Aunque la película transcurre en Perú, bien podría tratarse de España.

Las buenas obras, ya sean películas o libros, suelen partir desde algo local para después hablar de algo universal. Hace diez años, lo que cuenta esta película podría habernos resultado algo lejano, como cosa del tercer mundo. Y ahora nos damos cuenta de que el tercer mundo está aquí, de que somos nosotros. Hay mucha gente en este país que vive como en el tercer mundo. Y cada vez más. Y personas que hacen negocio vendiendo un país.

Unos negocios que acaban afectando a la sanidad, entre otras cosas.

La película tiene un valor narrativo muy importante. No es un documental ni un panfleto con moralina. Es un thriller. Pero te permite ver muy gráficamente y ponerle cara a las actuaciones de los mercados. De cómo la decisión de dos tipos en Wall Street destruye la vida de un campesino de un valle de Perú.

Su personaje es uno de los que quieren hacer negocio, pero no desde Nueva York, ya que es un terrateniente peruano.

Mi personaje en el fondo representa a esas élites locales corruptas sin las cuales no funciona la gran estafa global. Sin ellos, las decisiones que toman los tipos de Wall Street o los de un despacho de la Castellana, no se pueden aplicar. Necesitan a sus cómplices locales.

Al teatro se le exige agitar la conciencia del espectador. ¿Por qué esto no ocurre con el cine?

No es que no se le exija, es que no se le permite. El cine necesitas pantallas de exhibición y distribución. Y las pantallas de exhibición y las cadenas de distribución están copadas por un cine, que presuntamente es ideológicamente inocuo, que se tilda de entretenimiento, pero que en el fondo son las más políticas e ideológicas que existen, como ocurre con las películas de superhéroes. El cine que a mí me interesa, o al menos al que a mí me gustaría seguir haciendo, es este tipo de cine, como La deuda. Cine entretenido pero que siembra algunas preguntas. Creo que la función del cine como cultura es, no dar respuestas, sino sembrar dudas.

¿Qué opina del resurgir del cine español? ¿Se está tomando en serio el concepto de industria?

No creo que estemos tomando concepto de industria porque lo que está consiguiendo este Gobierno es que no haya y destruir la poca que había. Lo que sí parece que hay es una cierta reconexión del público con algunas películas españolas. Pero no me mostraría muy triunfalista con esto. O lo enfocaría de otra manera. Imagina que esos récords de taquilla, que se han logrado con todas las trabas y con la mala leche con la que actúa este Gobierno contra el cine, se lograsen con una política cultural, no ya como la francesa, sino decente y lógica. Seguramente, en vez de esas cuatro películas que han funcionado este año serían ocho. Y a lo mejor el cine volvería a ser lo que fue en su día, que suponía el 2% del PIB del país.

¿Cree que llegará el cambio tras las elecciones?

Creo que los españoles hemos vivido una especie de Matrix, de fantasía virtual democrática y que al final hemos descubierto que no era tal: que vivimos más en una democracia ritual que en una democracia real. Y espero que entre todos nos demos cuenta de que hay que cambiar las cosas. Hay que dar oportunidad a las cosas nuevas. A mí lo que me sorprende es que viendo lo que vemos, haya en España un 30% de personas que votarían al PP. Entiendo que puedas ser de derechas, tienes perfecto derecho a serlo, pero eso no puede justificar votar a unos señores que son una máquina de corrupción. Eso es lo que no puedo entender. Si votas a un chorizo eres un chorizo.