El veterano intérprete protagoniza junto a Asier Etxeandia, Hugo Silva y Marian Álvarez la película Sordo, filme de Alfonso Cortés-Cavanillas que relata con aires de western un intento de sabotaje al franquismo por parte de un grupo de maquis en 1944

Su personaje, el franquista sargento Castillo, simboliza en esta película el carácter fratricida de la Guerra Civil española.

Ya en la primera escena, Castillo no quiere disparar. Ha optado por no ser el perro de presa que persigue a las viudas o a las mujeres abandonadas para pescar a los maridos. Ensalzar y mostrar esta parte del conflicto es algo que no hacemos bien dentro de la reconciliación de la memoria. A veces, cuando uno pide memoria sobre los que más desprotegidos han sido, sobre los perdedores, alguien te responde por delante que también habría que hacer una memoria de los otros. Y en vez de decir sí, nos negamos. Eso es no escuchar. Castillo es eso: los mediadores en un conflicto suelen tener un final trágico, pero estoy seguro de que Castillo al menos sabe que ha matado poco.

¿Cómo es que se lanza a participar en una película sin financiación, basada en una novela gráfica y que trata de la Guerra Civil, tema que muchos consideran agotado en el cine?

Los sacrificios son los que no tienen importancia a la larga. Tienes que sacrificarte un poco en el dinero, pero si consigues llegar a fin de mes y volver a casa en taxi, es un sacrificio menor. En este caso era hacer un personaje de servicio con mucha simbología, que es un regalo más que un sacrificio. Y luego, lo que más nos desconcertó y lo que creía era el gran sacrificio, que era trabajar a toma única, se convirtió en el motor de la película. Además, los actores no sabemos vernos. Cuando somos muy protagonistas y estamos continuamente en pantalla es un martirio. Hacía mucho tiempo que no veía una película con el disfrute y la tranquilidad con la que he visto ésta.

Porque sale poco...

¡Porque salgo poco! [Risas].

¿Salir de su zona de confort es también una manera de mantener viva su profesión?

Sí. A partir de una edad te rejuvenece mucho. Te divierte. A veces la vida te da un palo tan grande que te asustas, pero en seguida descubres que es una oportunidad para mejor. Como un reseteo. No repetirte ni mantenerte en una zona cómoda y no hacer siempre lo mismo es lo que te permite obtener resultados diferentes. Uno no se debe empecinar en defender siempre su pasado. Y tampoco pensar en el futuro, porque en mi caso ya no tengo tanto. Por eso vivo mucho el hoy y lo disfruto. La vida me ha obligado a que piense en el hoy porque es lo que tengo.

Acaba de estrenar la vigésima temporada de Cuéntame como pasó. ¿Alguna vez pensó que la serie duraría tanto?

No. Ni a la temporada décima...

En la temporada 15 llegó a decir que estaba hasta las narices.

He pasado por todas las etapas. Ha habido cambios de formato en estos años y no era estar tanto hasta las narices sino que en la temporada 15 se creó un valle en el que fuimos muy confortables. Y entonces era muy aburrido. En cambio ahora Cuéntame tiene una gran vitalidad. Tanta que asusta.

¿No asusta más que un diputado de Vox haya llamado «buscadores de huesos» y «estrategas del revanchismo» a los defensores de la memoria histórica en el Parlamento andaluz?

Tengo la impresión de que la metodología de campaña de Vox está determinada desde fuera y se ha probado ya antes en otros sitios. Y están utilizando elementos de campaña que no son problemas españoles, como lo de las armas en casa y todo eso. Me recuerda a la campaña americana, al señor que les está asesorando, y me recuerda a una gente que ha aprendido que la democracia es muy endeble. Volveremos a Cambridge Analytica, acuérdate de lo que te digo. No veo un programa de gobierno, solo una agitación. Me recuerda mucho a otras campañas en el mundo orientadas por las mismas. A mí no me molesta, soy ya mayor y he vivido con el franquismo, pero oiremos cosas mucho peores.