­Inauguró ayer ZonaZine Alejo Levis con su Todo parecía perfecto, una historia -que surge a partir de la idea de un cortometraje, o una secuencia de cortometrajes- alocada, original y visualmente preciosa, gracias a un lenguaje atractivo y experimental.

La película reflexiona sobre las obsesiones, la búsqueda de la perfección -en este caso, la mujer perfecta con la que el protagonista pretende compartir la existencia- y la consecución de los sueños o, en palabras del propio Levis, «del patetismo que hay detrás de la idealización y del querer volver los sueños realidad, sin que éstos lleguen a ser algo más que un casi». Y todo envuelto en una ensoñación, muy a lo David Lynch, en una ausencia total de tiempo y en una estructura narrativa de lo más singular. De ahí que lo visual sea fundamental en Todo parece perfecto: «La parte plástica era básica en esta historia, y más teniendo en cuenta el bajo presupuesto con el que contábamos». El director y su equipo incidieron en numerosas ocasiones en las estrecheces de su producción, un discurso de lo más habitual en los estrenos de ZonaZine -recordemos, la parcela del Festival de Málaga que se dedica al sector menos pudiente del audiovisual patrio-. El problema es que, en la mayoría de las ocasiones, las explicaciones sobre los medios pueden convertirse en excusas contraproducentes por el victimismo: así, el director y actores de Todo parece perfecto hablaron más de las sólo dos semanas que tuvieron para rodar y del bajísimo presupuesto del que dispusieron para la producción. Un discurso povera que, al final, casi logra romper la magia que crearon Alejo Levis y sus actores Jordi Rico y Andrea Trepat durante su filme. Una película que, aunque su director no se lo crea, es muy buena.

@KarennWallace