Hay películas cuyas texturas sobresalen la propia pantalla. Una de ellas es Blancanieves, el filme en blanco y negro de Pablo Berger que arrasó en los premios Goya de 2013. La cinta recibió nada menos que diez galardones, uno de lo cuales fue para las manos del director de fotografía Kiko de la Rica (Bilbao, 1965), que ayer recibió el Premio Ricardo Franco con el que el Festival de Málaga Cine Español, en colaboración con la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, reconoce el trabajo de los técnicos más prestigiosos de nuestra industria cinematográfica.

El bilbaíno, que entró en la historia del cine español por trabajar en la primera película rodada en España en formato digital de alta definición, Lucía y el sexo (2001), defiende la fotografía como «la caligrafía y el acento» del lenguaje cinematográfico, como una «sintonía ideal» que haga crecer el guion de la película.

«Siempre parece que acabas de empezar, porque sigues aprendiendo; me sorprende encontrarme hoy aquí por una trayectoria que no te das cuenta y que parece que he tenido te encuentres hoy aquí», confesó ayer, horas antes de recibir el galardón en el Teatro Cervantes.

Aficionado a las cámaras de fotos desde los 12 años, reconoció que fue al descubrir «la magia del estudio» cuando se enamoró de la fotografía. «Empecé iluminando en el País Vasco las misas de los domingos», recordó. Se introdujo en el mundo del audiovisual a finales de los años ochenta con la realización de anuncios publicitarios, televisión y cortometrajes, y dio el paso al largometraje con Salto al vacío (1995), de Daniel Calparsoro.

Entre las películas en las que ha trabajado destacan La comunidad, Balada triste de trompeta y Las brujas de Zurragamurdi, de Álex de la Iglesia; y Lucía y el sexo, de Julio Medem, títulos por los que estuvo nominado a los Goya, galardón que finalmente alcanzó gracias a Blancanieves. «Tienes que pensar qué película tienes, qué presupuesto tienes y qué puedes hacer para no meterte en un lío. Pablo Berger la pensó muy bien y cuando fuimos a rodar sabíamos lo que queríamos», sostuvo.

Entre el negativo y el digital, sostiene que prefiere el primero. «Se pierden cosas en el digital», dijo, precisando, no obstante, que «cada película tiene su textura y su calidad» y que «la aportación creativa o visual del propio soporte es un ingrediente más y lo bonito es que haya gama para tener elección». «Es normal, tal y como está la situación del cine español, que se emplee el digital, pero el negativo no debería desaparecer nunca. Me parecería terrible que desapareciera».

En sus últimas películas ha trabajado en digital, porque en el cine español «los presupuestos han cambiado, se rueda menos semanas, el digital permite rodar con más cámaras, porque no hay problemas de metraje, y hay posibilidad de trabajar la imagen a posteriori». No cree que su trabajo deba «pasar desapercibido», ya que «la fotografía, dentro del lenguaje cinematográfico que elige el director, es la caligrafía o pone los acentos».

Aunque reconoce que ya lo han tentado, por el momento no se ve rodando en una gran producción en Estados Unidos. «Me gustan las películas pequeñas, he estado en Nueva York rodando y la forma es distinta», aseguró, afirmando que se maneja «bien en los sitios pequeños».

Para Kiko de la Rica, «lo ideal es seguir a los directores, y lo perfecto, encontrar un director que tenga personalidad y autoría, con un lenguaje». «A partir de ahí, con tus conocimientos, tu oficio y tu componente creativo, debes aportarle elementos que arropen o que hagan que eso sea al final una pieza más redonda», explicó.