­¿Cuánto pasado es capaz de proyectar al futuro? Del mitin multitudinario que encabezó ayer la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en Torremolinos, delante de un auditorio entregado, en frente de más de 2.000 personas según la organización, sólo se puede extraer juiciosamente una conclusión: el éxito del PSOE el próximo domingo, 26J, pasa en gran parte por su capacidad de transformar su legado de partido centenario en votos y por su destreza de canalizar el orgullo de pertenencia en una peregrinación masiva de sus votantes potenciales a las urnas.

Tuvo que ser en Torremolinos, municipio hiperbólico para los socialistas cuando se trata de reivindicar la posibilidad de cambio tras más de dos décadas de gobierno popular, donde la presidenta relanzó el grito al orgullo. El de formar parte de una familia, la socialista, según el relato de Díaz, responsable de la transformación de España y que habría llevado al país de la dominación psicológica y práctica de unas élites franquistas a abrir paso a todas aquellas políticas que hoy nutren el concepto del Estado de Bienestar.

«El PSOE le ha dado todo a este país», llegó a decir Díaz en los primeros compases de su discurso que fue, como acostumbra, de aliento corto y estuvo centrado en identificarse a sí misma con Andalucía y, a su vez, a la región con una especie de muro infranqueable frente a las políticas de recorte lanzadas por el Gobierno central. «No es verdad que no hay otro camino», dijo en alusión a Mariano Rajoy, al que directamente culpó de «desconocer por completo la realidad de Andalucía». Como de costumbre, Díaz sacó pecho de las políticas sociales para confrontar su gestión en la comunidad con la del PP. En contraposición a la voluntad de un presidente socialista de que no se quede nadie atrás, la presidenta sentenció que «Rajoy es insensible» y que «no le duele ver cómo tiene al país». Para enfatizar su teoría puso como ejemplos a los recortes en la dependencia y tildó a la reforma laboral del PP como «máquina de destruir empleos».

Historia viva

Cuando todas las encuestas dan un avance de Unidos Podemos por la izquierda, la mandataria socialista extremó ayer su habilidad de movilización para alentar a su tradicional electorado frente al intento de Iglesias de abrir brecha en el espacio de la socialdemocracia. Con alusiones constantes al orgullo dilapidó pronto todas las dudas sobre quién es verdaderamente la formación política con autoridad, según Díaz, para reivindicarse como única alternativa a Rajoy ubicado en el eje ideológico de la izquierda. Un orgullo que aderezó con constantes menciones a Felipe González recordando a Iglesias, que no cesa en proclamar su caída en desgracia, que fue él quien trajo a España la sanidad y educación pública. «Los socialistas de verdad saben que todas las políticas sociales han llegado en los últimos cuarenta años de la mano del PSOE», advirtió al líder de Podemos que abandone su empeño por desprestigiar al histórico dirigente. En una continua tonalidad ascendente, el acto de ayer sirvió también para comprobar que las tablas de Díaz, subida al escenario de un pabellón mitinero, difieren mucho de otros dirigentes socialistas. Fiel a su todopoderosa retórica lanzó un mensaje directo a Iglesias de los que dan bien en pantalla: «El señor Iglesias puede reivindicar ser socialista, puede querer decidir en nuestro partido, pero el que es verdaderamente socialista vota al PSOE». Frente a unas elecciones que Díaz calificó de «históricas», el acto de ayer supuso, al menos de puertas para dentro, una inyección de autoestima para la militancia socialista. Cuando la política de pactos está sembrando la división interna en el partido, ayer se pudo ver a toda la ejecutiva regional del partido dándose cita en Torremolinos. Estuvieron presentes los cabezas de cartel de las ocho provincias y una buena ristra de consejeros que no dudaron en acudir para cerrar filas.

Empezó Díaz, no obstante, con mal pie haciendo esperar de forma excesiva a los más de 2.000 fieles. Desde que se elevó el volumen del himno en clara señal de entrada y se levantaron las banderas de recibo, hasta que se colocó al frente, pasaron más de diez minutos. Tras completar la vigésima vuelta al soniquete socialista, una más, y el disco hubiera salido volando. A pesar de dejarse llevar por el lógico fragor de un mitin, Díaz dejó también claro una cosa que puede resultar de vital importancia para el futuro del propio Sánchez. Entre invectivas y golpes de pecho hubo un momento en el que aseguró que «Pablo Iglesias no es de fiar» porque, según dijo, su objetivo pasa por destruir al PSOE. Por si quedaban dudas, quizá al propio Sánchez, Díaz volvió a subrayar que no habrá una concesión magnánima posible para pactos post 26J.

También intervinieron el número 1 al Congreso por Málaga, Miguel Ángel Heredia, y el alcalde de Torremolinos, José Ortiz.