Un grupo de turistas alemanes entran a Calle Larios expectantes por descubrir esa Feria de la que tanto han oído hablar. Dos chicos ingleses disfrutan de la misma mientras comen un plato de jamón ibérico. Pasados unos minutos, se mimetizan con el colorido ambiente del Centro y llegan a parecer malagueños, con catavinos al cuello incluido. Los turistas que llegan a la Feria tienen la sensación de convertirse en un ciudadano más, y por momentos se hace complicado diferenciarles entre el gentío.

El ambiente cada vez se presta más al disfrute de locales y visitantes, en algunos casos terminan entablando conversación o amistad a base de gestos. En otros momentos, incluso se sientan a comer juntos. He aquí el significado de la Málaga cosmopolita, ciudad que acoge a todos de la mejor manera. Son los propios turistas los que aseguran sentirse tratados «estupendamente por los malagueños».

Entre canciones de Andy & Lucas y flamenco variado ya se empieza a diferenciar a algunos: sus extrañas maneras para el baile les terminan delatando. Es uno de los signos más claros de diferenciación, a pesar de que los propios malagueños tampoco demuestren un gran nivel en estos menesteres.

Angela Koblitz, una germana con rasgos asiáticos, aseguraba en calle Larios que ama la cultura malagueña y disfruta mucho de estas «fiestas tan peculiares», al tiempo que pedía ayuda para abrir un botella de Cartojal. También se considera una apasionada de todo lo relacionado con España y su cultura, para la que no encontraba un calificativo correcto.

De fondo aparece una concurrida familia con gorros de paja y una alegría refrescante. Aparecían dispuestos a hacerse todo tipo de fotografías en una gran cantidad de posturas. Chapurreaban un español comprensible de manera mínima y aseguraban que este tipo de fiestas populares no existen en su país. Se les veía una sonrisa dibujada en la cara ante una semana de vacaciones en la que dedicarán algunos días más a pasear por el Centro de la ciudad para degustar pescaíto frito, su plato preferido.

Hay un denominador común en la opinión de todos los turistas que llegan a la Feria desde más allá de las fronteras malagueñas, y es el «buen rollo» que se respira. Es que es difícil encontrar a una persona que no sonría en Málaga durante su semana grande. El disfrute es el objetivo principal y muchos esperan repetir en ediciones posteriores.

Una pareja de daneses lleva un diccionario-guía rotulado como Andalusia. Caminan aturdidos buscando un lugar en el que saciar su hambre. Las señales que se hacen entre ellos hace pensar que han encontrado el lugar adecuado y entran por Sancha de Lara con un destino fijo. «Esperamos disfrutar del día, por ahora nos gusta lo que estamos viviendo», argumentaba esta pareja.

Helen McGrath es escocesa aunque veranea en Málaga desde hace varias temporadas. Asegura que a menudo trata de hacer coincidir sus vacaciones con los días de Feria. Debido a sus repetidas vacaciones en la Costa del Sol asegura haber echado raíces ya en Málaga. Helen iba acompañada de algunas amistades locales que ha hecho a través del largo tiempo que pasa en la ciudad.

Koblitz, por su parte, esperaba a su grupo de amigas recostada sobre el escaparate de una tienda. Se habían atrasado un poco y, mientras, observaba a un grupo de flamenco en vivo. Alrededor de estos se arremolinaban extranjeros en busca de una experiencia nueva. Los artistas no perdían la oportunidad de hacer bailar, de una manera entre extraña y entrañable, a los turistas allí agolpados. El flamenco les hace felices y el gracejo malagueño resulta idóneo para contentar a los visitantes más curiosos. Ellos se prestan a cualquier cosa y no dudan en participar de la fiesta.

Algunos turistas también mostraban algunos gestos de cansancio. Parece normal, ya que el calor, o más bien el terral malagueño que visitó la ciudad ayer, les hizo a algunos mella en su blanca piel. Por eso no es de extrañar que la zona con mayor afluencia sean las que poseen pulverizadores.

Por otra parte, los malagueños también piensan que los turistas que llegan a Málaga para disfrutar de la fiesta se adaptan con mucha facilidad al ritmo de la ciudad. De hecho, no dudan en arrancar un baile por sevillanas en cualquier momento o alguna canción de ferias populares tocada por una de las múltiples charangas que se pasean por el Centro. Así, los malagueños y los que nos visitan en estos días de celebración se fusionan bajo el singo de la diversión y el disfrute de la Feria. Una celebración abierta y multicultural.