Al hilo del fenómeno de "Campeones", su protagonista, el actor Javier Gutiérrez, sostiene que esta película, además de su valor cinematográfico, "tiene un enorme valor educacional" y es que, a su juicio, el cine, "más allá de entretener o divertir, tiene que concienciar".

"Películas así me reconcilian con un cine que muchas veces está sometido al criterio de las cadenas de televisión o de las personas que financian un proyecto", ha afirmado en un encuentro con los medios Gutiérrez, que este domingo recibe el Premio Málaga en el vigésimo segundo Festival de Cine en Español en reconocimiento a toda su trayectoria.

Considera que esa cinta "se ha convertido por derecho propio en un auténtico fenómeno social y ha cambiado la mirada de los ciudadanos respecto a las personas con capacidades diferentes", un "mundo muy ignorado durante mucho tiempo por la sociedad".

Ha recordado que tiene un hijo de 10 años con una discapacidad, por lo que "no podía dejar escapar" la oportunidad de hacer esta película que ahora, ha destacado, "es de visión obligada en muchos colegios e institutos de Francia".

"Más allá de lo que haya hecho y de lo que esté por venir, 'Campeones' va a ser la película de mi vida", proclama Gutiérrez, que califica la de actor como una "profesión de funambulista".

Y añade que éste es un momento "en el que prima la inmediatez, de nada sirve lo que se haya hecho" y el actor "depende de un factor, que es la suerte, que no se puede controlar".

Su primer trabajo en la gran pantalla llegó en "El otro lado de la cama", con un papel que "quedó reducido a la mínima expresión", y Gutiérrez creía entonces que no estaba "llamado para el cine".

"En la página del guión donde estaba mi secuencia puse: 'No sirvo para hacer cine'. Creí que no estaba preparado para trabajar ante una cámara y todavía hoy estoy aprendiendo".

Años después llegó "La isla mínima", de Alberto Rodríguez, que fue un "salto cualitativo" en un momento en el que estaba "muy emparentado con la comedia y con la televisión", un medio al que le debe mucho por haberle servido "de aprendizaje" y haberle dado "tablas" para moverse en el mundo del cine.

"Hice el personaje con mucho miedo, porque siempre que me enfrento a un proyecto creo que se han equivocado y que no voy a dar la talla", asegura el actor asturiano, que sin embargo esta vez, por primera vez en el cine, vivió "el proceso de creación como si fuese un espectáculo de teatro, con un mes de ensayos".

Al afrontar un trabajo, cree que es "muy importante" que "todo esté en el texto", puesto que "cuando el personaje está bien armado y los diálogos son verdaderos, uno ya tiene mucho trabajo hecho".

"Le doy mucha importancia al diálogo con el director. No me gusta que me digan todo lo que tengo que hacer, voy con propuestas, intento dialogar, no imponer mi criterio, y tengo mi idea de la película, del personaje y de las secuencias", asegura.

Cuando se le pregunta por sus referentes, admite que le da "lástima" que haya "actores jóvenes de este país que se miren en el espejo americano", cuando en España hay referentes "con nuestro ADN" como Fernando Fernán-Gómez, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, José Sacristán o Julia y Emilio Gutiérrez Caba.

Aunque acaba de participar en una película para Netflix, que después de pasar por salas se estrenará en 190 países simultáneamente a través de esta plataforma, Gutiérrez confiesa que en este asunto tiene "un espíritu romántico".

"Concibo el cine en una sala oscura, con una pantalla grande, rodeado de personas a las que no conozco de nada pero con las que estoy sintiendo lo mismo, y creo que eso se va a perder. No disfruto igual viendo 'Roma' en una pantalla de cine que en mi casa".