organización-, para aclamar a las dos máximas figuras que puede alinear en estos momentos el socialismo, y que ayer decidieron extender la alfombra roja en lo que hasta hace poco, era considerado como territorio hostil. Fueron continuas las alusiones al pasado popular de Torremolinos, y es que si se le pidiera al ya exalcalde de la localidad Pedro Fernández Montes que describiera con exactitud lo sucedido ayer, a su estado de ánimo sólo le hubiera faltado dibujar un pentagrama para invocar a los barones del infierno al verlo todo impregnado de rojo. El acto fue completado por el actual alcalde del municipio, José Ortiz, y el cabeza de lista al Congreso por Málaga, Miguel Ángel Heredia. «Aquí ya no huele a naftalina», llegó a decir este último, en alusión a quien gobernara Torremolinos durante los últimos veinte años. Rivales o no, ver a Pedro Sánchez en el mismo escenario con Susana Díaz siempre evoca esa suntuosa imagen de quien ve al pasado saludando al futuro. Hay abrazos que queman, y por si hubiera duda, Díaz insistió de nuevo en su idea de que debe de gobernar la lista más votada, echando algo de tierra por el arduo camino a La Moncloa.

En todo caso, las actuales encuestas están para darles la vuelta. Por ello, Sánchez se cargó de socialismo en un auditorio que lo aclamó, como se esperaba, en condición de futuro presidente.

Unos trece minutos cronometrados. Es lo que tardó Pedro Sánchez en recorrer el pasillo que separa la entrada del auditorio por un extremo hasta el escenario situado en frente. Rodeado de manos y brazos alargándose para lograr el tradicional selfie de recuerdo, Sánchez confirmó que su belleza, al menos para el militante socialista, es titánica.

A diferencia que en otras ocasiones, al PSOE ya no le basta con arremeter exclusivamente contra el PP y Sánchez, consciente de la situación, abrió fuego contra Podemos y Ciudadanos, dejando claro desde el inicio de su intervención, que su verdadero enemigo está en la división del voto.

Así, atizó contra los planes sanitarios de Ciudadanos y alertó de la modalidad del contrato único que baraja la formación de Albert Rivera. «Significa que cuanto antes echas al trabajador, más barato será el despido», explicó, a la vez que insistió en la necesidad de recuperar la negociación colectiva para los trabajadores. Subiendo la tonalidad para atacar también duramente a Pablo Iglesias, al que dibujó como muy capaz de ponerle la primera zancadilla, siempre que sea para evitar que entre en La Moncloa. «Me criticó por decirle a Rajoy lo que piensan millones de españoles, pero no dice nada cuando Ada Colau llama criminales a los socialistas», resaltó. Haciendo alusión a ese supuesto frente anti-PSOE, enfatizó su mensaje explicando que «si suman Rajoy y Ciudadanos hay más derecha» y que si «resta Podemos por la izquierda, también hay más derecha».

Entrando en materia de derechos sociales, aseguró que éstos habrían sido recortadas en su conjunto durante los últimos cuatro años de gobierno de Mariano Rajoy en una especie de vuelta atrás en el tiempo. Sin dejar dudas, se comprometió a derogar la reforma laboral impulsada por el PP y aseguró, que si llega a convertirse en el próximo presidente del Gobierno, derogara la Lomce para llegar «a un nuevo acuerdo con la comunidad educativa» y que recuperará la financiación para la dependencia.

Díaz defiende a Andalucía. El grueso del discurso de la presidenta de la Junta se centró en resaltar esa batería de derechos sociales que, según Díaz, estarían vigentes aún en Andalucía y que servirían para confrontar su modelo de gestión frente al de Rajoy en Madrid. Defendió con fuerza la sanidad y la educación pública. «Tenemos una sanidad pública que es capaz de quitar un tumor a una persona, a la vez que está tocando un saxofón», dijo en referencia al último hito logrado en la sanidad malagueña y que puso como ejemplo para afirmar que se «siente orgullosa de la gestión socialista en Andalucía». En la misma línea que Sánchez, Díaz se mostró muy crítica, especialmente con Pablo Iglesias, al que acusó de «manipular la historia de Andalucía». «Hace un año se daban miedo y ahora se tutean», dijo sobre la relación de Iglesias con Rajoy, para sentenciar que «no les voy a permitir que se metan con Andalucía». La dirigente socialista acabó su intervención resaltando que «sólo el PSOE puede devolver la dignidad a los españoles».