DISFUNCIÓN SEXUAL

Más de la mitad de las mujeres sufren dolor coital al menos una vez en su vida

EFE

Según la doctora Mónica González, del Área de Conocimiento de Disfunción Sexual Femenina de la Fundación Puigvert de Barcelona, el dolor sexual se ha convertido en una de las consultas más frecuentes tanto en a médicos de familia, como a ginecólogos, urólogos e incluso psicoterapeutas, cuando estas disfunciones tienen origen psicológico, como ocurre en muchos casos de vaginismo.

De todas formas, indica la doctora, estos transtornos "están infravalorados" y hay muchas mujeres que no son conscientes de que los sufren, y si son reacias a recibir asistencia, pueden llegar a dejar de tener relaciones coitales para evitar el dolor.

González ha participado en la jornada "Disfunción sexual femenina. Dolor sexual en la mujer: Vaginismo y Dispareunia" organizada por la Fundación Puigvert, la única entidad de carácter público que aborda estas patologías, y que ha reunido en Barcelona a un centenar de expertos en estas áreas.

"Los cambios sociales han hecho que la mujer esté viviendo la sexualidad de una forma diferente, y ha pasado del papel muy pasivo de nuestras abuelas a tener un rol más activo, y se preocupan por tener relaciones satisfactorias", ha señalado la experta.

Tradicionalmente se asociaba la disfunción sexual femenina a una falta de libido, pero González recalca que la incidencia de alteraciones asociadas a un dolor real es más alta que la provocada por la falta de deseo, y que en el caso de la dispareunia (dolores antes, durante o tras el coito) aumenta en ciertas etapas de la vida de la mujer como por ejemplo tras un parto o en la menopausia.

Así, tras el cese permanente de la menstruación al llegar a una cierta edad, las mujeres sufren una atrofia vaginal que provoca que un 50% de ellas tengan relaciones sexuales dolorosas, que requieren tratamientos estrogénicos para que desaparezcan.

La dispareunia puede abarcar desde una irritación vaginal postcoital hasta un dolor profundo que pueden estar debidos tanto a problemas ginecológicos como urológicos: cirugías, infecciones de repetición, cistitis o los ya citados del postparto y la menopausia.

También pueden ser dolores bulbovaginales, que no sólo se dan durante las relaciones sino que son un síndrome en el que hay molestias en cualquier momento del día, u otros patologías que provocan la perdida de la flora vaginal, y con ello la aparición de infecciones (vaginitis crónicas de repetición).

En cuanto al vaginismo, la imposibilidad de realizar el coito, debido a un contracción involuntaria de los músculos de la vagina, afecta, según una extrapolación de los datos de la fundación, hasta a un 4% de las mujeres, y puede ser el origen del 96% de los coitos no consumados.

Este transtorno es el motivo de consulta principalmente entre mujeres que rondan los 20 años -cuando comprueban que tiene problemas para practicar el coito- o aquellas en la franja de edad de entre 30 y 35 años que quieren tener hijos y para ello han de solucionar su imposibilidad de penetración, una ansiedad que les puede generar además problemas psíquicos.

En este último caso, González recalca que pueden ser mujeres con una vida sexual plenamente activa, sin tener por ello que practicar el coito vaginal.

Aunque pueda existir un dolor físico real, el vaginismo tiene un destacado componente psicológico, ya que suele estar asociado a algún tipo de miedo o fobia, y a veces parte también de un cierto desconocimiento del propio cuerpo, por lo que no tiene un tratamiento farmacológico, y es más bien psicológico.

La doctora ha indicado además que entre un 10 y un 15% de las mujeres que padece vaginismo sufrió algún tipo de abuso sexual, lo que les generó este bloqueo o miedo a practicar el coito.

Para los responsables de la Fundación Puigvert es muy importante el papel de las parejas de las mujeres con disfunciones sexuales para que éstas puedan superar sus transtornos, y así, explica González, cada vez más acuden con ellas a las consultas.

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