¿Quién me iba a decir a mí que me iba a gustar (ojo, moderadamente: no nos pasemos) una película de Isabel Coixet? Quizás "Aprendiendo a conducir" ("Learning to drive") me haya acabado agradando por una razón simple: es la menos Coixet de sus películas. Y es que aquí se aleja del tono afectado, acartado e intensito de filmes como, por ejemplo, "Ayer no termina nunca" y se acerca a ese cine indie yanqui sencillote y básico, subgénero "let go and move on" (ya saben: personajes que cargan con un peso emocional grande y aprenden a aceptar las cosas e iniciar una nueva vida, más simple y luminosa), comprensivo y de pequeñas terapias. Me resulta curioso porque así terminé mi crítica de "Ayer no termina nunca": "Quizá debiera Isabel Coixet aligerar de piedras su mochila de la culpa mundial, confiar un poco más en sí misma y centrarse en los aspectos más naturalistas y desenfadados de su cine, en vez de incidir cansinamente en cierta circunspección que suena aburrida e inane". Y no es que crea que la directora la leyera y me hiciera caso pero, al final, resulta que es justo lo que ha hecho en "Aprendiendo a conducir".