Toros en La Malagueta

Escuelas Taurinas: una buena novillada propicia un óptimo inicio

Cayetano López, de la Escuela de Málaga, también paseó un trofeo en la primera tarde del certamen

Daniel Herrera

La faceta más popular de la Fiesta de los Toros llegaba este jueves a la plaza de toros de La Malagueta con el comienzo de la XV edición del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas. Una vez más, familias enteras, desde los abuelos a los nietos, grupos de amigos todas las edades, y aficionados en general se daban cita en los tendidos del coso.

Dentro de las múltiples alternativas de ocio que oferta la Feria de Málaga, resulta más que meritorio que, después de tres años y fuera de sus fechas tradicionales en el prólogo de las corridas de toros, este espectáculo de perfectos desconocidos arrastrara hasta el coso taurino a unos cuatro mil espectadores. Aficionados y futuros aficionados.

La primera de las semifinales contaba con reses de la ganadería rondeña de Reservatauro, que en la novillada picada del abono ya había brillado a gran nivel. Se esperaba que los erales contribuyeran al triunfo de unos alumnos que vivían la tarde más importante de sus todavía incipientes carreras taurinas.

Mucho se jugaban en esta clase práctica, poder repetir el domingo dentro de la terna que llegará a la final y, lo más importante, poder alzarse con el título y poder volver a este mismo escenario el próximo año ya como novillero con picadores.

El malagueño Cayetano López, ayer en un momento de su actuación. | GREGORIO MARRERO

El malagueño Cayetano López, ayer en un momento de su actuación. | GREGORIO MARRERO / daniel herrera. málaga

No hay certamen en todo el mundo con un premio como éste, y por eso todas las escuelas participantes traen a Málaga a sus mejores representantes. Las ganas van por descontado, no perdonándose un quite ni ninguna oportunidad de convencer al jurado y de cautivar al público.

Por eso mismo, se plantaba de rodillas en el salido capotero Alejandro González, de la Escuela Taurina de Palencia. Quiso estar variado con el percal con un quite por gaoneras, y llegado a la muleta, volvió a apostar por un afarolado de rodillas como inicio de su faena. El animal, con nobleza pero poca fuerza, tendía a defenderse, y no era sencillo de lidiar. Se le acostaba por el pitón derecho, y no fueron pocas las dificultades que quiso superar con un tesón indudable. Concluía con una serie de bernardinas antes de afrontar la suerte suprema, y se le resistía con dos pinchazos antes de dejar una estocada y escuchar un aviso.

Por la vía de la sustitución entraba el alumno de la Escuela Taurina de la Diputación de Málaga Cayetano López, quien cubría la plaza de su compañero Manuel Martínez. De repente, de un día para otro, se encontraba con una oportunidad para no desaprovechar. No fue malo el de Reservatauro, pero tenía sus teclas. Se unía la dificultad añadida del viento, que no le permitía estar a gusto en los medios. Con todo, aprovechó las bondades del animal con tandas por el pitón derecho, en una faena brindada a su amigo y compañero Álvaro Passalacqua. Toda la tranquilidad mostrada con su actuación la perdió al precipitarse al entrar a matar cuando el novillo se le arrancó y la espada cayó muy baja en un primer intento. Con todas, paseó el primer apéndice del certamen.

Fuentes Bocanegra, de Jaén, se encontró con un buen novillo al que cuajó ya en el recibo capotero a la verónica, ganándole terrero hasta terminar en los medios. Ya con la muleta siguió explotando las virtudes de un oponente que se arrancaba de lejos con boyantía y ante el que se mostró firme dentro de un toreo clásico. Se sucedieron las tandas por ambos pitones con enjundia y regusto. Gustó su toreo clásico, sin grandes alardes de cara a la galería, a la altura de un novillo que no se cansó de embestir. No se le podía escapar el triunfo y, se tiró a matar con determinación. Cayó tendida, pero fue suficiente para que el animal rodara y se le concedieran las dos orejas y la consecuente puerta grande. Pero el buen novillo también merecía su premio, y tenía el reconocimiento de la vuelta al ruedo.

El segundo de los malagueños del cartel era José María Rosado, de la Escuela de Ronda. Le correspondió un eral más áspero, que terminaba con la cara arriba, y que precisaba que se le citara con determinación y sin dejar que tocara los engaños. Fue cogiéndole el aire conforme avanzaba la faena, aunque no se pudo lograr el lucimiento que deseaba; aunque hay que valorar su colocación y ganas de desarrollar un torero de influencias clásicas.

Hubo otro gran novillo. El quinto y último fue de nota. Bravo y con transmisión, era un animal muy exigente. De esos que descubren a quien quiere ser torero y a quien no. Angelino, de la Escuela de Alicante, sin duda quiere. Pero aún tiene mucho margen de mejora. No obstante, demostró muchas cualidades: arrojo, variedad, constancia y una capacidad innata para conectar con los tendidos. Con todo eso, tenía las orejas cortadas, pero la espada se le atascó y terminó escuchando los tres avisos.