En la noche electoral, cuando el gráfico de barras para el Ayuntamiento de Málaga empiece a parecerse a las formaciones pedruscas en El Torcal, la presunta dispersión del voto se habrá hecho realidad. Las urnas dejarán un escenario complejo. A priori, poco estable. Quién sabe si peligroso, incluso. El aclamado sistema del multipartidismo sumará un nuevo actor con Vox. Más diversidad en los representantes y menos poder concentrado en los partidos tradicionales. Esa será la tónica en todos los ayuntamientos de la provincia. La erosión en el equilibrio de fuerzas también llegará a la capital el 26 de mayo. Por mucho que el tacticismo forzado obligue a mantener durante la campaña electoral que gobernar en solitario no es una quimera. La realidad alcanzará a los candidatos malagueños a través de las urnas. El día después de la gran resaca electoral, como pasa en la vida, algunos sabrán balancear mejor que otros sobre las piedras de un paisaje político difuso.

Sin pactos no habrá paraíso, lo que quiere decir que sin pactos no hay alcaldía de Málaga posible. Ya se demostró en 2015, cuando Francisco de la Torre se vio obligado a llegar a un acuerdo con Ciudadanos y Juan Cassá. El número de votos y los concejales que obtenga cada formación en consecuencia acercarán a un candidato u a otro a obtener la mágica cifra de 16 ediles, marca que fija la mayoría absoluta en el Consistorio de la capital. Sólo a modo de recordatorio: en 2015, con más del 80% del voto escrutado, María Gámez estaba en disposición de encabezar un gobierno de izquierdas, junto a los concejales de IU y Málaga Ahora. Bailó un edil a última hora en favor del PP y De la Torre pudo respirar cuando el agua ya estaba a punto de llegar a los pulmones.

¿Quién puede gobernar con quién a partir del 26 de mayo? Aunque los actuales tiempos exigen la máxima cautela en todo lo relacionado la demoscopia, De la Torre y Daniel Pérez parten como los únicos candidatos que pueden convertirse en alcalde. Por primera vez en mucho tiempo, cabe la posibilidad de que el PP no sea la fuerza más votada. Arrastra una espiral negativa de los otros procesos electorales, aunque es ahora, con un PP en caída, cuando se pone a prueba la capacidad de resistencia de la marca De la Torre. Ser el candidato más votado no será definitivo, pero sí acercará mucho la alcaldía. Las combinaciones en la paleta de colores de la que dispone De la Torre son, a priori, dos: azul+naranja o azul+naranja+verde. El candidato popular no veta a Vox, como sí hace Pérez. Eso no significa que lo suyo sea una visión única a través del ojo izquierdo. Su combinación de colores es la siguiente: rojo+naranja o rojo+morado.

Pérez parte, no obstante, con una desventaja sustancial respecto a De la Torre. La falta de poder sumar una tercera fuerza, ya que Ciudadanos y Adelante Málaga (IU y Podemos) son como el agua y el aceite. No hay que olvidar tampoco el factor Málaga Ahora. Se da la paradoja de que Rosa Galindo y Eduardo Zorrilla se pueden perjudicar y viceversa. Nada nuevo bajo el sol en la izquierda. Si Málaga Ahora suma un concejal, probablemente sea a costa de Adelante Málaga. Sería irónico, pero aquí ganaría De la Torre.

En un escenario de incertidumbre como nunca se ha visto antes (aunque siempre se escriba, esta vez es así), el poder que reina por ahora es el de la arbitrariedad del votante. El partido es el 26 de mayo, pero el desenlace se decidirá en el tercer tiempo. Todo lo que viene a partir del 27 de mayo hasta el 14 de junio, fecha elegida para la constitución del Ayuntamiento de Málaga. Seguramente, como afirma un magnífico y querido profesional que lleva muchos años en esto, no habrá paz hasta la celebración del día de la Virgen del Carmen.