FESTIVAL DE TEATRO DE MÁLAGA

Juan Diego Botto: "Hemos buscado la sencillez"

Instante de una representación de ´Hamlet´

Instante de una representación de ´Hamlet´ / L.O.

LOM.ES

Juan Diego Botto está volcado en la versión de una obra que es una obsesión para casi cualquier director o intérprete. Adaptador junto a Borja Ruiz de Gondra del texto, director de escena y protagonista, comparte escenario con Marta Etura, Nieve de Medina, Luis Hostalot, Vicente Gisbert, Juan Carlos Vellido o Emilio Buale. Los días 23, 24 y 25 de enero, el Teatro Cervantes será la morada del Príncipe de Dinamarca.

¿Cómo describiría la esencia de Hamlet para aquéllos que de la obra conocen poco más que el celebérrimo “Ser o no ser”?

La obra arranca cuando Claudio asesina a su hermano, el rey Hamlet, y le arrebata el trono de Dinamarca (y se casa con su mujer). Es decir, comienza con lo que en nuestros días llamamos un golpe de Estado. A partir de ahí, todo se cubre de corrupción, de conspiraciones y desconfianzas. Y Hamlet (hijo), mientras, clama justicia por el asesinato de su padre. Pero va postergando su venganza. Todos los personajes son esclavos de sus actos. Y algunos terminan siendo víctimas de las ambiciones de quienes les rodean. Es el caso de Ofelia.

¿Y qué vigencia tiene esta obra de Shakespeare para ayudarnos a relatar o a explicarnos el mundo de hoy?

Lo que convierte a las obras en clásicos es precisamente el hecho de que siempre arrojan una mirada nueva sobre el mundo en el que vivimos. Esta obra, que habla de la corrupción del poder, del destino oscuro de las usurpaciones ilegítimas del Estado, de la justicia postergada, de reflexiones existenciales, es, a mi entender, más contemporánea que muchas de las obras escritas en este tiempo.

Tras tantísimas versiones puestas en escena, ¿por qué necesita contarse de nuevo?

Bueno, Hamlet es un clásico, y como tal siempre resultará interesante a los espectadores. Es imposible pretender condenarlo al olvido, guardarlo en un cajón y cerrarlo con llave. Algo grave estaría pasando con la cultura si esto llegara a ocurrir. Por otro lado, yo tenía ganas de crear mi propio Hamlet. Creo que nos pasa a todos los actores o directores. Nosotros hemos pretendido hacer de Hamlet un ser humano que, como cualquiera en el siglo XXI en su situación, sufre un dolor profundo por la pérdida de un padre, siente rabia hacia su asesino y un total desconcierto ante los actos de su madre. La ira y la melancolía se conjugan en él por igual.

En la versión que ha preparado junto a Borja Ruiz de Gondra se centra en dos de los temas que el dramaturgo inglés resaltó: el poder como ambición, adicción y corrupción, y la familia como determinante, a veces asfixiante. ¿Cómo ha abordado esos temas universales?

Hemos partido de esas dos premisas -la corrupción del poder y la dificultad de la relación familiar en Hamlet- y nos hemos apoyado en la traducción de Moratín. A partir de ahí, hemos logrado una versión muy dinámica, rescatando todo el sentido del humor presente en la obra de Shakespeare, así como toda la tragedia. Pero nuestra apuesta principal reside en el trabajo de los actores. La búsqueda de la verdad en el escenario es lo que nos ha guiado.

Dice que leyó de adolescente la pieza de Shakespeare, y que soñaba con intepretarla. Habrán pasado por su cabeza decenas de versiones y tipos del Príncipe de Dinamarca…

Sí, además imaginar es gratis … y saludable.

…y habrá dejado parte de su historia vital personal en el personaje al que encarna…

Tengo cierto pudor para hablar de mi historia vital personal, y trato de evitarlo, pero en todas las entrevistas lo relacionan. Es un hecho y no voy a ocultarlo: mi padre es un desaparecido de la dictadura argentina, los militares

lo hicieron desaparecer cuando yo tenía dos años y nosotros tuvimos que exiliarnos. Estoy marcado por ello. Haciendo este Hamlet no he podido evitar pensar mucho en mi padre y en la justicia. Y ahora que está ya en cartel me he dado cuenta de que precisamente la trágica ausencia de mi padre fue un motor importante que me llevó a desear montar esta obra.

La crítica ha resaltado que su Hamlet es más un príncipe furioso por la postergación de la justicia que un galán atormentado y romántico. ¿Quién influyó más para que se construyera ese concreto Príncipe de Dinamarca, el Juan Diego Botto director o el intérprete?

Ambos. Hamlet no es sólo un tipo atormentado y confuso. Está furioso porque no hay justicia, se siente profundamente herido, y está cargado de rabia. Así lo vi como director, cuando aún no me había subido al escenario para interpretarlo, y así lo vi después como actor, ya en la piel de Hamlet.

¿Y cómo se compagina la labor de puesta en escena con la construcción del personaje? Es decir, ¿el director tuvo que acallar desplantes o exigencias del actor?, ¿el protagonista se atrevió a dar su opinión al director?

Es complicado, porque como director necesitaba ver todo desde fuera, no podía estar dentro de la obra. Así que tuve que postergar mis ensayos como actor. Pero todo salió muy bien, aunque fue agotador y sumamente estresante. La compañía, los actores, me han ayudado mucho. Acogieron con entusiasmo mis propuestas.

Cuenta de su versión que han buscado la mayor simplicidad, pretendiendo que se comprenda fácilmente. ¿Creen que esa es la apuesta para que cuaje y se disfrute hoy el teatro clásico?

Sí. Por ejemplo, si actuáramos en el teatro declamando y con gestos exagerados o un tanto ortopédicos, resultaría falso e incluso irrisorio. Por eso es necesario buscar sencillez. El teatro es arte y una forma de comunicación, por eso debe ser comprensible, no oscuro y desfasado. Y creo que sí, que esa es la apuesta. Actualmente hay en cartel muchas obras de teatro exitosas, y creo que gustan y conmueven por eso, porque se entienden, porque las interpretaciones son buenas, porque huyen de solemnidades. Se está haciendo muy buen teatro ahora.

En su propuesta, comentan que utilizan como espacio escénico todo el teatro, incluidos palcos y patio de butacas. ¿Se convertirá el Teatro Cervantes en el castillo de Élsinor?

Sí. Usamos el patio de butacas en varias ocasiones, también los palcos; queremos ofrecer al espectador sensación de circularidad, que se sienta rodeado por el castillo de Élsinor. El escenario como tal está muy despojado para ser llenado con la interpretación de los actores. Por ello, el trabajo de Llorens Corbellá tiene una gran capacidad

de síntesis: tres grandes gasas que nos sitúan en distintos ambientes del palacio según se iluminen. Y el vestuario nos sirve para ubicar espacialmente la historia. Tiene referencias decimonónicas aunque ligeramente transgredidas en algunos personajes.

¿En la agenda de su incipiente carrera de director de escena hay algún otro clásico?

No. Dirigí 'El privilegio de ser perro', tres monólogos escritos por mí (y un cuarto de Roberto Cossa), sobre la inmigración, el exilio y la explotación laboral.

¿Y a qué autor del Siglo de Oro español le gustaría llevar a las tablas?

A Calderón. Me entusiasma.

¿Está escribiendo algún texto teatral?

Ahora no. Este año me dedicaré al cine, mi otra gran pasión.

¿Conocía el Festival de Teatro de Málaga? ¿Qué expectativas tiene sobre el certamen?

Sí, por supuesto. Estamos ansiosos por llegar a Málaga, sabemos que es un público muy formado, que nos va a mirar con lupa, que ama el teatro y confiamos en poder estar a la altura.

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