­«No vamos a pactar. No vengo a buscar ni un cargo ni una silla, vengo a transformar con mi equipo el Ayuntamiento de Málaga y no voy a ser el teniente alcalde del Ayuntamiento». La noche para Ciudadanos fue histórica y el líder de la formación, Juan Cassá, declaró que no se unirá con el Partido Popular para gobernar en la ciudad tras obtener tres concejales y lograr la oportunidad de formar gobierno con Francisco de la Torre, tras perder éste la mayoría absoluta.

La tranquilidad y la espera dio paso a la ilusión. Pasadas las 22.20 horas la sede improvisada de Ciudadanos, en un céntrico hostel de la capital, se llenó de abrazos y felicitaciones. Juan Cassá apareció acompañado de los futuros concejales de la formación, Gonzalo Sichar y Alejandro Carballo, y atendió a los medios ante los cuales recalcó que apoyará las mejores propuestas para el malagueño, con independencia del partido del que provengan. Conscientes de que tienen la llave para sentarse con el PP para gobernar, Cassá detalló que esta es una nueva era política que deja atrás las mayorías absolutas y antepone la necesidad de hablar con los partidos para seguir hacia delante.

Hasta las diez de la noche no apareció por la sede ningún representante. Con algo más del 80 por ciento del recuento de los votos en la capital, los diputados por Málaga de Ciudadanos en el Parlamento, Irene Rivera y Carlos Hernández White, manifestaban su ilusión teñida de naranja y afirmaban que el cambio en España y Málaga se había producido.

Un Juan Cassá acompañado de su padre y su mujer se fundió en abrazos eternos con sus compañeros y recalcó que uno de los pilares que abanderará esta etapa es la responsabilidad. «Nuestro objetivo era cambiar las instituciones desde dentro. Lo dijimos en noviembre», resaltó.

Felicitó a De la Torre por teléfono y el todavía alcalde, también. Un total de 32 concejales en la provincia y la entrada al Consistorio malagueño marcan un hito. Una resaca con sabor a felicidad que pauta el inicio de encuentros entre Ciudadanos y el resto de formaciones políticas.

La noche terminó en la calle Alcazabilla con la sensación de los deberes bien hechos. «Ahora a gobernar», se escuchó en la sala.