Premios Málaga 2025
Diana Navarro: la mejor mezcla de tradición y modernidad
Su música no solo está para ser escuchada, sirve para hacer sentir y conmover. La voz de Diana Navarro nos adentra en nuevos territorios que evocan nuestras raíces

Diana Navarro, Premio Cultura 2025 de La Opinión de Málaga. / L.O.
Nacida en Málaga en 1978, Diana Navarro Ocaña es hoy una de las voces más personales y respetadas de la música española contemporánea. Cantante, compositora y actriz, su trayectoria ha estado marcada por una búsqueda constante de identidad artística, por rescatar raíces -copla, saeta, zarzuela-, pero también por evolucionar sin renunciar al riesgo, mezclando tradición con modernidad.
Creció en el barrio de Huelin, Málaga, entre cuatro hermanos, alimentando desde niña el deseo de cantar. Sus padres y su hermana Encarni fueron sus primeros referentes musicales, ‘cantineando’ en la cotidianeidad familiar. Con apenas nueve años ya participaba en concursos, peñas y fiestas locales, donde demostró tener algo diferente: una voz quebrada, intensa, capaz de emocionar, de conectar con los sentimientos más puros.
Su primer gran disco profesional, No te olvides de mí (2005), fue un hito: doble disco de platino, más de 200.000 copias vendidas, muchos conciertos, nominaciones a los premios más importantes. Con él llegó un reconocimiento que la catapultó: El público la aceptó como heredera de un estilo tradicional, pero con sensibilidad moderna. Más adelante vendrían 24 rosas (2007), Camino Verde (2008) y otros trabajos que mezclan su voz con arreglos sinfónicos, electrónicos, elementos que nunca han dejado de sorprender.
Navarro ha reivindicado siempre su pertenencia a lo andaluz, a la copla, a la saeta, incluso a la zarzuela. No como nostalgia vacía, sino como raíz viva. Su canto está lleno de matices: la saeta, por ejemplo, no es solo ornamentación, es inspiración en su forma de sentir y de expresarse. Al mismo tiempo, no rehuye mirar lo que se hace ahora, aunque a menudo critique las letras del reguetón, lo que ve como un «machismo larvado» o una «pornografía musical». Para ella, la música debe conmover, emocionar, pero también respetar, tener conciencia.
En uno de sus últimos proyectos, De la Piquer a La Navarro, homenajea a Concha Piquer, una de las grandes figuras de la copla, para demostrar que este género sigue siendo vigente. En él recrea canciones como Ojos verdes, Tatuaje, Se dice, entre otras, acercándolas tanto a quienes vivieron la época dorada de la copla como a jóvenes que quizá la descubren por primera vez.
El de Diana es un perfil artístico que no se contenta con cantar; que se interroga, que se reinventa, que toma la copla y la expande, la lleva al presente sin perder su esencia. En un panorama musical cambiante, ella recuerda que emocionar no es solo interpretar bien, sino hacer sentir, conmover, reivindicar la dignidad del canto como acto humano y compartido.
Vinculada siempre a Málaga, al barrio de Huelin, a la Semana Santa, al olor del romero, al eco de la saeta. Siempre ha dicho que vive entre Madrid y Granada, pero que Málaga es su origen, su refugio emocional.
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