Entrevista | Juan Antonio Vigar Director del Festival de Málaga

«El ejercicio de resistencia del año pasado nos ha hecho ganar prestigio como festival riguroso»

Este jueves comienza la vigésimo cuarta edición del Festival de Málaga, que ha debido aparcar de nuevo su característica naturaleza festiva y popular para driblar la pandemia. Su director, Juan Antonio Vigar, afronta la segunda edición con mascarilla del certamen después de la más que satisfactoria experiencia piloto del año pasado

Vigar, frente al corazón del Festival, el Teatro Cervantes (que también dirige).

Vigar, frente al corazón del Festival, el Teatro Cervantes (que también dirige). / ÁLEX ZEA 

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

 Afronta la segunda edición con mascarilla del certamen después de la más que satisfactoria experiencia piloto del año pasado, que hizo del Festival de Málaga el primer gran acontecimiento cultural celebrado durante la pandemia. Fue un salto con red, un ejercicio de valentía prudente que ha reportado notables recompensas a la cita. Como suele suceder con los que arriesgan con cabeza.

Empecemos por el final. ¿Qué sintió al terminar la edición del año pasado? ¿Alivio, satisfacción?

Tuve la sensación del trabajo bien hecho. Habíamos planteado una apuesta valiente pero basada en la seguridad de unos protocolos higiénico-sanitarios y desde la confianza en que todos íbamos a colaborar para que se pudieran implementar. Y así lo hizo el equipo del Festival, como también nuestros invitados y la prensa. Durante los diez días del Festival nos subimos al alambre y asumimos los riesgos del que empieza a abrir un camino, como así fue para compañeros de otros festivales. Fue también un ejercicio de valentía basada en un trabajo que ahora recuerdo agotador, porque no había referentes en ese momento, tuvimos que crear un plan director enorme que incluyera todas las medidas y protocolos higiénico-sanitarios.

¿Hubo algún momento de cierta recompensa emocional en la pasada convocatoria?

Hay un episodio que siempre cuento: acudí a una actividad del Museo Picasso Málaga y a la salida se me acercó una chica joven y me dijo: «Juan Antonio, debajo de esta mascarilla estoy sonriendo, estoy feliz. He vuelto a encontrarme con mi gente, con mi colectivo, he sentido que la gente del cine seguíamos siendo una familia, una industria. Y por eso te estoy agradecida». Me fui de allí muy confortado.

Me imagino que la experiencia habrá supuesto un aprendizaje que se aplicará en próximas ediciones, ya sin mascarilla. Por ejemplo, qué empaque las ruedas de prensa en el Cervantes y no en los más escuetos Salón de los Espejos del Ayuntamiento o la Rossini del propio teatro.

No hay mal que por bien no venga. Hemos tenido que enfrentarnos a nuestra propia realidad y ver cómo nos adaptábamos. Tenemos un modelo muy consolidado, al que espero volver el año que viene, pero tuvimos que poner a trabajar la imaginación para conseguir objetivos. Y muchas cosas que ideamos entonces se van a quedar. Una, por ejemplo, la que acaba de plantear: dada la cantidad de medios, el Salón Rossini se ha quedado muy pequeño y la dimensión del Festival justifica las presentaciones en el Cervantes. Y también intentaremos reforzar muchas cosas desde el punto de vista online: nuestro trabajo no se puede quedar en las personas que nos visitan, debe llegar a más lugares. Al final, todo esto es un aprendizaje que nos permita mejorar sin renunciar a nuestras señas de identidad.

¿La prudente valentía del año pasado ha intensificado los vínculos del Festival con el sector audiovisual español?

Totalmente. El Festival de Málaga, con suejercicio de resistencia el año pasado, su planteamiento de buscar una ventana temporal antes que cancelar, hizo que creciéramos en prestigio y en consideración por parte del sector, no ya como plataforma de promoción de sus productos sino como un evento serio, riguroso y bien organizado. Y todo eso nos ha hecho ganar mucho afecto por parte de la industria y del sector cultural. Si tenemos que ir a los datos concretos, los panelistas expertos del Observatorio Cultural de la Fundación Contemporánea nos designaron el proyecto cultural más valorado de Andalucía y subimos hasta el puesto 11 en el ranking nacional. Estamos muy orgullosos.

¿Y también se han estrechado los vínculos con las instituciones?

Espero, confío y deseo que esta etapa en la que todos hemos tenido que trabajar tan duro sirva también para que las administraciones valoren el posicionamiento que el Festival ha alcanzado. La interlocución con todas es fluida, y desde ese punto de vista esperamos ir creciendo. De hecho, el Ministerio de Cultura ha duplicado su aportación este año y estamos trabajando con el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) para que estas ayudas sigan creciendo. Y estamos convencidos de que, siendo el proyecto cultural insignia de Andalucía, la Comunidad Autónoma también entenderá que su inversión en el Festival es muy eficiente. Con esa suma de instituciones, con un Ayuntamiento que demuestra permanentemente su apoyo al certamen, con su sensibilidad en estos momentos difíciles con la caída de la taquilla, debemos tener un futuro mucho más prometedor desde el punto de vista de los recursos.

Vayamos a la programación, a los contenidos de esta inminente vigésimo cuarta edición. Siempre hace hincapié en la presencia femenina en la selección de películas del certamen. ¿Estamos ya muy cerca de la paridad?

Sí, lo cual resulta especialmente relevante. Esta convocatoria el 36% de las películas seleccionadas están dirigidas por mujeres; si nos vamos a la Sección Oficial de Largometrajes hablamos de un 40%, que se dispara al 60% en apartados como el de cortometrajes documentales. Nuestra voluntad es que, desde el respeto a la calidad, necesaria en un evento prestigioso como el nuestro, se le dé voz al cine hecho por mujeres. Es una cuestión estratégica para el Festival. que lleva ya 12 años trabajando calladamente, antes de que muchos movimientos sociales estuvieran en su auge actual, con una sección como Afirmando los Derechos de la Mujer. Además, las grandes áreas de responsabilidad del Festival, de nuestro equipo, las ocupan mujeres y no puedo sentirme más feliz del trabajo que realizan. Y en esa línea seguiremos.

«Estamos muy cerca de la paridad en las películas seleccionadas, una de nuestras líneas estratégicas»

Dos malagueños, Macarena Astorga y Ezekiel Montes, lucharán por la Biznaga de Oro con La casa del caracol y Hombre muerto no sabe vivir, respectivamente. ¿Es un guiño reivindicativo de la calidad del cine que se hace en la Costa del Sol?

Es la constatación de dos cosas. La primera, la calidad de los trabajos malagueños les permite hablarles de tú a tú al resto de seleccionados; porque no se trata de seleccionar por el lugar de origen del director. Y la segunda, como comentó Ezekiel en la presentación de contenidos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, es la constatación de la labor de acompañamiento que el certamen ha realizado durante todos estos años del tejido audiovisual malagueño: él decía aquel día que gracias al Festival ha tenido la oportunidad de mantener encuentros y relaciones con el sector que le han permitido poder convertirse en director y verse con una película en la Sección Oficial.

Los primeros años del certamen algunos se quejaban de la escasa presencia de productos made in Málaga.

El sector malagueño ha sido muy inteligente. En los primeros momentos se nos decía: «Hay que programar las películas malagueñas, porque son de malagueños». Y les respondíamos: «Tienen su espacio, pero a la Sección Oficial hay que llegar cuando corresponda, c uando tengamos esa capacidad de que las películas no queden sobreexpuestas ni debilitadas». Y lo entendieron, y nos han ido acompañando, como nosotros a ellos. Los productores malagueños son hoy por hoy conocidos en el sector, gracias a este festival, y son productores muy dinámicos, con gran capacidad para montar proyectos.

Por primera vez los Goya han dado su premio gordo a una película aupada por el Festival, Las niñas, de Pilar Palomero. ¿Era cuestión de tiempo que el mainstream de la industria se alinease con la apuesta de futuro del Festival de Málaga por los autores jóvenes, muchos de ellos mujeres, y que se mueven en coordenadas más independientes?

Tenemos un orgullo íntimo por esto que destaca. Porque cuando se apuesta por el nuevo talento no se trata sólo de seleccionar óperas prima; requiere de una mirada y de una capacidad de visión que sólo el paso de los meses te demuestra. Ésta es una seña de identidad a la que no queremos renunciar, porque nos ha posicionado muy bien en el conjunto del sector. Este año tenemos el caso de autoras como Julia de Paz (Ama) y Ainhoa Rodríguez (Destello bravío). Pero aun siendo éste un eje estratégico, el festival donde adquiere su verdadera utilidad es en el hecho de convertirse en un reflejo fiel de lo que se está haciendo en el cine en español. Siempre digo que nuestra singularidad es la generalidad. Este año habrá comedia, también películas de mayor profundidad psicológica, autores de veteranía como Agustí Villaronga, nuevos realizadores, películas de un formato de producción amplio y otras con menos recursos. Hoy el cine español es diverso, rico en planteamientos, miradas, formatos de producción, y pretendemos que quepa todo eso. Luego entran las cuestiones de gustos…

Entiende a quien no entiende que Operación Camarón esté en la Sección Oficial, aunque fuera de concurso.

No, por lo que le acabo de explicar. Hay que trabajar para ser reflejo de todo lo que se hace en la industria. Mis gustos personales son más autorales, pero yo me divertí enormemente con Operación Camarón. Queríamos abrir la oportunidad para que se vea aquí como un ejemplo magnífico de las comedias que se hacen en el cine español. Por cierto, hemos visto para este año muchas comedias, porque parece, y me uno, necesario sonreír en estos momentos. En todo caso, si se tiene una visión más global y se distancia uno de sí mismo, de sus gustos, se dará cuenta de que el Festival de Málaga suma elementos para atender a los gustos de todos. Y afortunadamente se va logrando.

Sigo ejerciendo de abogado del diablo: algunos de los homenajeados, y no es algo nuevo, nunca han venido al Festival con película bajo el brazo. Pienso en Alejandro Amenábar y en Oliver Laxe, por ejemplo.

Entendemos que nuestros homenajeados, nuestros nombres propios son el orgullo del sector del cine español. Que no hayan traído sus películas no es algo que debilite sus méritos ni por otro lado sea algo que se tenga que mantener en el tiempo; probablemente, con el paso de las ediciones, podremos tener películas de nuestros homenajeados. No les exigimos nada en este sentido pero sí nos posicionamos a su lado para hacerles comprender el valor y la utilidad de nuestro festival para por si en el futuro puedan traer aquí sus películas.

« Debería primar el aforo sobre la distancia de seguridad en las proyecciones, como ocurre en los transportes públicos»

Debe de ser triste empeñarse en ofrecer una programación de interés para unos aforos tan reducidos como los obligados por las autoriades sanitarias, ¿no?

Es que cuesta mucho trabajo entender la aparición del concepto aforo y el concepto distancia: nuestro aforo máximo sería de un 85% pero si luego se nos exige tener una butaca libre por delante, detrás, izquierda y derecha no podemos pasar del 50 y poco por ciento de aforo. Son medidas en sí contradictorias, deberían primar los aforos y no tanto las distancias, como ocurre en muchos otros momentos de la vida, como en los transportes públicos. Confiamos en que se modifique, incluso si es durante la celebración del festival. Porque es una pena: la venta de entradas ha ido muy rápida y hay algunas películas que ya tienen sus aforos agotados.

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Mientras Juan Antonio Vigar y su equipo diseñaban los contenidos de su vigésimo cuarta edición han estado preparando las estrategias de su siguiente convocatoria, la del 2022, la de los 25 años, la de las bodas de plata y, presumiblemente, la del adiós a las mascarillas y el hola de nuevo a marzo. «Me gustaría que fuera la edición de la vuelta a la vida, a la vida del Festival, porque nuestro modelo de siempre haya podido hacerse. Y una vuelta a la vida en el sentido de reencuentro con nuestra ciudad de manera plena, con la alfombra roja, que los actores puedan volver a convivir con los malagueños. Voy a muchos festivales pero si algo caracteriza al de Málaga es su especial unión con los ciudadanos», asegura Vigar, quien reconoce que le «emociona» comprobar «cómo los malagueños hablan de lo importante que es el Festival para Málaga». Sobre el tapete, varios proyectos: «Abrirnos a esa idea de Cinema Mundi, de poder ser escaparate para incluir películas que hayan estado en otros festivales con éxito como sección propia que agradaría a muchos cinéfilos. Y estamos trabajando en un proceso de confluencia y permeabilidad con el MaF, para que éste también se celebre durante el Festival y que todo conforme un gran evento de la cultura».

La vigésimo quinta edición, por ser un número de ésos redondos para los amantes de los aniversarios, supondrá una oportunidad perfecta para mirar al retrovisor y sacar conclusiones. Le pedimos algunas ya a su director: «El festival ha pasado por muchos avatares, con momentos de mucha luz y algunos de sombra, pero siempre ha sabido evolucionar, adaptarse a las necesidades del sector. Ha tomado medidas valientes pero coherentes; la valentía tiene que estar inspirada en algo, en la seguridad cuando toca y en la coherencia cuando corresponde». La celebración de los 25 años no podrá ser completa: todavía falta algo más de tiempo para que la sede del certamen, el NeoAlbéniz, sea una realidad (este año se comenzarán los trabajos de demolición y tratamiento del terreno). Pero nay prisa: «Da igual el momento, lo importante es que se haga, porque nos dotará de unas infraestructuras culturales necesarias en el Centro (el Festival está muy limitado en ese sentido) y porque ganaríamos un nuevo espacio, el de la ladera de Gibralfaro»