Entrevista | Xavier Aldekoa Periodista corresponsal en África, cofundador de la revista 5W y la productora social Muzungu Producciones

«Hay historias muy duras en este proyecto pero queríamos ver qué había detrás»

El periodista habla del proyecto Indestructibles África por el estreno del documental en la provincia de Málaga y cuenta la experiencia de vivir historias en un continente en evolución

Xavier Aldekoa en el estreno del documental Indestructibles en Málaga.

Xavier Aldekoa en el estreno del documental Indestructibles en Málaga. / María Serra

María Serra

La guerra, la pobreza y el cambio climático han marcado la historia del territorio de África pero detrás hay historias de esperanza y superación, hay dolor y sufrimiento pero también sueños e ilusión. Xavier Aldekoa lleva más de 20 años conociendo el continente africano como periodista y como persona. Autor de Océano África, Hijos del Nilo e Indestructibles, ha llevado este proyecto junto al fotógrafo Alfons Rodríguez y director José Bautista a la grandes pantallas.

Para aquellas personas que no han escuchado nada acerca del proyecto, ¿qué es Indestructibles y qué nos vamos a encontrar tanto en la exposición como en el documental?

Indestructibles es un proyecto o es una mirada a la generación del futuro de África. El continente africano es el más joven del mundo con unos 18 años de media y donde en 2050 nacerán 1 de cada 3 bebés del mundo. Es un continente joven en continua evolución y es una mirada a 11 historias que muestran los logros y retos de un continente en evolución. El formato es un poco diferente porque lo hemos convertido en algo transmedia. Aparte de los reportajes en La Vanguardia, en 5W o National Geographic desde el inicio lo construimos como un proyecto con varias ramas. Tenemos la exposición fotográfica y ahora presentamos en Barcelona una exposición educativa que es más pequeña que va a ir por escuelas con material educativo. También está un foto libro y el documental que estrenamos en Málaga. La intención es que esas historias lleguen a más gente y a diferentes generaciones.

¿Cómo surgió la idea de este proyecto?

Alfons y yo no nos conocíamos, solo de lejos. Él sabía quien era yo y yo sabia quien era él pero no habíamos quedado nunca. Y quedamos para tomar un café y dijimos de hacer algo juntos. Yo siempre estoy maquinando, intentando a ver proyectos que me apetecen a media o larga distancia. Y justo acabábamos de llegar los dos de Sierra Leona, por separado, de cubrir la crisis de ébola. Llegamos bastante afectados porque la situación era muy caótica. Había gente muerta en las calles de los barrios más pobres y no las recogían y la gente tiraba piedras a los perros para que no se comieran los cadáveres. Cuando llegué me invitó un profesor a darle una charla a los alumnos y entre las cosas que les expliqué fue la historia de una niña, Abi. Ella estaba destinada a estudiar y en 21 días, que es lo que tarda el ébola en matarte, se contagió toda la familia. Murió su padre, director de escuela, su hermano mayor, médico, su otro hermano, abogado, y ella y sus hermanos pequeños sobrevivieron. Del día a la mañana pasó de estar pensando que iba a estudiar en la universidad a no tener nada. Yo vi que se quedaron impactados y esa noche me llamó el profesor y me dijo que habían decidido hacer un festival a final de curso para pagarle los estudios a Abi. Yo me quedé con eso, hablé con Alfons y le dije que quería hacer una historia sobre infancia en África porque es un continente joven y con eso podíamos enseñar que es un continente que está cambiando. Aparte cada historia es una ventana a otra cuestión que esta pasando en el continente pero hay que hacerlo de una manera que llegue a la gente. Los chavales ya no miran 5W, ya no miran National Geographic, La Vanguardia…entonces teníamos que hacer formatos que de alguna manera le pudieran acabar llegando. Y el proyecto nace un poco de esa anécdota de Sierra Leona.

Habéis hecho varios encuentros con jóvenes y estudiantes, en unas circunstancias en las que es difícil atraer a este tipo de público. ¿Cuál es el enfoque correcto para involucrarlos en un tema como África?

Es difícil porque hay veces que lo hablamos con Alfons, “¿cómo hacemos para que los jóvenes se interesen?. Si que creo que las historias tienen que tener piel, que sean historias en las que de alguna manera se puedan ver reflejados. Yo creo que es algo también que intento, en mi trabajo habitual y en el proyecto, que todas las historias puede que haya un componente de drama pero en todas se acaba hablando de la vida. Y cuando hablamos de cuestiones más jodidas, esas cuestiones nos alejan porque por suerte para nosotros no vivimos en un mundo en guerra, no hay esclavitud, no hay matrimonios infantiles…Pero cuando hablamos de la vida, de la nostalgia, el amor, la rabia, la ilusión... ahí ya si que nos reconocemos. Esa niña que se esfuerza, esa niña que anhela ser profesora o ese chaval que se encuentra desamparado en la calle. Ahí si nos encontramos y ese es el intento. Que todas las historias tengan algún puente hacia nosotros mismos.

En muchas ocasiones has hablado de romper con el papel de victima que se le otorga a África. ¿Por qué históricamente a un continente como África se la ha otorgado esta etiqueta y cómo se puede conseguir acabar con ello?

Yo creo que desde hace muchos años se mira a África con miedo, condescendencia o paternalismo y esos tres factores han sido devastadores para la imagen que hay del continente africano. Sobre todo porque al recudirlo a esa etiqueta de victima lo que hemos hecho es desvestirle de todas las otras cuestiones que pueden ser positivas, de realidad o aprendizaje. Si tu a una persona la reduces solo a su concepto de victima lo único que puede hacer es darte lastima o pena pero todas las personas y continentes son mucho mas que lo que les ha pasado negativo. Yo creo que si nos aproximamos de una manera más justa a un continente también aprenderemos otras cosas que las que podemos ver.

Los medios de comunicación son claves para difundir y dar a conocer una realidad que, en muchas ocasiones, es invisible. En ocasiones es difícil conseguir el apoyo de un medio para un proyecto como este.

En este caso, no sé si es una consecuencia de que tanto Alfons como yo llevamos mucho tiempo trabajando. Alfons ha estado en más de 100 países como fotógrafo y yo llevo 20 años trabajando en África y creo que sin ese poso habría sido mas difícil que el proyecto tuviera la amplitud que ha tenido. Cuando te acercas al National Geographic ya te conocen, has colaborado con ellos y se creen el proyecto, de alguna manera, por el entusiasmo que les trasmites. Contagiar entusiasmo es algo que creo que es muy importante en cualquier trabajo pero en el oficio de periodista sobre todo. Y a nosotros nos entusiasmaba este proyecto si no, no le hubiéramos dedicado tres años. Son tres años de picar piedra, de viajar a más de 10 países, de buscar historias, de perderse otras, de desesperarse en muchas... Poco a poco eso se va expandiendo, y también creo que sería injusto si no digo los agradecimientos. Mucha gente nos ha ayudado, desde las protagonistas y los protagonistas de las historias que nos han dejado entrar en un momento de sus vida que a veces era jodido a gente que, de repente, nos ayudaba porque sí y eso es muy bonito. Gente que se ha acercado y nos ha dicho: "¿yo como puedo ayudar? Os puedo traducir los textos al portugués", o "conozco una historia en Cabo Verde, os paso el contacto". Otro que nos decía: "yo os dejo en Uganda un coche con gasolina". Y eso es muy bonito aunque también cuesta mucho. No tenemos un medio grande detrás que nos paga todo. Cuesta pero es muy bonito ver que cuando te crees una cosa, la gente ayuda para que sea posible.

Este proyecto representa la apuesta por un periodismo de largo recorrido, ¿por qué este formato y no otro? ¿Qué lo diferencia del periodismo que se ha estado haciendo tradicionalmente en África?

La esencia es periodismo de siempre. Lo único es que es a fuego lento e intentar en cada historia pasar mucho tiempo, dedicarle muchos días a cada historia para que floreciera la identidad de cada una de las protagonistas. Si no, al final, te quedas solo con esa etiqueta. Si tu vas un día, sale la persona que has podido captar en esos minutos pero al cabo de los días sale la historia, por ejemplo, de Margaret, la niña del matrimonio infantil. Es una chica que el primer día habría sido una niña asustada, una niña que la han casado con 13 años y está rota porque la acaban de sacar de su aldea y de repente vienen "dos blanquitos" a preguntar. Y no era eso. Al cabo los días salió esa Margaret revolucionaria que no quieren que casen a sus hijas, que sabe que no está bien que pase y eso es mucho mas justo para las personas. Que salga quien realmente eres, no la que define el mal momento. Tú no eres un mal momento, no es justo que te defina como esos cinco minutos que hemos pasado juntos. Si pasamos un tiempo juntos, empiezo a ver quien eres y eso vale para todo. Y el hacerlo con paciencia, poco a poco y con cariño, yo creo que es lo que define el proyecto. No hemos inventado nada nuevo porque, al final, es periodismo pero sin prisas en una época de clickbait.

Realmente es muy difícil encontrar este tipo de historias en las que te muestran que hay algo más que un mal momento.

No queríamos edulcorar la realidad, no era buscar historias bonitas de África. Hay historias muy duras en este proyecto pero queríamos ver qué había detrás. Eso nos ha hecho aprender e incluso plantearnos cosas que eran evidentes. En la historia del matrimonio infantil, yo pensaba que el marido iba a ser un monstruo y después te das cuenta que Joeph también duda y es un poco prisionero de la realidad que le ha tocado vivir. La victima es ella pero Jospeh de alguna manera duda y no sabe. Y también te das cuenta con Heritier, los niños soldado, que son niños que han hecho barbaridades. Han violado, asesinado, torturado y después son capaces de actuar de una manera heroica para salvar a otro niños. Heritier se escapó del grupo rebelde cogiendo de la mano a tres niños de 9 años. Si le pillan, lo destrozan. Y coge a esos tres niños y los salva porque no quería que se convirtieran en lo que él se había convertido. Eso es de un valor espectacular y es el mismo tipo que si ha llegado a capitán... Allí violaban a las chicas para burlarse de ellas. Dijeron que mataron a un abuelo porque no les daba 20 dólares. Y ese mismo tipo no es un negro solo, es un blanco y un gris. Es todo dentro de uno mismo. Yo he aprendido un montón y he disfrutado mucho el proyecto porque hemos tenido tiempo para que las historias no te atropellaran y que se desarrollen como son, sin apretar para que pase.

En el proyecto se habla de la generación del futuro de África. ¿Cuál es ese futuro?

Yo creo que no será un futuro, serán varios futuros. No es solo que sean 55 países si no que la diversidad dentro de cada uno de los países es muy grande. Igual que pasó en los años 70 y 80 en Asia, hubo países que avanzaron mucho y otros se quedaron atrás. Yo creo que pasará algo similar en el continente africano. Algunos países son buenas noticias y, sin duda, seguirán esa senda. Sudáfrica es un país que es mejor que hace 30 años, Ruanda también pese a sus problemas de libertad, Ghana, Gambia o Senegal. Tienes países que van a avanzar mucho, otros que no lo van a hacer como Somalia, toda la zona de Sahel está bastante complicada y otras que yo pienso que van a salir y no lo harán y otras que parece que van fatal y luego van a resurgir. Por eso yo tengo la sensación de que hay varios futuros brillantes y de cosas que están mejorando. Sobre todo porque hay una generación de africanos que nunca había estado tan educada como ahora. Ahora cuando naces en África es mucho más probable que acabes la secundaria a que pases hambre. Eso ya es un motor de cambio, la juventud es una fuerza de cambio pero si además está educada y tiene anhelos de mejorar las cosas, mejor.

Hay una historia de unas chicas que querían ser fotoperiodistas y representaban un feminismo africano revolucionario.

De hecho, hace como tres o cuatro semanas fui a la fiesta de graduación de Hawa y Catherine. Esa historia la hicimos hace 3 años y en este mes de marzo era la fiesta de graduación y fue muy emocionante. Yo aparte de hacer la historia, hice de profe para darles clases. Yo había estado con ellas haciendo la historia, después de profe y ahora les veía graduarse. Es muy bonito. Catherine, por ejemplo, viene de contextos muy humildes. Llegaron 2 horas tarde porque no había pensado que también tenia que pagarle el autobús a su madre y eran 27 céntimos y no tenía. Al final llegaron las dos y la cara de orgullo de esa madre fue muy bonito. Verlas tan contentas y tan felices...Llegar ahí es algo. Durante el confinamiento, hice una historia de como habían bajado las remesas por la pandemia. Había un chico de Gambia que se encargaba de recoger chatarra y como no podía hacerlo porque no se podía salir a la calle, no podía enviar dinero. Y les pedí a Hawa y Catherine que hicieran la historia, junto a su profe, de la familia de Gambia. Era para una tele alemana y una de las cosas que pactamos era que todo el mundo cobrara igual porque no era nada voluntario. Y la sensación de ellas de estar trabajando y ganar dinero por ello... Además, hay un punto en el que estas chicas no se lo acaban de creer. Ellas están estudiando pero lo de trabajar de fotoperiodistas lo ven como un imposible. Supongo que nos pasa a todos también.

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