La Sección Oficial del Festival de Málaga ofreció ayer la película dominicana Malpaso, del joven director Héctor Valdez. La cinta, rodada en un cuidado blanco y negro, refleja la dura realidad en la frontera entre República Dominicana y Haití a partir de las peripecias de dos mellizos, uno negro y otro albino.

Cándido y Braulio son huérfanos creciendo indocumentados en las afueras del mercado fronterizo de Malpaso. Día a día, Braulio ayuda a su abuelo a vender carbón en el mercado mientras que Cándido permanece recluido haciendo las tareas de la casa, lejos de las miradas inquisitivas y despectivas por su albinismo. La vida de ambos da un giro inesperado tras la muerte de su abuelo. Ahora Braulio tendrá que cuidar de su hermano e intentarán sobrevivir al día a día. A su vez, Cándido no deja de soñar con el eventual regreso de su padre quien los abandonó al nacer.

Valdez pretende dar a conocer la realidad social que se vive en una de las zonas más olvidadas de su país. «Quería visibilizar la realidad de los niños y niñas de esa zona. Una realidad que la sociedad muchas veces olvida», aseguró el director en una rueda de prensa virtual, en la que estuvo acompañado por dos de los actores de la cinta, Vicente Santos y Luis Bryan Mesa.

La historia se desarrolla en el mercado binacional en el que conviven las culturas haitiana y dominicana. La idea de rodar allí surge de la primera visita del director al mercado: «Allí escuché la historia de un albino que impresionó la zona. Esa historia me sensibilizó mucho», recordó. Valdez explicó que creó la historia a modo de fábula y cuento, con los dos hermanos como protagonistas. El uso del blanco y negro se debió a motivos técnicos por un lado y, simbólicos, por otro. «En el mercado binacional hay un alto contraste de colores, en ese sentido, pensamos que podía desviar al espectador sobre la clave de la historia». A nivel simbólico, la elección del blanco y negro se debe a contar la historia de «un chico que es blanco como la luna y otro que es negro como la noche».

El cineasta también mencionó los arduos trabajos de investigación que realizaron sobre la zona gracias a la colaboración de fundaciones como Save the Children. El objetivo era conocer con total profundidad la situación de los niños y niñas indocumentados que viven allí. Para Valdez, el cine es un instrumento generador de debate y denuncia: «El cine es el mejor mecanismo para generar una conversación y empatizar sobre un tema. Queremos que la película invite a reflexionar al público sobre esa difícil realidad», concluyó.