Crítica

Ese algo raro...

Crítica de 'Isósceles', de Ignacio Nacho, en ZonaZine

Mara Guil, Ignacio Nacho y Salva Reina

Mara Guil, Ignacio Nacho y Salva Reina / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Película: Isósceles

Dirección y guion: Ignacio Nacho

Intérpretes: Salva Reina, Ignacio Nacho, Mara Guil

Conozco desde hace muchos años a Ignacio Nacho. Yo era un veinteañero cuando, en un Festival de Cine Fantástico de la UMA, creo que en el año 2000, vi 'Casa Paco', un cortometraje grotesco, malrollero, arrabalero y circense, y recuerdo que pensé: "Vaya, el que ha hecho esto debe de estar voladísimo". Al poco tiempo, por cosas profesionales, trabé relación con él y lo primero que me llamó la atención de él fue que jamás había conocido a alguien que se riera tanto y me resultara tan sensato, tan fácil en el trato. Uno tiene el prejuicio (a veces se confirma) de que los autores de cierto cine esquinado son tipos peliagudos, raros, inaccesibles, pero ahí estaba yo partiéndome de risa con Ignacio hablando de su siguiente película, una cinta experimental, en blanco y negro y muda (se terminaría titulando 'Poliedro').

El cineasta malagueño es una rara avis pero de las de verdad, porque, de un tiempo a esta parte, ha renunciado a su faceta más dura y granítica para acercarse al público pero manteniendo ciertas coordenadas de su visión de la vida y del cine. Desde 'El intercambio', lo que quiere hacer es "apostar por historias con mucha personalidad pero que no provoquen rechazo": "No quiero perder mi tono pero tampoco darle la espalda al público», me dijo hace unos años. Así que Ignacio transita un camino difícil, un camino a medio camino de muchos caminos, casi insólito en nuestro país (recordemos que también firmó un documental sobre El Mocito Feliz).

'Isósceles' es un nuevo empeño y, desde luego, mejora lo visto en la fallida 'El intercambio'. Y en gran parte es así porque Ignacio Nacho progresa adecuadamente en dos facetas: como escritor y dramaturgo (la película no deja de ser una obra de teatro) y, muy especialmente, como intérprete. Porque su personaje en el filme, el psicólogo Enrique (lo que más entronca con su primer cine, el más estrafalario y raruno), ofrece los momentos más interesantes de esta comedia de enredos sentimentales y sexuales que, de nuevo, podría resultar estándar y asimilable pero que, de alguna manera, consigue que, a través de ciertas salidas de tono, drible las convenciones. No siempre funciona, ni mucho menos, pero hay un algo raro que te agarra.  

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