­«Lo extraño responde a cosas muy normales, y debajo de lo normal hay extrañezas». Con esa frase resumía Juan Cavestany el leitmotiv de Esa sensación, la película a seis manos -las otras cuatro pertenecen a Julián Génisson y Pablo Hernando- que el autor de la alabada Gente en sitios estrenó ayer en la competición alternativa del Festival de Málaga, ZonaZine.

El proyecto surgió de la propia amistad entre los tres realizadores. «Hace justo un año, en mayo, les propuse a Julián y Pablo el experimento de rodar cada uno una parte de una película de una forma independiente; es decir que cada uno rodara lo suyo para terminar uniéndolo. Y así, de forma bastante rápida pero relajada estuvimos rodando durante tres meses», recordó ayer Cavestany.

Pero, ¿qué es Esa sensación? Ésta es su sinopsis: «Un virus lleva a la gente a decir cosas sin querer y un hombre espía a su padre por las calles, mientras una mujer se relaciona apasionadamente con objetos de la ciudad. Tres historias cruzadas sobre el amor, la fe y la voluntad». No son relatos entrelazados e interdependientes; su relación es más bien conceptual, se articulan en torno a las sensaciones. «Una cosa es que no haya diálogo en buena parte de la película y otra muy diferente es que no haya acción; de hecho, en la película hay mucha acción, pero basada en lo sensorial».

Pablo Hernando es el responsable de la historia de la mujer que se enamora de objetos, un relato sin palabras, prácticamente el eje de película, que nació tras el visionado de un corto que circula en YouTube, Casada con la torre Eiffel. Lorena Iglesias interpreta magistralmente a esta amante de los objetos. «Me dejaba fluir , para cada relación con cada objeto use mucho el tacto y la vista, Pablo me decía que cada relación sentimental debía estar en registros diferentes», reveló la intérprete, que muchos habrán visto en Magical Girl (Carlos Vermut).

La segunda historia, a cargo de Julián Génisson, desarrolla el seguimiento de un hijo a su padre, que parece ocultar algo. La idea, confesó su guionista y realizador, proviene de sus ganas por contar una historia en la que se revelara algún secreto que, al final, no resultara tan importante y que abordara el acercamiento a la fe a partir de cosas irrelevantes. O, como afirma Génisson, «la cosa era de defender a capa y espada algo que es una estupidez... En realidad, quería hacer una historia estúpida».

El segmento de Cavestany es quizás el más abstracto de todos, y nos recuerda un poco o bastante a Gente en sitios: la propuesta se basa en una suerte de virus que hace que la gente diga cosas sin querer o descontextualizadas, rompiéndose así la rutina y lo establecido por las convenciones de las relaciones sociales.

¿Y qué tal funciona el todo, las tres historias -más otros segmentos breves- juntas de Esa sensación? «Si nos llevamos bien, ¿Cómo no iban a llevarse bien las historias?», dijo ayer Génisson. Y tiene razón: en el filme las historias no sólo se llevan bien, sino que existe una total armonía entre ellas y logra despertar en el espectador lo que sugiere su título, esa sensación