El gran vuelo

Dirección: Carolina Astudillo

Los adioses

Dirección: Carole Laganière

La despedida

Dirección: A. Alonso Estrella

El juego del escondite

Dirección: David Muñoz López

El tercer día de la sección documental nos dejó con un buen sabor de boca. La chilena Carolina Astudillo, a quien tuvimos hace un par de años con la estupenda producción Lo indecible, este año nos sorprende con El gran vuelo, un found footage que nos cuenta un pedazo de la vida de Clara Pueyo Jornet, catalana, militante del partido comunista, que se fugó de prisión en 1943 desapareciendo su rastro completamente. El minucioso trabajo de Astudillo explora, a partir de fotografías familiares y películas caseras de los años treinta y cuarenta, la vida y rol de las mujeres, y las existencias de las vencedoras y las vencidas de la guerra. El gran vuelo supone, por tanto, una mirada acerada y crítica de Astudillo a un mundo hecho por hombres, relatada de forma dinámica, donde la música es un agente más de este recomendabilísimo filme. Dos de dos para la directora chilena, que tiene una probada capacidad de atrapar al espectador bajo su mirada y convierte las historias en una experiencia audiovisual deleitosa.

Vamos ahora con Carole Laganière y Los adioses. Una película que nos introduce en los últimos días de los pacientes de la casa Michel-Sarrazin, un centro de cuidados paliativos en la ciudad de Quebec. La obra de Laganière nos habla de dignidad, de los pequeños gestos que marcan la diferencia en el adiós a una vida, una vuelta de mano a quienes ya han hecho suficiente. Una interesante y directa forma de retratar el proceso de aceptación de la muerte y apaciguar el dolor, físico y emocional, en esos últimos instantes. Un filme sutil, pero que, advierto, por momentos se hace muy duro y que nos coloca cara a cara con la muerte, y exige hacerse preguntas, bien por Laganière y bien por los que hemos tenido la suerte de exponernos a su visión.

Y seguimos con las postrimerías de la vida con el cortometraje del cubano Alejandro Alonso Estrella, La despedida, que nos retrata la vida de Pablo Fabelo, un anciano que se obsesiona con recuperar objetos de su vida anterior como minero. Un filme en el que el director aborda la soledad, el intento por reconstruir en base a recuerdos la vida y los mecanismos que encontramos para escapar de un ambiente incómodo. Un trabajo correcto, interesante, pero que no deja huella.

Juego

Y para finalizar, El juego del escondite, del malagueño David Muñoz López; un documental de ficción que utiliza el juego del escondite de unos niños en un campo de refugiados en el Líbano para revelarnos la miseria, el hacinamiento y el desamparo en el que viven los refugiados del conflicto sirio. El trabajo de Muñoz es un proyecto de colaboración con Acción Contra el Hambre que está diseñado para que el espectador se involucre, desde el backstage, en estos asuntos. Un trabajo realmente impecable en términos técnicos, pero que se queda un tanto flojillo en cuanto a guión; distante, insuficiente para generar empatía, Muñoz nos deja con la sensación insulsa y de un quiso, pero no pudo.