­Mucho naranja. Más Albert Rivera. Aunque el catalán intente disimularlo, a veces con intentos de hacer responsable de la fuerza torbellina de Ciudadanos hasta al portero, la liturgia en la que discurrió el mitin ayer en el céntrico Hotel NH marca una clara consigna para las elecciones del 24 de mayo. Ésta pasa, inevitablemente, por nutrirse de la imagen del propio Rivera para hacer luego la digestión en forma de papeletas naranjas dispuestas a llenar las urnas el día de la cita electoral. Si para algunos candidatos de los partidos tradicionales las siglas pueden ser un estorbo, para los candidatos de Ciudadanos Albert Rivera es alfa y omega a la vez. No había ayer ni un cartel con el rostro, por ejemplo de Juan Cassá, el elegido para concurrir a la alcaldía de Málaga. Con el apoyo de Rivera para dar oxígeno y el viento a favor de la última encuesta del CIS, que lejos de presentarse como gañafones, a Ciudadanos le ha pillado con aires de alfombra roja que soplan a las puertas de los 18 ayuntamientos de la provincia en los que los de naranja han entrado en contienda electoral, se presentaron ayer las candidaturas municipales que van de naranja.

Con una agenda trepidante y recién llegado de Sevilla para hacerle a Susana Díaz un vuelva usted mañana, Albert Rivera puso pie en Málaga por la tarde para escenificar su apoyo a las candidaturas municipales. Cumplió así con la responsabilidad de la foto de familia necesaria para impregnar con su tirón -el de ser el único dirigente nacional que aprueba en estos momentos el corte sobrepasando el cinco-, a los candidatos de Ciudadanos de la provincia.

Flanqueado por el ya mencionado Cassá y los diputados andaluces Irene Rivera y Juan Marín, Rivera apeló ante un millar de simpatizantes a las necesidades de generar un cambio político en España y procesar así un nuevo proyecto llamado a recuperar la confianza del ciudadano en la política. Todo para actuar como palanca fundamental a la hora afrontar los grandes problemas del país, fijados por Rivera en la «lacra del desempleo» y en la «corrupción».

De esta manera erigió a Ciudadanos como única formación capaz aportar el mencionado cambio desde la «estabilidad» y «sensatez» necesaria que ofrecería una formación política que antepone el interés nacional a posibles estrategias de su partido. «Mientras que unos piensan en sacar concejales, nosotros aspiramos a cambiar al país», señaló Rivera con vocación unificadora. Así, apeló a un espíritu de diálogo necesario para afrontar la previsible entrada de nuevas fuerzas políticas en las instituciones y sacar adelante proyectos de conjunto, siempre que sean «beneficiosos para el país». Matizó que Ciudadanos ha irrumpido en el horizonte para poner fin a la política de bandos, en lo que el líder llamó el conflicto entre «lo rojo y lo azul».

En su habitual dominio sobre el escenario, siempre con una sonrisa en la cara y lanzando guiños hacia Málaga como su «segunda tierra», Rivera desglosó las líneas maestras sobre las que descansará el proyecto político de Ciudadanos: rebaja de la presión fiscal a las clases medias trabajadoras, ayuda de financiación para autónomos, regeneración política para acabar con la corrupción en las instituciones y seguir avanzando en poner freno a la desigualdad desde los propios ayuntamientos.

«Generar ilusión»

Las elecciones son cada cuatro años, pero una ventana espacio temporal tan favorable como se le ha abierto a Ciudadanos es una, y en el seno del partido no quieren desaprovecharla. Si a Podemos la subida a la cúspide le llegó demasiado pronto, para la formación de Albert Rivera los tiempos no pueden ser mejores, además de contar con el portavoz del PP, Rafael Hernando, en forma de muñeco vudú, para potenciar aún más la fuerza de Ciudadanos con sus declaraciones incendiarias. «A ver si hablan otra vez de nosotros y nos hacen publicidad, que somos el partido con menos presupuesto para esta campaña electoral», aseguró el catalán. Ahora sólo vale con generar ilusión porque se ha acabado el tiempo de meterle miedo a la gente», apuntó, antes de mostrarse especialmente crítico con la ola de triunfalismo en la que se habría instalado, según él, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. «A mí nunca se me ocurriría sacar pecho de un país con una cifra de paro del 24 por ciento».

Andalucía no es Cataluña, pero el mensaje de Rivera es aplicable a todo el conjunto del Estado y bajo el hilo conductor del sentido común, siempre fiel a su conjura interna, recordó a los candidatos a las alcaldías que Ciudadanos no está aquí «para las sillas, sino para cambiar las cosas». A diferencia del vicio irrenunciable de las antiguas formaciones políticas de salir a ganar hasta a las chapas, Rivera optó por la diferenciación. «No os voy a pedir que saquéis muchos concejales, sino que representéis a millones de españoles», dijo.

Por su parte, Juan Cassá, que intervino antes, apostó por propuestas para mejorar el desempleo en Málaga, y por unificar todo aquello que tenga que ver con la conservación y el medio ambiente en una única concejalía.