Entrevista

Robert Mills: un australiano que cambió las antípodas por una bodega

EFE

Hijo de una australiana y de un marine de la Armada británica, Mills, de 54 años, estudió Ciencias Económicas y Filología Hispánica y Rusa y está casado con una británico-española.

Pregunta.- ¿Cómo llegó después de estar en multinacionales de automóviles y finanzas a dirigir una bodega en Serrada, un pequeño pueblo de Valladolid?

Respuesta.- La vida da muchas vueltas. Uno de los socios de la bodega De Alberto me conocía de mis tiempos en la BMW. Un buen día me llamó y me dijo que si me interesaba dirigir una bodega. Me dije que una experiencia más no me vendría mal, así que lo acepté.

Yo vengo diciendo a los jóvenes que la vida actual no es como hace 20 años, ya que hay que estar al quite de la movilidad y dispuesto a levantarte y marcharte de tu casa.

Esta empresa no es como una multinacional, no tiene los recursos, los procesos y la relación es más cercana con el capital, porque tú sabes que el bolígrafo que estás utilizando sale del bolsillo del que está sentado enfrente.

P.- Hasta ahora, ¿cuál era su relación con el mundo del vino?

R.- Ninguna. Me gustaba el vino, pero no sabía nada de él. El mundo del vino es un poco como el de la música clásica. Si no estudias la música clásica no la sabes apreciar. Igual que el vino.

Si tienes la copa delante te puede oler a fresa, paja o frambuesa.

Esa misma composición de lugar te ayuda a formarte. Aquí en la bodega he tenido un montón de asesores y docentes muy buenos. Ya más o menos me defiendo.

P.- ¿Ha aprendido mucho de vino en estos dos años y medio que lleva en la bodega?

R.- Algo he aprendido. Yo dije al Consejo de Administración, cuando me contrataron, que si estaban buscando un comercial que no pensaran en mi, tampoco si buscaban un enólogo, pero si estaban buscando un gestor de empresas entonces sí.

P.- Dicen que los castellanos son gente cerrada y seria de entrada, pero luego con el trato muy hospitalarios, ¿lo ha percibido como tal?

R.- El castellano es igual que el chino o que el indio. Nos gusta que nos quieran. Desde que empecé a estudiar español siempre me han dicho que el castellano es el más noble de todas las regiones. Pero en todos los sitios cuecen habas, y supongo que los hay más o menos nobles como más o menos abiertos en Sevilla.

Que una persona tenga un carácter propio de una región lo encuentro difícil, porque a mí me gusta llegar a la persona. Yo soy un poco castellano, difícil pasar de la superficie.

P.- ¿Qué es lo que más le sorprende de la cultura popular de esta tierra? ¿Los toros, la Semana Santa?

R.- En los toros es un tema en el que no voy a entrar. Lo respeto, porque considero que forma parte de la cultura española y es algo intrínseco. Es como si quitaras el boomerang de Australia.

Pero lo que me sorprende es la dualidad de cultura religiosa. Porque vas a Medina o a Valladolid en Semana Santa y ves un religiosismo, ves una piedad y una pasión, pero luego fuera de las fechas una laicidad sobrevenida.

Pero España sin ese religiosismo no es nada, porque España es un país nacido del cristianismo y no se puede quitar una cruz de una escuela y decir que por quitarla ya somos laicos. Lo que se está intentando hacer es renegar de nuestras raíces.

Las raíces de las culturas de cualquier país son como la vida, muy hondas, y por mucho que tires de ellas no salen.

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