Me gustaría saber qué razones impulsaron la idea de llevar al cine 'Memorias de un hombre en pijama' teniendo Paco Roca en su catálogo obras mucho más imponentes (sí, también más difíciles, ariscas) como 'Los surcos del azar' o 'La casa' (a la altura, o más arriba, de su celebrada 'Arrugas', también llevada al cine). Pero aquí estamos con esta traducción a la imagen en movimiento de esta primigenia serie de tiras cómicas publicadas en un periódico, una pieza para mí absolutamente menor dentro del corpus del dibujante. Menciono y subrayo el formato original de estas historias porque, de alguna manera, aquello, su publicación en un contexto ajeno al mundo del cómic en sentido estricto (aunque tan ligado a él) como un diario y su periodicidad, suponían el cierto atractivo de aquella aventura emprendida por el valenciano. Cuando recopiló las tiras en tres volúmenes alibrados, cierto, también se perdió algo, pero esa 'traición' tenía sentido (acercar ese producto a quien no hubiera podido adquirir el periódico regional en que se publicaron); sin embargo, su transformación en largometraje animado elimina las peculiaridades y deja el esqueleto narrativo al aire, especialmente sus debilidades.

Tengo un crío de 14 meses, así que, como se imaginarán, me sé de memoria la parrilla de Clan. Curiosamente, 'El asombroso mundo de Gumball' o 'Clarence', teóricamente preparadas para los peques (y me imagino que sus progenitores menos adaptados a la vida adulta en sentido estricto), contienen guiños, juegos, contenidos y perspectivas sobre la vida mucho más estimulantes, imaginativas, traviesas y, sí, hondas que esta 'Memorias de un hombre en pijama'. A ver, entiendo que hablamos de productos diferentes, no trato de establecer comparaciones, sé que la animación no es un género (¿qué tendrán que ver Miyazaki, 'Belladonna of Sadness' y 'Teen Titans Go'? Lo mismo que Apatow, Tarr y Maddin); simplemente me llamó mucho, muchísimo la atención durante la proyección de la película de Carlos Fernández de Vigo que ésta, y no lo que había visto el día anterior con mi hijo, era el producto destinado para adultos. Sí, hay sexo; sí, hay tacos; sí, los protagonistas son cuarentones y tiene problemas de cuarentones. Pero, aún así, lo que cuentan y cómo lo cuentan suena pueril, aburrido, a lugar común... Suena infantil. Quizás porque no haya nada más infantil que un cuarentón desnortado y peterpanesco, pero no ayuda la manera en que se presentan sus peripecias, arropadas por esos amigos tan planos y de caricatura, con ese mensajero tan de serie antigua de Josep Viciana y, sobre todo, con ese objeto de afecto, la protagonista femenina, que es la fantasía masculina diseñada tan al milímetro (una indie pixie mezclada con las turgencias de una vamp)... que no es cierta.

Lamento quizás el tono y algunas palabras que estoy tecleando, porque seguramente 'Memorias de un hombre en pijama', simpática y poca cosa como es, y quienes la han hecho no lo merecen (se nota que es una labor de amor), y quizás encuentre un público a su medida que la acoja con entusiasmo. Yo no he podido o sabido entrar. ¿Saben? Quizás es porque cuando yo estoy en casa, fuera de horario nocturno y de primera mañana, no soporto vestir pijama.