­Antonio Maíllo. Las dos primeras palabras son para él. Verlo de nuevo con fuerza para viajar, independientemente de afinidades, es una buena noticia para todos. Probablemente no haya casualidades en Unidos Podemos y la posibilidad de que fraguara la alianza, esta vez sí, se conoció antes de que expirara el plazo para constituir el Gobierno. La fusión de Izquierda Unida y Podemos representa en realidad el único elemento novedoso en estas elecciones. La justificación haciendo alusiones a la necesidad de confluencia fue una constante. «No hay que verlo como una derrota, sino como una segunda oportunidad», dijo Pablo Echenique. El secretario de Organización de Podemos fue sólo uno de los varios representantes de la formación política presentes en la plaza de la Merced. La coalición desembarcó en Málaga para realizar el primer gran acto electoral en la provincia. Quisieron golpear primero, pero el revés lo puso el terral. Quizá fue la razón aplastante para menguar la asistencia. En la memoria está todavía aquella plaza abarrotada que se llenó para escuchar por primera vez a Pablo Iglesias cuando se presentó en sociedad hace ya casi dos años. Muchos paradigmas se han volteado desde entonces.

No hay en el mundo dos mitades perfectas y el mitin de ayer sirvió para comprobar que un hipotético entendimiento entre Unidos Podemos y PSOE será arduo. No sólo verbalmente sino respaldado por la fuerza que otorga la muestra de intenciones revelada por el CIS. La plaza de la Merced no fue un llenazo, entre otras cosas porque quizá faltó precisamente Iglesias. Cuando se habla de una posible sobreexposición del candidato a La Moncloa, lo demás fue lo más parecido a una alineación tipo: Íñigo Errejón, Alberto Garzón, Irene Montero, Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo ejercieron de escuderos para el cabeza de lista de la candidatura en Málaga, Alberto Montero. El nuevo horizonte son las elecciones del 26J. «Hemos elegido el camino correcto», aseguró Maíllo sobre las posibles dudas que pudo generar y aseguró que ahora no se puede fallar. Un camino que según explicó gravita en una dimensión cercana a las clases populares. Confirmando lo que se presume como una campaña de aliento cercano, en referencia al PSOE y a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, apuntó a un supuesto doble discurso de la máxima mandataria andaluza: «No se puede estar a la vez pidiendo el voto en Huelin o Cruz de Humilladero y, después, acudir a los despachos del Ibex 35». Anteriormente ya había hablado el número uno de la candidatura en la provincia, Alberto Montero, para asegurar que esto no era un movimiento festivo, sino un proyecto de mayorías para cambiar la realidad. Construyendo historias, hace décadas que en Estados Unidos se descubrió como mejor manera para poner rumbo firme al éxito, Montero habló de una Málaga llena de desigualdades que extrapoló luego a todo el territorio nacional. «Hace menos de una semana hemos podido ver cómo ha llegado a esta ciudad el crucero más grande del mundo y, a la vez, en la Palma Palmilla vemos cómo hay casas apuntaladas». El futuro pulso, dijo, será para que nadie se quede atrás.

Política para mayorías

Para amenizar la entrada de los contendientes, sonó la melodía de los cazafantasmas. Es el precio a pagar para Alberto Garzón, que ofreció un discurso alejado de las banalidades y centrado en subrayar la marginación a la que han sometido, según él, los dos grandes partidos a una amplía mayoría social. Sin necesidad de justificaciones por aplanar el peso de la ideología, explicó que «el proyecto de Unidos Podemos es una herramienta transversal para devolver el poder a las clases populares».

Sobre posibles medidas, el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, prometió entre otras una ley de segunda oportunidad y una reforma fiscal para los autónomos que implica que no estén obligados a pagar las cuotas a la Seguridad Social, siempre que no declaren ingresos por encima de la renta mínima. Como curiosidad, hubo que constatar una difuminación en la presencia de simbología comunista.