Eurocopa

España se baña en cava con una goleada y pasa a octavos

Con este triunfo, la selección se clasifica para los octavos de final como segunda de grupo y se verá las caras ante Croacia

España se clasifica para octavos con una manita a Eslovaquia

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: Reuters

Marcos López

Marcos López

España se despertó con una goleada reparadora que le permitió sonreír, preparando el viaje el lunes para Copenhague donde se medirá, como segunda de grupo, a Croacia el lunes en los octavos de final de la Eurocopa, un torneo que se resiste a abandonar. El gol de Claesson, el delantero sueco, en el tiempo añadido le quitó el primer puesto porque sorteó a la Polonia de Lewandowski (3-2).

Pero tras dos encuentros frustrantes, metió mano Luis Enrique en la selección y le salió de maravilla. Valiente como es, introdujo hasta cuatro cambios (Azpilicueta por Llorente, Èric García por Pau Torres, Busquets, el cambio de verdad, por Rodri, y Sarabia por Dani Olmo) para reactivar a un grupo que estaba deprimido. De pronto, y pese a fallar un penalti, pudo el técnico descorchar a una selección que necesitaba algo así. Que corriera el cava y botara el público de La Cartuja. Bendito fútbol.

Pese a todo, una tarde tranquila. Con mal inicio (falló el penalti de cada día), pero sintiéndose feliz alrededor del balón, con Busquets tejiendo sociedades llenas de complicidad con Pedri y Koke, acabando Morata siendo sustituido, con La Cartuja puesta en pie, aplaudiéndole. Hasta el delantero acabó aplaudiendo a los aficionados. Una tarde de reconciliación, bebiendo cava sin parar y un estadio gritando cada pase con olés como si estuviera en el Alberto de La Maestranza.

Revolución de Luis Enrique

Tenía la España de Luis Enrique un engañoso aire trágico. O, tal vez, sería más adecuado subrayar la España de Morata, un delantero que transmite pesimismo en cada una de sus acciones, por mucho que él se resista a claudicar. Jugó bien alrededor de la portería, con inteligencia, generando espacios, abriendo pasillos exteriores para que Gerard Moreno, anclado en la banda izquierda, y Sarabia, otra de las novedades de la selección, galopara desde la derecha.

En la revolución de Luis Enrique solo la portería se mantuvo al margen. Alteró el 50% de la defensa colocando a Azpilicueta en la banda derecha, situando a Èric García como central diestro y desplazando a Laporte a su rol natural en la izquierda, con el intocable Jordi Alba. Volvió Busquets y con él retornó la presión, el orden, el criterio y, sobre todo, la inteligencia para liderar a un equipo torturado por la presión. Con Busi, todo fluía. Y hasta Pedri vivía mejor, mientras Gerard Moreno, delantero afilado, dinámico y, especialmente atrevido, se movía por el costado izquierdo del ataque. Parecía que Gerard flotaba. Y con Azpilicueta percutiendo con menos intensidad que Marcos Llorente, un sorprendente suplente, pero con mucho más peligro por el ala derecha.

España jugaba bien. No cuesta nada decirlo. Pero igual de bien que jugaba igual de mal remataba. Y eso que el partido se le puso con aire a favor, en teoría, bajo el sol abrasador que derretía el asfalto que rodea a La Cartuja, un estadio deshabitado en medio de la nada, lejos del corazón de Sevilla, al otro lado del río Guadalquivir. Quemaba el asfalto y dañaba, todavía más, la indigna hierba de un campo indigno para un torneo así. Jugaba España en su casa y cuando abrió su puerta estaba hecha un caos.

A Luis Enrique todo le funcionó a la perfección , le salió bien el profundo cambio que acometió en La Roja vestida de blanco. Lo más cercano posible al Madrid que verá el madridismo en el universo del asturiano. Tocó la defensa, sostuvo el centro del campo, aunque era todo distinto con Busquets, y modificó la delantera. Y España, no cuesta nada decirlo, seguía jugando bien, peleada, como siempre, con el gol.

Otro penalti errado

Es una enemistad tan antigua que se empeña en demostrarla a cada partido, diría que a cada minuto. De nuevo, otro penalti a favor de España. De nuevo, otro penalti fallado por España. Ante Polonia, erró Gerard Moreno. Ante Eslovaquia, erró Morata, convirtiendo a Dubravka en el héroe de su país. No sabía el veterano portero del Newcastle (32 años) que poco después sería alguien maldito. 

Tras el penalti, la selección de Luis Enrique desaprovechó dos ocasiones. Pedri le dio un gol a Sarabia. Pero se equivocó en el remate final. Azpilicueta le regaló un gol a Pedri (dueño de acciones técnicas que levantaron gestos de admiración en la grada sevillana), aunque luego el canario ni siquiera impactó con el balón. Todo ocurría en el área pequeña eslovaca, el escenario del crimen deportivo de Dubravka. Visto lo visto, o sea que España era incapaz de embocar las oportunidades, el meta eslovaco se transformó en el goleador de La Roja.

Más que un portero pareció un pívot de baloncesto palmeando el balón en la canasta. Pero no era ni la zona ni el deporte que le tocaba hacer, por lo que ese autogol le desmoronó de tal forma que desapareció del partido. Se hundió, tragado por esa lamentable fallo transformado en una estatua de cera en el 0-2 cuando Gerard Moreno, con una fe indestructible, porfió por una pelota que no tenía sentido alguno hasta que asistió con un preciso centro para que el ‘francés Laporte’  cabeceara el tanto de la tranquilidad.

El alivio del gol

Entonces, Luis Enrique enloqueció, miró hacia la grada y festejó ese gol como quien abre alborozado una botella de cava, derramándose el líquido por todo el país. En tiempos de miseria, si no marcas un gol, que te lo regalen es todo un tesoro. Aunque el técnico, con una alineación mucho más racional (un lateral derecho, Azpilicueta, haciendo de lateral, un central diestro, Èric García, en su traje habitual, un central zurdo, Laporte, con su disfraz de siempre), logró cohesionar a una selección en torno a la majestuosa figura de Busquets, la última reliquia de lo que llegó a ser un día esta España.

Por una tarde, una soleada tarde andaluza, la selección tuvo un dibujo racional hasta en sus imperfecciones (no remata con tino) y con valiosas ayudas ajenas (Eslovaquia fue una amiga), demostró que está en el inicio de un proyecto de regeneración. Pero no quería irse tan pronto a casa dejando, además, golazos (excelente en el origen, toque, control, profundidad y definición en el 0-3 de Sarabia) para la esperanza o ese sublime taconazo, 6o segundos después de entrar en el campo, de Ferran Torres. Desatada como estaba, pedía más y más cava incapaz de terminar la fiesta que, ya desde la pizarra, había diseñado Luis Enrique, valiente y atrevido en sus convicciones. Felices todos, técnico y jugadores, porque se reencontraron con lo que quieren ser: una selección reconocible, que hace de la presión defensiva un arte, capaz de aparecer a lo grande en el momento de más tensión del torneo. No querían goles. Pues dejaron cinco, la goleada de la Eurocopa. Y el lunes le espera Croacia en Dinamarca.

Ficha técnica:

0 - Eslovaquia: Dubravka; Pekarik, Satka, Skriniar, Hubocan; Kucka, Hromada (Lobotzka, m. 46); Haraslin (Suslov, m. 69), Hamsik (Benes, m. 90), Mak (Weiss, m. 69) y Duda (Duris, m. 46).

5 - España: Unai Simón; Azpilicueta (Oyarzabal, m. 77), Eric García (Pau Torres, m. 72), Laporte, Jordi Alba; Busquets (Thiago, m. 71); Koke, Pedri; Sarabia, Morata (Ferrán Torres, m. 66) y Gerard Moreno (Adama Traore, m. 77).

Goles: 0-1, m. 30: Dubravka, en propia puerta. 0-2, m. 47+: Laporte. 0-3, m. 55: Sarabia. 0-4, m. 66: Ferrán Torres. 0-5, m. 72: Pau Torres.

Árbitro: Bjorn Kuipers (Países Bajos). Amonestó al eslovaco Duda (m. 12).

Incidencias: partido correspondiente a la tercera y última jornada del grupo E de la Eurocopa 2020, disputado en el estadio La Cartuja de Sevilla ante unos 12.580 espectadores.