Crítica

Una tragedia más en Sao Paulo

Reseña de 'A Mae', de Cristiano Burlan, en la Sección Oficial del Festival

Una imagen de 'A mae'

Una imagen de 'A mae' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Dirección: Cristiano Burlan

Guion: Ana Carolina Marinho, Cristiano Burlan

Intérpretes: Marcélia Cartaxo, Mawusi Tulani, Helena Ignez, Ana Carolina Marinho, Henrique Zanoni, Tuna Dwek

Que sí, que soy el primero al que le gustó 'Ciudad de Dios', pero su legado ha resultado ser, por decirlo suavemente, problemático: las favelas (y los suburbios brasileños por extensión) se han convertido en algo trendy, colorista, singular, que ha atraído a los tiburones hollywoodienses para ambientar allí películas como la quinta entrega de 'Fast and Furious' o aquella de Hulk protagonizada por Edward Norton. La espectacularización de usar y tirar del entorno por excelencia de la pobreza y el terrorismo de Estado a través de la policía militar debe de ser una patada en la entrepierna para todos aquellos que luchan por la paz y la justicia en unos barrios tan depauperados.

Afortunadamente, 'A Mae' nos recuerda las tragedias cotidianas que se viven en barrios donde la policía ejerce a su antojo un dominio brutal y caprichoso ante el silencio de unos vecinos que miran para otro lado por puro miedo pero también por la cruel costumbre. Cristiano Burlan, que conoce perfectamente el material que aborda (varios asesinatos en su familia, que abordó en los documentales que componen la denominado Trilogía del Luto), sigue a una madre que busca a un hijo desaparecido en lo que aquí serían extrañas circunstancias pero que allí es pura normalidad; la acompañamos discretamente en un proceso solitario, abandonada por sus vecinos y amigos del barrio, que han aprendido a driblar los hechos más o menos espinosos, y, por supuesto, desatendida por las fuerzas de seguridad, que olvidaron hace tiempo cuál es su verdadero deber.

Marcélia Cartaxo, desde la naturalidad, desde la emoción genuina, compone a una mujer empeñosa, dura y curtida pero acorralada en un laberinto sin salida alguna; Burlan evita el panfleto pero llama a las cosas por su nombre, ofreciendo una verosimilitud tremenda, de gran potencia y eco en el espectador, que culmina en el único posible de los finales. Lástima que una película como ésta, sencilla, directa, caiga en el más habitual de los peligros de laas películas sencillas y directas: a veces es demasiado plana.

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