El primer debate televisivo de esta campaña municipal se celebró este lunes en los estudios centrales de Canal Málaga. Vendrán más y de diversos formatos en los próximos días, aunque el de esta noche fue el único a cinco contendientes. Este martes, habrá uno a cuatro en Canal Sur. Los candidatos del PP, PSOE, Adelante Málaga, Ciudadanos y Málaga Ahora midieron fuerzas y contrastaron sus modelos de ciudad durante unos 90 minutos que no se hicieron muy cortos. El debate entre Francisco de la Torre, Daniel Pérez, Eduardo Zorrilla, Juan Cassá y Rosa Galindo se tensó en momentos determinados, aunque predominó la cordialidad entre los rivales. En general, lo que podría haber sido un aldabonazo de adrenalina a una campaña que ha empezado sin grandes estímulos, se quedó por debajo de las expectativas. Electrocardiógrafo plano en relación a nuevas propuestas. Y no por la falta de pasión que transmitieron los candidatos, que la hubo, por momentos, con el candidato socialista especialmente interesado en poner en tela de juicio a De la Torre.

Científicamente está comprobado que en un debate en el que intervienen cinco, no se alcanzan las altas cuotas de nitidez en la transmisión de ideas y propuestas. El intercambio dialéctico, estructurado en tres bloques, empezó a emitirse en riguroso directo a partir de las 21:30 horas y estuvo profesionalmente moderado por un Santiago Souviron que ya va sobrado de blasones en este tipo de citas. Se fue, de entrada, a competir con un Málaga CF jugándose la vida y el ascenso a la misma hora en La Rosaleda. Por si fuera poco, el partido era transmitido en abierto para todos los salones malagueños. En una ciudad necesitada de debate, no se entiende muy bien el porqué de simultanear fecha y hora. Dicho sea. Aunque no fuera, en consecuencia, un debate rompedor en cuota de pantalla empezó, no obstante, con un buen golpe de efecto de De la Torre. Fue el primero en intervenir (por sorteo) y se estrenó con un anuncio para acabar con las plusvalías en herencia para el próximo mandato. No hay que olvidar que la bonificación de las plusvalías es la medida estrella de Pérez, y a la que se agarra para captar bastante voto de personas ilusionadas con ahorrarse ese pago a las arcas municipales que, en no pocas ocasiones, llega por sopresa.

«No es usted creíble», le replicó el candidato socialista al regate de De la Torre, además de abogar por una fiscalidad progresiva. Eso sí, poniendo empeño, en todo momento, en subrayar la utilidad de pagar impuestos. Galindo y Zorrilla también defendieron una fiscalidad progresiva, evidenciando en este punto la existencia de dos bloques. En el otro, Cassá, junto a De la Torre, se limitaron a defender una bajada de los tributos a gran escala.

A partir de aquí, todos los candidatos demostraron la habitual generosidad propositiva, aunque sin novedades notables en este campo. Todo era reciclaje o ideas que ya han sonado en otras campañas electorales. De la Torre presumió de la evolución de la ciudad y dejó claro que su modelo es el de seguir en la estela de los museos y el turismo, sumado a la innovación. Una visión no compartida por Pérez, que abogó por una ciudad más verde, basada en un transporte sostenible, no volcada en exclusiva en el turismo. Zorrilla puso sobre la mesa un plan de empleo municipal y prometió la creación de 25.000 trabajos en el próximo mandato. Galindo también abogó por un modelo de ciudad basada en modelos productivos de la economía verde. En la visión de ciudad, Cassá y De la Torre demostraron compartir a grandes rasgos el modelo de ciudad. El mayor enfrentamiento se produjo entre De la Torre y Pérez. El candidato socialista se empeñó en colocar el mensaje de que el reloj de arena del alcalde ya no se puede volver a girar. Salió a debate la UCAM y la disputa sobre la necesidad o no de otorgar terrenos a una institución privada de este tipo. "No deja usted de mentir", le afeó De la Torre a Pérez, cuando éste le culpó de poner en bandeja de plata uno de los mejores espacios de la capital a cambio de nada.

También, a destacar, el silencio que hubo respecto a posibles pactos postelectorales. Aquí fue Zorrilla el que más intentó arrojar luz. Preguntó a Pérez si estaría coquetando ya con un pacto con Cassá y afeó a De la Torre su silencio respecto a Vox. Ninguno de los candidatos con posibilidad de ser alcalde quiso enseñar sus cartas antes de tiempo, aunque la mano, realmente, ya se intuya.

Como se ha dicho anteriormente, esta campaña parece que va de debates. Aunque quedan las dudas sobre qué novedades se pueden aportar con respecto al celebrado en Canal Málaga. Los asesores de los candidatos confesaron que en realidad se esperan gotas de agua similares. Otros platós, diferentes atrezos, pero las brochas para pintar serán muy parecidas, lo que deja en entredicho que el interés que puedan tener a partir de ahora los debates venideros.

Francisco de la Torre, la voz de la experiencia

Si a Francisco de la Torre le ha llegado el desgaste, como se empeñan en afirmar los partidos de la oposición, no se lo deja notar en el debate televisivo. Se mostró con su habitual agilidad mental y con un sobrado conocimiento de cada asunto que concierne a Málaga. Quizá, tan abrumador que al telespectador se le hacía difícil, por momentos, seguir el ritmo que marcaba. Por ejemplo, cuando enumera todos los proyectos que tiene en la cabeza para el futuro. Evitó en todo momento el cuerpo a cuerpo con Juan Cassá. Llegó a abusar por momentos de los gráficos mostrados en pantalla. Sin contextualización posible al otro lado de la pantalla, esta herramienta aporta poco. En todo caso, se ve que sigue gozando de buena acogida entre los asesores. En lo que va de corta campaña, De la Torre está demostrando predilección por la corbata roja. Esquivó una pregunta de Zorrilla sobre Vox y un posible pacto haciendo como si la pregunta no hubiera existido.

Daniel Pérez, codazos para ser más malagueño que nadie

Las primeras palabras que salieron de Daniel Pérez fueron para desear una victoria del Málaga CF. Habitual visitante en La Rosaleda como uno más, Pérez sabe que para devorar a su principal rival, Francisco de la Torre, tiene que hacerlo en lo que es una de las grandes señas de identidad del alcalde y otra vez candidato popular: la fuerte imbricación con Málaga en todas sus vertientes. Pérez quiere vender al público que él es un vecino más de Miraflores. Un hijo de padres humildes que no le han podido ofrecer más que trabajo y esfuerzo para salir adelante, que en realidad lo es todo. Por momentos, logró involucrar a De la Torre en debates y réplicas más aireadas de lo habitual en el actual regidor. Tampoco había necesidad de entrar por parte del alcalde, pero sí lo hizo. Ahí estaba, seguramente, uno de los principales triunfos de Pérez en el debate. El candidato socialista está ilusionado, se lo cree y así lo transmitió a cámara. La pregunta es si los malagueños, también.

Juan Cassá, los debates no son una fiesta

Juan Cassá no saldrá nunca a hombros en un debate y él, eso se intuye, lo sabe. Lo suyo fue zafarse sin dejar grandes meteduras de pata en el registro. No obstante, fue mejorando en sus intervenciones, adquiriendo más seguridad con el paso del tiempo. No interrumpió a los otros candidatos y evitó el cuerpo a cuerpo. No va a enamorar en los debates como lo hacía Felipe González, sino que está en las antípodas. Pero logró colocar algunas propuestas y al hablar de la Málaga tecnológica se siente en su propia fiesta. Puso sobre la mesa un concepto nuevo acuñado por el grupo municipal de Ciudadanos: la cuarta modernización de Málaga. La mímica revela los estados de ánimo y en ningún momento se le vio suelto del todo. Su barba, más frondosa que nunca, no está llamada a levantar consensos. Le convienen los debates a cinco porque se diluyen tanto las virtuosidades como las debilidades.

Eduardo Zorrilla, amaestrando los sentimientos

Eduardo Zorrilla se caracteriza por una analogía entre su expresión corporal y la tonalidad en su voz. Pausado y calmado, con vocación didáctica. Hay docentes a los que les vendría bien una ración de zorrillismo, pero para salir a la pista de un debate igual le hubiera venido bien forrarse de una actitud más combativa. Aseguró en varias ocasiones que está en contra de los «rifirrafes». Más allá, fue el candidato que puso sobre la mesa las propuestas más precisas: un plan de empleo municipal para crear 25.000 trabajos en cuatro años y gratuidad en las escuelas infantiles. Zorrilla no dejó de repartir buenas formas, aunque rompió su dinámica en una ocasión. Fue al preguntar a De la Torre si pactaría con Vox. Fue el único candidato que optó por dejar el traje en su armario. Camisa blanca lisa, aunque no guayabera. Zorrilla y su forma de debatir es una forma de amaestrar los sentimientos. Para bien y para mal.

Rosa Galindo, la fuerza de reacción del debate

«A esta candidata le sobran agallas para decir las cosas a la cara». Lo de Rosa Galindo fue una declaración de intenciones que se encargó de cumplir a lo largo de todo el debate. Efusiva en la defensa de sus propuestas y combativa, sobre todo, con el candidato popular. Abonada al lenguaje inclusivo, a veces le jugó malas pasadas. «Bomberos y bomberos». Málaga Ahora es una fuerza de reacción y Galindo dio continuas muestras de ello, con capacidad para adecuar sus intervenciones a los vaivenes del debate. Se puso sobre la mesa una hipotética «turismofobia» y la candidata de Málaga Ahora advirtió de que tampoco se puede tener «vecinofobia». Apenas tuvo que mirar sus notas. En realidad, no se sabe si habrá sitio en la telaraña de concejales. De entrada, parten con menos probabilidades que las demás formaciones. Si los debates sirven para atraer votos, algo está puesto muy en duda, Galindo cumplió. Todo suma podría ser su leitmotiv para lo que queda de campaña.