«Netflix me ha dejado hacer la película que yo quería y eso que es arriesgada»

Después del éxito de '¿A quién te llevarías a una isla desierta?', que produjo Netflix, vuelves con el gigante del streaming con una producción más ambiciosa. Se nota que confían en usted...

Me han dejado hacer la película que yo quería. Nos pidieron historias y les gustaron unas notas en las que habíamos trabajado Jorge Naranjo y yo. Aceptaron a sabiendas de que era una película muy arriesgada, difícil y, lo peor, cara. Es una película en la que cada ocho minutos hay un número de baile con sus tiempos de diálogo para favorecer el desarrollo de los personajes. Un productor al uso no se hubiera atrevido a rodar esta película porque es larga, difícil de colocar en cine por su duración y mi presencia total en la parte creativa.

Dos horas y diecisiete minutos. ¿La película tenía que durar eso?

Sé que a la gente le cuesta mantener la atención viviendo en la época de TikTok y móviles pero es que yo veo mucho cine clásico con películas de la misma duración y, además, siento que debo ser fiel a mis historias. 

La juventud, sus preocupaciones, sus emociones, sus dilemas, es algo que domina en su cine. Tiene una mirada muy rica e íntima hacia los jóvenes. Aquí prosigue pero en un nuevo escenario: el mundo del ballet.

Eran emociones trasladadas a un ámbito artístico. En ¿A quién te llevarías a una isla desierta? tenía mucho peso el valor de la juventud. Las bailarinas son jóvenes y sus carreras son muy cortas. Pero sobre todo me interesaba explotar toda esa dinámica de gente joven que generalmente no tiene juventud porque están ensayando la mayor parte del día y la otra descansando.

La muerte también está muy presente en sus películas. Las niñas de cristal comienza con el suicidio de una bailarina y de como la muerte de esta joven desequilibra el estado emocional de toda una compañía de ballet.

Me estoy dando cuenta de que estoy un poco obsesionado con la muerte porque en mi cuarta película también tendrá mucho protagonismo. En un mundo como el artístico es muy cruel pero la muerte de alguien puede ser el golpe de suerte de otro. Eso lo hemos vivido mucho con el covid: muchos amigos han accedido a papeles y oportunidades porque la persona seleccionada se ha caído porque tenía coronavirus. La mala suerte de uno se convierte en el golpe de suerte de otro. Y ése es el problema al que se enfrenta Irene, al recuerdo de una muerta a la que todo el mundo va a intentar que se parezca.

Complicado el cásting de esta película, ¿verdad?

Sí, porque tenían que ser bailarinas que actuasen por primera vez. En el caso de Paula Losada, ella es bailarina y se enfrentaba a un papel difícil. Nos aterraba buscar a ese personaje porque no tenía nociones de interpretación. La directora de cásting vio a mucha gente y a las que veía que tenían maneras trabajábamos con ellas hasta formar el reparto completo. Fue complicado.

La producción, los efectos especiales en los momentos de mayor abstracción de Las niñas de cristal... Está todo muy cuidado.

 Yo venía de rodar prácticamente en un piso con Animales sin collar y después he pasado a filmar en el Lope de Vega. No se puede imaginar lo que significa eso para mí.

¿Cómo lleva las comparaciones con 'Cisne negro', el descenso a la locura en el mundo del ballet dirigido por Darren Aronofsky?

Mal, porque creo que no se parecen en nada pero, al final, es algo inevitable. Ya desde el principio cuando empezamos a montar el proyecto nos dimos cuenta de que la gente iba a reaccionar de esa manera. Pero Las niñas de cristal es una película con identidad propia, de eso estamos muy seguros. 

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