Daniel Pérez apura el café y deja la taza, aún humeante, sobre la mesa. En su recuerdo está la imagen imborrable de Pedro Aparicio, alcalde de Málaga entre 1979 y 1995. Fue elegido regidor a los 39 años, justo la edad que tiene ahora el portavoz del Grupo Municipal Socialista, quien accedió a este cargo a mediados del verano de 2017. Sobre su espalda, recae toda una tradición de políticos socialistas que dejaron lo mejor de sí mismos en los sillones del Salón de Plenos del Ayuntamiento, pero también una historia que se ha convertido en un quiero y no puedo desde que en 1995 Aparicio cedió la alcaldía a la popular Celia Villalobos, cuando Antonio Romero se negó a gobernar con el PSOE y la izquierda perdió una oportunidad histórica. Desde entonces, han pasado por la portavocía del grupo, entre otros, Eduardo Martín Toval, Paco Oliva, Marisa Bustinduy, Rafael Fuentes, Begoña Medina, María Gámez y Mari Carmen Moreno. Frente a un cuarto de siglo de gobiernos del PP y al indudable tirón de Francisco de la Torre, Pérez ha ofrecido en estas elecciones a los malagueños juventud, ubicuidad y proyectos, muchos proyectos, además de experiencia en la gestión de asuntos públicos desde su primera adultez.

«Quiero ser el primer alcalde nacido al otro lado del Guadalmedina», le dijo al periodista en aquel café de calle Císter, aún con dos años por delante para demostrar su valía dentro y fuera del PSOE. Su liderazgo en el grupo se ha cimentado con la lentitud con la que un alfarero amasa el barro para crear una vasija, pero también ha cuajado con una fugacidad inusual en política. Ahora, es líder indiscutible de los socialistas en el Ayuntamiento y, durante estos dos años, ha ido creciendo en estatutura política, batiéndose el cobre en cada pleno y cada comisión con el alcalde, ya que se ha reservado los grandes choques verbales para él. Siempre decía que en Málaga sólo cabían dos opciones: o él o Paco de la Torre. En cuanto a lo del Guadalmedina, bueno, eso es una declaración de intenciones y una referencia clara a la cicatriz hídrica y sociológica del río en una ciudad en la que las clases acomodadas, históricamente, prefirieron el Este y los menos pudientes, esa Málaga popular que lo ha votado, el Oeste.

Nació en el malagueño barrio de Miraflores de Los Ángeles el 18 de mayo de 1980, una barriada populosa y humilde de la que ha hecho su fortín, su bastión, un distrito que no ha abandonado. Cruzar todos los días el río para llegar al Ayuntamiento y liderar la oposición debe ser edificante. Sus padres son oriundos de Riogordo y, como muchos otros, emigraron a Barcelona en los setenta. Con el tiempo, volvieron a Málaga, que ejerció sus atribuciones como progenitora. Antonio, su padre, aprendió a leer en la mili, con 21 años, y ya a esa edad había trabajado en muchos oficios. Se jubiló como panadero, siempre con la precariedad como compañera. Su madre, Mari Carmen, fue costurera.

Aprendió las primeras letras en los colegios Gibraljaire y Manuel Siurot, y luego amplió su educación en el Instituto Miraflores de los Ángeles. Fue, según dice, un buen estudiante que se enamoró de la biología en Secundaria, carrera en la que se licenció en la UMA. Durante sus años universitarios, esos que forjan un alma, trabajó en bares y organizó eventos para pagarse la carrera, pero encontró trabajo en la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía como técnico de laboratorio. Ahora, claro está, se encuentra en excedencia. La conciencia social y de origen forjaron al socialista, pues ya en la UMA fue un destacado representante de estudiantes en asociaciones como Asociación Estudiantil y Progreso, luchando, por ejemplo, contra aquella Ley de Ordenación Universitaria (LOU) del Gobierno Aznar. Acabó como miembro del Consejo de Gobierno de la UMA y formó parte del equipo redactor de los estatutos de la UMA. A los 19 años, ya era afiliado del PSOE, aunque no ocupó un cargo público hasta 2009, cuando fue elegido coordinador provincial de la Agencia Andaluza del Voluntariado. En esa época, llamó a su puerta la responsabilidad institucional, pues sustituyó a Magdalena Álvarez como diputado en el Congreso (2009-2011). Luego, volvió al laboratorio, pero en 2012 la presidenta de la Junta, Susana Díaz, lo hizo delegado Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, departamento en el que gestionó los recursos sanitarios de la provincia y un abultado presupuesto y en la que hizo frente a no pocas crisis. En 2015, decidió darse una oportunidad en la política municipal y fue en la lista liderada por María Gámez. Hasta 2017, cuando fue nombrado portavoz del grupo municipal Socialista, la antesala de la candidatura a la Alcaldía que logró un año después. Dialogante y con encaje, Daniel Pérez es consciente de que nadie le ha regalado nada y sabía, desde el principio de su nueva aventura, de la enorme dificultad de derribar al alcalde más valorado de España. Pero Pérez también conocía entonces, igual que ahora, la alargada figura de Pedro Aparicio, de quien se considera heredero digno.