Jota Linares (Cádiz, 1982) se formó en la Universidad de Málaga y aquí, precisamente, empezó a levantar el proyecto teatral que ayer se convirtió en una película: ¿A quién te llevarías a una isla desierta? Se cierra el círculo de este drama generacional sobre cuatro amigos que conviven en Madrid, el relato de 24 horas que determinarán de alguna manera el futuro de cada uno de ellos

¿Cómo se consiguió llevar una obra de teatro tan personal e íntima como ¿A quién te llevarías a una isla desierta? a la pantalla?

Nos daba mucha pena que estos personajes se quedaran solo en el teatro porque en el teatro las obras tienen un ciclo, se representa y después desaparecen, a no ser que seas un gran clásico. La experiencia de mi primera película [Animales sin collar] me dio la formación que necesitaba y el calor de la gente y al final conseguimos que estos personajes terminaran viviendo en una película, como nos decíamos constantemente.

¿Tuvo que hacer sacrificios durante la adaptación?

Sí, claro. Muchas partes de la obra que me encantaban pero en cine no funcionaban, funcionaban en teatro. Le pegamos una patada al libreto porque la película es otra cosa. Y sabíamos quiénes son nuestros personajes, lo que les pasa, lo que queríamos contar...

Una de sus virtudes es el excelente trabajo con los actores, se está convirtiendo en uno de sus sellos de identidad. ¿Cómo consigue sacar lo mejor de ellos?

Les comenté que salieran juntos, que se conocieran más a fondo antes y durante el proceso de lectura de guión y durante; se trataba de formar dinámica de grupo de amigos y funcionó: cuando llegaron al ensayo parecía que se conocían de toda la vida. Y luego es fundamental la confianza: yo les di mucha confianza para aportar lo que ellos creían que tenían que aportan y viceversa. La película no es sencilla: se rodó durante cinco semanas pero ocurre durante veinticuatro horas; el raccord emocional que debían tener ellos era muy bestia sobre todo durante los veinticinco minutos que dura el juego. Ellos trabajaron con mucha profesionalidad pero es que les gustaba mucho el guión y eso se nota en los actores.

Se ha convertido en un referente local en Málaga: el chico que trabaja en Fnac que hacía cortos y teatro, que después se fue a Madrid y ahora presenta dos películas en menos de dos años y una de ellas en el Festival y en sección oficial. Hoy en el palco de butacas se podía vislumbrar a muchos cortometrajistas ilusionados por ver la película de uno de sus referentes. ¿Qué les podría decir?

Muchas gracias, me emociono al escuchar eso. Yo les diría que trabajasen siempre desde la humildad. Esto es un negocio donde el ego te puede jugar malas pasadas. Ojalá todos tengan su oportunidad y que haya espacio para las historias de todos.

¿Cómo se enteró de que estaba en la Sección Oficial del Festival de Málaga?

Jo, la verdad es que me emocioné muchísimo. Fue justo antes de dormir un viernes a las dos de la mañana y sé que fue un viernes porque yo ya soy un señor mayor y a las once me acuesto [riendo]. Mi marido y yo estábamos viendo una película a punto de dormir cuando recibí un mensaje de Bea [Beatriz Bodegas] diciéndome que estábamos en el Festival de Málaga y me ilusionó muchísimo.

La película se podrá ver en Netflix el próximo 12 de abril. ¿Cómo ha sido trabajar con la plataforma que está revolucionando el mundo del cine?

Netflix son gente que ama el cine, la cultura, la ficción, el arte, el amor por contar historias. Eso es Netflix. Te conceden una libertad absoluta a la hora de trabajar y han tenido un respeto hacia todos los integrantes de la película descomunal. Trabajar con ellos ha sido una gozada. Desde elegir un día para visitarnos que no molestara a los actores porque sabían que era una película muy complicada... Esos detalles revelan el respeto por el oficio. Y después, claro, está la oportunidad que te ofrecen de llegar al mundo: el estreno será con una audiencia planetaria, eso es difícil de conseguir de otra forma. Yo espero que la película guste, emocione y que cuando pase un tiempecito la película siga ahí.