­Dejó su trabajo en una empresa de suministro de buques y decidió montar su propio negocio, una pequeña heladería que llevaría su apellido por bandera, Cremades, y se convertiría en un negocio familiar.

Hace cuarenta años que Luis se aventuró a montar este humilde negocio en la céntrica zona de El Molinillo. Venía de un pueblo de Alicante con tres hijos y una cuarta nació en tierras malagueñas, lugar donde se asentó familiar y laboralmente. Tras su primera heladería abrió una segunda ubicada en calle San Sebastián, un local que vendió para comprar el del paseo marítimo de Pedregalejo y, por último, en 1992, montó otra en el paseo marítimo del Palo.

El negocio ha pasado de padres a hijos y desde hace más de diez años son Paloma y Juan Luis los que llevan la batuta del negocio que conserva las recetas que introdujo su padre hace cuatro décadas, un hombre que presidió la asociación de heladeros artesanos de Málaga y es en la actualidad el presidente honorífico de dicho colectivo.

Paloma asegura que desde que eran pequeños echaban una mano en el negocio y continúan con los mismos hábitos que entonces. «Somos una heladería tradicional pero nos hemos adaptado a la demanda actual», resalta. Y es que el negocio que comenzó su padre apenas tenía variedad de sabores. Turrón, limón, chocolate...las recetas de toda la vida. «El turrón es el que más se vende y compramos los mismo ingredientes que hace cuarenta años y echamos la misma cantidad», reitera.

La elaboración de sus productos es artesanal, utilizan productos frescos y naturales como leche fresca, fresas (cuando es la temporada), nata y otros ingredientes Aunque reconoce que los sabores de toda la vida tienen su público fiel, otros más novedosos se imponen en las preferencias del cliente y se han colocado como los más solicitados. El sabor de crema de avellana conocido de manera comercial como Kinder es uno de ellos La leche merengada -para beber- es otro de los productos estrella del lugar, con un sabor inconfundible.

Mientras narra que ahora cuenta con 25 posibilidades diferentes, para todo tipo de gustos, explica que es de las pocas heladerías de la zona que abre durante todo el año. En verano la jornada es continua, desde las doce de la mañana hasta las dos de la madrugada, aproximadamente, y todos los días. En invierno abre viernes, sábado y domingo.

Al preguntar si habrá una tercera generación de futuros heladeros Paloma responde entre risas que es posible. «Mi niño dice que tengo el mejor trabajo del mundo», explica. Tiene tres pequeños de entre cuatro y diez años de edad y ya visitan alguno de sus dos establecimientos, aunque por el momento, es como potenciales consumidores. La fórmula de este negocio está ligado con no perder el sentir del helado tradicional y conservar las mismas fórmulas que hace tantos años vieron a Cremades prosperar, un negocio que se aprovechó del filón del desarrollo de los paseos marítimos y era de los primeros que se consolidaba en la zona. El Palo y Pedregalejo son paradas obligatorias para conocer los negocios con solera de la zona este de la ciudad.