En su infancia, Óscar Martínez ya era actor. El intérprete argentino hacía representaciones en casa de su abuela y, a partir de esta precoz declaración de intenciones, se fue aproximando al oficio que le ha tenido abrazado al teatro y al cine en las últimas décadas. En el séptimo arte se quedó a vivir para siempre de forma tardía. El boom que supuso en 2014 Relatos salvajes multiplicó su nombre en las carteleras. Y, solo un par de años después, deslumbró al mundo entero con su papel en El ciudadano ilustre, que imagina la historia de un escritor de fama que regresa ya en la cumbre a su pueblo natal. Salvando las distancias, el argumento puede recordar al retorno a la cuna emprendido recientemente por Antonio Banderas, que fue quien le entregó de forma virtual la Biznaga Ciudad del Paraíso a un Óscar Martínez que es galardonado cada vez que se roza con el Festival de Málaga. De hecho, este homenaje ha cerrado su trilogía malagueña. Ha traído la tercera biznaga que cosecha en un lustro tras las conseguidas en el certamen de 2016, por su papel en Koblic, y el año pasado por su trabajo en Yo, mi mujer y mi mujer muerta.

En la conversación por videoconferencia que mantuvo Martínez con el director del festival, Juan Antonio Vigar, quedó claro que Relatos salvajes supuso un punto de inflexión en su carrera: «Había hecho películas importantes como 'La tregua', la primera película argentina que fue candidata al Óscar a mejor película extranjera, pero pasaron muchos años hasta que volví a filmar. Con El nido vacío, de Daniel Burman, gané la Concha de Plata en San Sebastián pero pasaron siete años hasta Relatos Salvajes. Y además del éxito de taquilla y en todo el mundo, algo pasó para que los directores de cine no hayan parado de llamarme, llegué a hacer cuatro películas en un mismo año. Algo pasó con Relatos Salvajes que terminé dejando el teatro y ahora solo hago cine», dijo Martínez.

Luego, para El ciudadano ilustre, Gastón Duprat -según recordó Juan Antonio Vigar- lo llamó diciéndole que el personaje solo lo podía hacer él, aunque no se conocían. Y aquel momento fue evocado como carne de anécdota por Martínez: «Fue gracioso, yo no los conocía personalmente pero había visto El hombre de al lado y me había encantado; pero me llama Gastón y me dice que me conoce muchísimo y yo pensé qué presuntuoso es este muchacho al decirme esto si no hemos intercambiado una palabra o tomado un café, pero en las sexta o séptima página del guión vi que tenía razón, que me había hecho un traje a medida y me enamoré de ese trabajo».

El actor argentino recordó que rodaba Toc, toc en Madrid en 2016, cuando le dieron la Copa Volpi en Venecia por El ciudadano ilustre y fue el primer actor latinoamericano en conseguirlo y el segundo de habla hispana. Aquello estaba a la altura del sorprendente impacto de aquella cinta en la que un escritor de éxito regresa ya mayor a su pueblo natal: «Fue una película que se vendió al mundo entero, incluso a países donde nunca se ha vendido una película argentina, se convirtió en una película icónica. Me hablan de ella como una película de culto, la hicimos con mucha pasión y nos ha hecho muy felices porque ha tenido una repercusión que no esperábamos, pensaba que era para un coto de caza reducido y tuvo un alcance masivo y en Netflix tiene todavía un gran éxito», relató el argentino.