Diez años de la muerte de Joaquín Rodrigo
EFE
"En este aniversario, mi deseo sería que se tocaran obras de mi padre que apenas se han interpretado en España; hay muchas casi por estrenar y me gustaría que entraran en repertorio porque serían descubrimientos y otros estudiosos extranjeros están en ello", afirma a Efe Cecilia Rodrigo en la sede de la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo, ubicada en la casa familiar, que conserva intacta.
Entre infinidad de fotografías y recuerdos, parece sentirse la presencia del matrimonio, Victoria y Joaquín, en este piso madrileño, donde se encuentra, en la misma sala del piano, la máquina braille donde el compositor, ciego desde los tres años por una epidemia de difteria, escribía sus partituras.
Posteriormente, se las dictaba a un copista, nota a nota, instrumento por instrumento, con sus respectivas variaciones.
Después, Victoria y Rodrigo corregían al piano la copia, antes de enviarla a la edición, que también revisaban antes de su publicación definitiva.
"u00A1Formaban un equipo bárbaro!; ella era su verdadero agente", explica Cecilia Rodrigo, quien no oculta la emoción que sintió el pasado 12 de diciembre, cuando la Orquesta Nacional de España y la soprano Ainhoa Arteta, con la batuta de Vasily Petrenko, dieron el pistoletazo de salida a este aniversario.
"Fue una interpretación magistral; fue muy bonito, pasé unos momentos muy emocionantes", recuerda la hija del compositor, al que volverá la Orquesta Nacional en mayo para tocar "El concierto de Aranjuez".
Sobre esta obra, Cecilia Rodrigo puntualiza: "'El concierto de Aranjuez' es un fenómeno excepcional. Mi padre solía decir: si yo supiera qué tiene, habría encontrado la piedra filosofal". De hecho, se toca en todo el mundo y recibe "innumerables" peticiones para versionarla: desde Il Divo, a Andrea Boccelli y, la última, desde Rusia.
"Mi padre lo entendió, muy tarde, pero al final reconoció que las versiones para el pop dan popularidad a la obra", prosigue la hija del autor, quien insiste en resaltar el resto de piezas del compositor, por ejemplo, sus conciertos para piano o sus muchas piezas sinfónicas.
Y, sobre todo, el repertorio vocal, el que más le gustaba y para el que más escribió, recogiendo la tradición literaria española, desde Alfonso X El Sabio a Juan Ramón Jiménez.
"Pocos compositores han gozado de la popularidad en vida, del reconocimiento y del cariño de la gente como mi padre, que recibió todos los premios; sería muy ingrato no decirlo, pero otra cosa es el stablishman musical", recalca la responsable de la fundación, quien lamenta que "en España no se valora lo nuestro", no así en el mundo, donde Joaquín Rodrigo es mucho más programado que en su país natal.
Así, viajará en febrero a Estados Unidos para participar en un homenaje a su padre en la Universidad de El Paso, cinco días dedicados al autor, del que se va a organizar una exposición en Villajollosa (Alicante) con algunos de los documentos que conserva la fundación (entre ellos, el disco que llevó al espacio el astronauta Miguel López Alegría).
"Mi madre no tiraba ni un papel", comenta Cecilia Rodrigo, quien pilota la fundación y la editorial de las obras de su padre, y no cree que surjan más partituras desconocidas como ocurrió con "Tocata", una composición que quedó en el olvido hasta 2006.
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