España es un país concienciado con el medio ambiente y cada vez son más las normativas que así lo demuestran. Entre las mismas cabe mencionar el compromiso que ha adquirido el Gobierno para la descarbonización de la economía nacional.

En este sentido, la electrificación y la eficiencia energética se imponen como el camino a seguir, siendo el transporte y la edificación, dos de los sectores claves para lograrlo. Hablamos de casas pasivas o coches eléctricos, en los que las materias sostenibles y que respetan velan por la salud de los usuarios son la base de su fabricación.

Por supuesto, la industria también tiene mucho que decir al respecto. De hecho, si el desarrollo de la misma se acompaña de las medidas adecuadas, serán parte esencial de la transición hacia la descarbonización en la que se encuentra inmersa España en estos momentos.

Situación actual

El famoso Acuerdo de París (COP21) cuenta con el apoyo de numerosos países, siendo España uno de ellos. Sin embargo y a pesar de los compromisos adquiridos sobre descarbonización, la realidad es que esto no permitirá contener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC, respecto a la época preindustrial. Tampoco se podrá alcanzar la neutralidad de emisiones entre los años 2050 y 2100, según se extrae del informe Monitor Deloitte.

Entonces, ¿por dónde pasa la solución? ¿Existe alguna? De ello se habló largo y tendido en la cumbre de Bonn (COP23), que se celebró en noviembre de 2017. En este sentido, la Unión Europea sigue firme en sus objetivos de descarbonización, los cuáles cada vez son más ambiciosos.

"Por ejemplo, se está analizando el grado de exigencia que supone el objetivo de penetración de renovablessobre energía final del 27% en 2030, y la posibilidad de incrementarlo. Del mismo modo, se está considerando la posibilidad de incrementar el objetivo de eficiencia energética más allá del 27% en ese mismo año", explican en el informe de Deloitte.

En lo que respecta a España, se trabaja para preparar la transición del modelo energético en el que cual se prevé que España debería emitir en el año 2050 menos de 88 MteqCO2 brutas1, lo que supone una reducción media anual de, al menos, el 4% de las emisiones GEI respecto a las emisiones de 2015 (336 MteqCO2 ).

Cuatro posibles escenarios para España

En función del grado de electrificación de la demanda y el desarrollo de la eficiencia energética en equipos, se han construido 4 escenarios a futuro que describen 4 posibles evoluciones del modelo energético en el medio y largo plazo (2030 y 2050) y que se recogen en el mencionado informe:

- Continuista: sería un mundo muy parecido a la situación actual. Las políticas energéticas, medioambientales y fiscales no han cambiado significativamente. Eso sí, hay cierta ganancia de eficiencia energética en el sector edificación debido a la renovación natural de los equipos.

- Electrificar la economía: sería un mundo en el que se ha producido un esfuerzo muy relevante en impulsar la penetración de vehículos eléctricos, cambio modal del transporte de mercancías hacia el ferrocarril eléctrico electrificación de los consumos en edificación.

- Reducción convencional: el esfuerzo se ha enfocado en el desarrollo de la eficiencia energética. En el sector transporte mediante la reducción de las emisiones y en el sector edificación, gracias a las rehabilitaciones de edificios.

- Alta eficiencia eléctrica: un mundo en el que se impulsan todas las palancas posibles para la descarbonización con la vista puesta en 2030 y 2050.

De manera adicional, desde Deloitte explican que se ha analizado un posible escenario más denominado Alta eficiencia eléctrica, en el que se instala la máxima capacidad de nueva generación renovable que el sistema eléctrico podría gestionar7 , sin modificar la demanda de energía final: 58 GW de nueva potencia de generación renovable peninsular, para conseguir un 33% de renovables sobre energía final

Sectores clave

A nivel personal, cada uno de nosotros puede aportar su pequeño granito de arena para que el cambio climático no vaya a más. Sin embargo, los verdaderos agentes clave para que este cambio sea real son, por un lado, el transporte y la edificación, que consumen el 72% de la energía final en 2015 y que cuentan ya con tecnologías que permiten su descarbonización. Además, han experimentado en los últimos años una menor reducción de las emisiones, tal y como se extrae del informe de Deloitte.

Por otro lado, la industria debe ir eliminando el uso del carbón y sustituirlo por "por gas natural o electricidad, cuando esta última sea posible, y seguir desarrollando actuaciones de eficiencia energética en sus procesos, tal y como ha venido haciendo los últimos años", tal y como indican en el mencionado informe.