Tras el documental 'Trombón' y la película 'El silencio' el director venezolano Arturo Castro Godoy vuelve a ponerse tras la cámara. Esta vez para contarnos la historia de una madre, Lucía, que debe encontrar a su hijo tras sufrir un accidente. Con setenta y dos minutos de duración la actriz Julieta Zyberberg muestra su día a día, el de una mujer normal y corriente que en este caso cría sola a su hijo. Hasta ahí todo lo visto nos es familiar pero todo cambia cuando recibe la llamada de la maternidad. Un accidente, una señal de socorro y un vínculo indestructible que convierte a una madre en un ser irresponsable y obsesivo con tal de conseguir su objetivo. El director nos muestra en ese camino hacia la salvación de Lucía y su hijo la ambigüedad de los actos provenientes de la más pura llamada poniendo al espectador en un punto intermedio donde reconocer el dolor de una madre afligida y despreciar el modo en el que consigue sus propósitos. Es en estos momentos donde sale lo mejor y lo peor de Aire. Quizás el peor error de la cinta es pasar de puntillas por los mejores momentos de la película, aquellos donde todo parece revelarnos lo que piensan los personajes en contradicción con sus actos, y centrarse en secuencias como la del supermercado, con una incapacidad de elipsis impropia de un lenguaje narrativo equilibrado en su propuesta. Aire no llega a la hora y media, tiempo más que suficiente para mostrarnos la peor de nuestras pesadillas pero contada con un exceso de altibajos que logran en el espectador fatiga e incapacidad; dicho en lenguaje cinematográfico: torpeza para empatizar con su protagonista.