Talento para una banal parodia sexual

El XXVI Festival de Teatro de Málaga incluye en su programación ´Mi primera vez ?si me cuentas la tuya, te cuento la mía?´, un producto comercial cien por cien que no le hace mucho favor al certamen, desde luego. Aparte de lo anecdótico de haber sido levantado utilizando las aportaciones de personas reales, que prestan su historia personal por medio de una web, para ser recreada en el escenario, el valor de la dramaturgia deja mucho que desear.

Este estilo que bien podría enmarcarse en la creación colectiva luego se ha visto sometido a las aportaciones de los propios actores. De esta forma, nos encontramos con una serie de relatos breves de hechos curiosos más o menos ilustrativos, más o menos ejemplarizantes y más o menos entretenidos. Eso sí, la comicidad que aportan los actores es la única baza realmente digna de interés. Si el trabajo de los intérpretes es ingrato porque es facultad del que fuere poder criticarlo, más aún viniendo de medios populares televisivos. Estos actores se ven obligados a justificar con mayor dureza su profesionalidad al subir a un escenario aunque, aparte de sus carreras audiovisuales, lleven paralelamente otras teatrales menos conocidas. Javier Martín, experimentado ex reportero del popular programa ´Caiga quien caiga´ y de esporádicas apariciones en series, está soberbio y fresco, especialmente cuando nos cuenta su aventura en un ascensor. Miren Ibarguren, conocida por su intervención en la serie ´Escenas de matrimonio´ y ahora en ´Aída´, se destapa y se nos muestra desenfada en sus creaciones. Bart Santana, popular por ´Física o química´, está sobresaliente, y se nos muestra como actor que sabe estar en los distintos estilos. Mar Abascal -lo siento, de ella no sabemos que haya pasado por televisión-, estupenda por su manera de hacerse con el espectador. Esperamos verles en mejores producciones donde su talento no quede sometido a la teatralidad en su vertiente más banal.

La insustancialidad con que se afrontan los asuntos, los aires de parodia, y el siempre efectivo tema del sexo en la comedia, sólo nos aportan un producto de consumo fácil y rápido. Al menos es coherente en su puesta en escena, que, aunque elemental, sin mucho artificio ni composición, permite centrarse en el trabajo actoral. El ritmo dinámico y los guiños al espectador logran convertir la función en un ameno entretenimiento, aunque no pasará a la historia del festival malagueño por la calidad que se espera en la selección. Al final, disparidad de aplausos entre admiradores televidentes y entusiastas de la comedia.