Feria de Málaga

Peña Juan Breva: un tablao flamenco que desprende vida

Todos los días de la Feria se suceden las actuaciones de numerosos artistas sobre las tablas de la Peña Juan Breva. Estos son cantes a la alegría, la nostalgia y el amor que se acompañan con la gastronomía típica malagueña

Ana Barranco

La Peña Juan Breva es un viaje para el que le salen chispitas en los ojos cuando escucha un cante flamenco. Nada más entrar al local, de decoración sencilla en el exterior, unas escaleras a la izquierda conducen a una planta baja en la que se abre al disfrute un tablao como los de antes

Un espacio, situado en la calle Ramón Franquelo, de no muchos metros cuadrados, lo que llamaríamos "recogío", lleno de mesas y cuadros en las paredes, muchos de ellos firmados por los artistas que los protagonizan, hacen a más de uno quedarse embobado mirándolos, mientras espera a que el escenario se llene de vida

En un día donde este museo del flamenco recibe la visita del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, vestido con su ya icónica guayabera, y de la concejala de Fiestas, Teresa Porras, su presidente, el que es el sucesor del mítico archivero municipal Francisco Bejarano, da la bienvenida invitando a respetar a los artistas mientras actúan. Y es que el lema de la peña es: "Saber escuchar es un arte". Es entonces cuando todas las sillas se colocan en dirección a la tarima. 

Tablao flamenco de la Peña Juan Breva, en Málaga

Tablao flamenco de la Peña Juan Breva, en Málaga / Alex Zea

Mientras tanto, en su camerino, un cuarto al que el artista llama como "suyo", se prepara para la ocasión, ataviado con una camisa de lunares, negra y roja y un chaleco de piel oscura. La habitación se inunda del sonido de los rasgueos de una guitarra tocada por dedos jóvenes. 

La escena costumbrista que forman el Chato de Málaga y su equipo es digna de cualquier película de Lola Flores o Conchita Piquer. "El espectáculo no se sabe nunca hasta que uno no está ahí arriba. Cuando ya empieza a cantar dice 'pues a ver si puede llegar a estos límites". El Chato lo tiene claro, el flamenco es una cuestión del presente

En esta ocasión al cantaor le acompañan Ismael Rueda a la guitarra, Luisa Chicano al baile y Kiko del Tiriri a las palmas, un grupo que nada más aterrizar en el escenario crea una atmósfera propia. Los artistas están muy contentos de poder volver a actuar, pues, como explica Chato "con esto de la pandemia hemos tenido muchos problemas los flamencos. Ahora estamos muy contentos, estamos luchando, estamos trabajando, estamos picando un poquito de cada sitio". 

El cante no tarda en iniciarse. Un reconocimiento a la alegría, a la nostalgia y al amor, una expresión de los sentimientos que aviva todos los sentidos: "Y cuando miro tu cara, por ello muero. Y cuando quiero tenerte, yo no te tengo. Me ha hecho daño en el alma, ay cuánto la quiero", entona el cantaor. Lo hace sin micro, a pelo, con una concentración digna de los más grandes. Este es un clima que en todo caso, solo interrumpe, y de forma muy sutil, el tintineo de los platos de jamón serrano y queso cuando llegan a las mesas, o de las copas cuando se están llenando de vino tinto.