­El trabajo de Emilio Gutiérrez Caba resulta imprescindible para entender la cinematografía de nuestro país y buena parte de la historia de nuestro teatro y televisión, motivos por el que el certamen malagueño le hizo ayer entrega de la Biznaga Ciudad del Paraíso, un reconocimiento que agradeció, aunque añadiendo un matiz: «Lo de imprescindible lo deciden los espectadores. Vengo de una familia pobre. Soy un señor que va al supermercado como cualquier persona».

Ganó la Biznaga a mejor actor del primer Festival de Málaga, en 1998, por La primera noche de mi vida.

Me satisface mucho volver a Málaga, pero por una razón que me gustaría explicar. Porque habitualmente estos premios se conceden en base a que nunca te han dado un galardón. Y el Festival de Málaga no es el caso, algo por lo que me congratulo mucho. Así que las sospechas en este caso quedan disipadas. Y pasaría igual con los Goya. Si me dieran un Goya de Honor, pues no sería porque nunca he ganado uno, porque tengo dos.

¿Qué películas, de las más de cien que ha hecho, guarda con más cariño en su recuerdo?

Hay unas cuantas en las que disfruté mucho profesionalmente, como La caza, Nueve cartas a Berta, La Colmena, La petición, La Comunidad, Viva la clase media… Hay muchas. Diría que hay bastantes.

¿No cree que La caza fue un título que marcó un antes y un después en el cine español?

Es evidente que los años sesenta marcan muchas líneas en el cine español. Aunque entonces se seguía haciendo un cine de una manera continuista, se rompe con el cine que se venía haciendo y surge el nuevo cine español. Y, evidentemente, La caza, Nueve cartas a Berta o La tía Tula son rompedoras en ese sentido.

¿Podemos trasladar esa época del cine a la actualidad, en la que conviven el cine comercial y de autor?

Sí. Lo que pasa es que la carga ideológica que podía tener aquel cine de los sesenta no la tiene el de hoy. Tiene otro tipo de connotaciones. Pero porque no es lo mismo lo que pasaba en aquella época y lo que pasa ahora. En aquellos años se tomaban las cosas de otra manera. Se hablaba de la confrontación civil y eso hoy en día no existe, o al menos no en ese plano.

¿Es entonces el cine de hoy más frívolo?

Depende. Habría que analizar la época que estamos viviendo. Si los directores o productores no quieren tocar estos temas será porque no les interesa o les interesan otros. El mundo va evolucionando. No se puede uno detener.

¿Cómo contempla el buen momento por el que pasa el cine español?

Me congratula mucho. Hay músculo en el cine español. Y cuando las películas están bien distribuidas y se cuidan todos los aspectos del lanzamiento, pueden competir perfectamente con las americanas.

Pero también tienen que ser buenas películas para lograr estos resultados...

Sí. Lo que no puedo dudar es de que Palmeras en la nieve está apoyada fundamentalmente en un buen guión y en una obra literaria que había tenido una gran acogida.

Después de tantas décadas en el cine, ¿cree que mejor el de antes que el de ahora?

He pensado muchas veces qué cine era mejor o peor, pero no podría decantarme en este sentido. El cine pertenece a su tiempo. Aunque a mí me gustan más los argumentos del cine de los sesenta. Pero eso es algo muy personal.

¿Podemos decir que se ha acabado el divorcio que había con el público?

En cierta medida, creo que sí. Pero se sigue recelando mucho de según qué películas. Con excepción de Palmeras en la nieve, hay otras muchas que nos muestran la otra cara del cine. Por ejemplo, Plan B, en la que Pedro Casablanch interpretaba a Bárcenas. Es una película que se ha ninguneado mucho. Y eso denota que no todas las películas son tratadas igual.

Lo quiera o no, su nombre está en la lista de los chicos Almodóvar.

Claro. Aunque en aquella época no estaba muy de moda lo de ser chico Almodóvar. Creo que ¿Qué he hecho yo para merecer esto? es una de sus mejores películas. Y aunque hay escenas que se suprimieron, mi personaje tenía un punto perverso que desgraciadamente no se pudo ver en la pantalla.

Punto perverso que explotó Álex de la Iglesia en La Comunidad. ¿Nunca ha tenido reparos de trabajar con directores emergentes?

Bueno, ellos han sido los que no han tenido reparos en trabajar conmigo. En eso hemos sido absolutamente generosos los unos con los otros. En el caso de La Comunidad, me divertí mucho con todos los compañeros. Y evidentemente esa película significó un antes y un después en mi carrera.

¿Cómo elige sus papeles, si es que puede elegir?

La elección en este país es muy complicada. Los actores españoles no tenemos esa capacidad de maniobra que sí tienen los actores británicos o norteamericanos. Por lo tanto depende mucho de las circunstancias personales, del momento en el que uno está anímicamente o incluso en lo que está haciendo en otros campos, como el teatro.