­Los dirigentes del PP se han encomendado a Málaga. Lo hacen con tanta devoción que uno incluso podría pensar que entre hacer campaña en la Costa del Sol y hacerlo en Cuenca, con todos los respetos, la primera opción se antoja más apetecible. No se sabe bien si el comité de campaña capitaneado por Manuel Marmolejo ha maniobrado de forma exitosa o si se debe a que la provincia, más que nunca, se ha convertido en el contrapeso a lo que Sevilla tradicionalmente ha sido para la eucaristía socialista. Ayer el desfile de rostros visibles continuó con la llegada a la capital del vicesecretario de Acción Sectorial del PP, Javier Maroto, que participó en un acto con colectivos sociales. Tanto hablar de acortar la campaña electoral pero, al final, al PP le van a faltar días de campaña para traer a todos. En tiempos de modernización y reestructuración orgánica, uno no debe de ser nadie entre los populares si no ha pasado por Málaga.

Cuando en estas dos semanas se trata de ampliar el abanico y de llegar a todos los espectros y variedades humanas posible, Maroto aseguró ayer que el voto al PP representa al «voto útil» para frenar el ascenso de Unidos Podemos y señaló que una fragmentación en las urnas sólo serviría, en última instancia, para que «gane Pablo Iglesias y se debilite todo lo demás». Quedan todavía muchos indecisos por decidir, pero resulta curioso como, en campaña electoral, el ímpetu por convencer puede llegar a dibujar dos realidades totalmente opuestas sobre el mismo hecho. Mientras que en el PSOE hablan de la pinza y de lo bien que se entiende Mariano Rajoy con Pablo Iglesias, Maroto recordó a los que están a las puertas de votar a Unidos Podemos lo muy equivocados que pueden llegar a estar. «Todas aquellas personas que crean que el modelo que quiere implantar Pablo Iglesias», no es el adecuado. Maroto, en este sentido, lo que hizo, no fue otra cosa que situar al PP dentro de un espacio moderado y advertir de que cualquier otro voto, incluso el a Ciudadanos, sólo serviría para llevar a Iglesias a La Moncloa.

Acompañado por el presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, y el alcalde de la capital malagueña, Francisco de la Torre, la campaña electoral está sirviendo, también, para aplanar la rivalidad, ficticia o, como mínimo, de alfombra para afuera, entre ambos dirigentes locales.

No hubo tantas dudas sobre la futura gobernabilidad del país que Maroto aprovechó también para atizarle a Jordi Sevilla, asesor económico de Pedro Sánchez, por su tuit lanzado en el que sugería que debiera de gobernar quien más apoyos parlamentarios reúna. «El PSOE ha tenido una extraordinaria oportunidad de hacer nueva política, que consiste en entenderse entre distintos», aseguró.

Después de su paso por Málaga, Maroto se dirigió a Antequera donde, acompañado de nuevo por Bendodo, y por el alcalde local, Manuel Barón, quiso mostrar su apoyo a la candidatura de los Dólmenes para ser elegida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El patrocinio está siendo tan titánico que dejaría en mal lugar a los políticos si finalmente Los Dólmenes no salen elegidos.

Julio Iglesias apoya a España. Ver a Julio Iglesias en directo es una experiencia indudablemente facultada para despertar el murmullo y el interés, incluso, la admiración. Lo que no se sabe muy bien es si su apoyo explícito servirá, también, para aumentar la cuenta de rentabilidad en tiempos de charanga y perreo sonando como grandes éxitos. Cuando incluso el PP se inclina a versionar su himno con toques latinos, la cabeza de lista del PP al Congreso de los Diputados por Málaga, Carolina España, invirtió las modas al recibir el aval del mismísimo Julio Iglesias. En tiempos de banalización política, cuando se quiere entrar hasta la alcoba del representante público, Iglesias dio buena muestra de la estrecha relación que mantiene con la líder popular. El cantante, incluso padrino del heredero de España, aseguró que se trata de una persona «cariñosísima y simpática». Sobre sus aficiones, sin embargo, aseguró desconocerlas dando a entender que España vive y consume la política en dosis elevadas.