"La vida es como el café: sin azúcar no te la puedes tragar", "los libros de autoayuda son como los bikinis: enseñan mucho pero no lo importante", "el futuro siempre es perfecto porque lo soñamos; el presente es imperfecto porque lo vivimos"... Mala cosa cuando un guionista atiborra de citas célebres o supuestamente ingeniosas el libreto de su película -y, de verdad, 'El futuro ya no es lo que era' puede morir de sobredosis de 'quotes'-: denota una absoluta falta de confianza en el corazón de la historia. Y no me extraña porque, en realidad, lo que presenta aquí Pedro Barbero tiene poco de cine y bastante de 'pitch' para una cadena de televisión: no cuesta imaginarnos al guionista y realizador en una sala rodeado de ejecutivos catódicos presentándoles el punto de partida de una serie sobre un vidente de éxito que lee el futuro de los demás pero que es absolutamente incapaz de labrarse el suyo propio. No sé qué respuesta le habría dado si yo hubiese uno de los enchaquetados gatekeepers de lo catódico pero como espectador, desde luego, me temo que he de decirle un "no" rotundo.

'El futuro ya no es lo que era' podría ser una de esas comedias familiares con las que de tanto en tanto Adam Sandler contenta a todos los públicos, lejos de sus devaneos más extravagantes. Y no tendría ningún problema con ello: creo que soy de los pocos fans que le quedan aún a Sandler, me temo, y que disfruta hasta de sus títulos más emitibles en la sobremesa. Pero me resulta imposible salvar el gran escollo del filme de Barbero: que todo en ella suena tan falso como las predicciones de un tarotista de cadena local. Nada encaja, no hay dirección de actores -cada uno está rodando su propia película: a Dani Rovira le sale a veces el acento vasco que fingía en 'Ocho apellidos vascos', sus hijos en la película declaman como niños expertos en castings para anuncios de televisión y Carmen Maura hace de Marisa Paredes haciendo de Marisa Paredes-...

Pero lo peor, sin duda, es que no hay tensión, todo es no ya previsible -no sería un pecado, desde luego- pero sí fofo, aburrido... Y seguramente resulte así porque, sin conocer a Pedro Barbero, me da a mí que es un tipo bonachón, de ésos sin dobleces y bienpensado -todos, absolutamente todos los personajes de su película no tienen un asomo de sombra-, que parece haber volcado en la película cosas que le importan de verdad y que quiere compartir con los demás. Pero, lo siento, Pedro, no consigues que me importe lo que a ti te importa. Será que yo soy un puñetero y un recalcitrante o que a tu trabajo le ha faltado mordiente. "Es mucho más difícil intentar ser un buen tipo que ser uno malo. Porque el mundo parece, fundamentalmente, un lugar malvado. Así que para tratar de ser una buena persona, tienes que combatir la tentación y el vicio" (Michael Shannon). Te ha faltado tentación y vicio, me temo.